Los desplantes de Iglesias amenazan con aislar a Podemos en el Congreso

PP, PSOE y Ciudadanos cargan contra los menosprecios constantes del líder de la formación morada a las instituciones del Estado

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Desde su llegada al Congreso de los Diputados, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, se ha esforzado en dejar claro que ni él es como los líderes, ni su partido es como los demás formaciones. Ésas a las que tachaba de «casta». El rosario de desplantes a las instituciones españolas en sus actos protocolarios más importantes han perseguido ese objetivo de trasladar a los electores que Podemos no «compadrea» con los grandes poderes del Estado sino que les «muerde», como dice Iglesias. El último será la no asistencia de Iglesias y su número dos, Íñigo Errejón, el martes a los actos de conmemoración del Día de la Constitución.

Antes se produjo la salida de tono que Podemos protagonizó en el minuto de silencio en el hemiciclo con motivo del fallecimiento de la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá o su sonado rechazo a participar en los actos protocolarios el día de la Solemne Apertura de la Legislatura, eludiendo saludar a los Reyes y presenciar el desfile militar.

En la lista de afrentas institucionales se encuentran también su ausencia en la celebración de la Fiesta Nacional, el 12 de octubre, así como en la recepción oficial que los Reyes ofrecen después en el Palacio Real. Tampoco acudió a la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias. Pero se da la paradoja de que con todos estos desplantes, Iglesias no está descubriendo una nueva forma de hacer política, sino encasillándose en la misma categoría que los partidos que ya hacían uso de ellos, aquellos sin un fuerte sentido de Estado. Nacionalistas e independentistas vienen protagonizando polémicas similares desde hace varios años sin más resultado que el mediático, pero con una diferencia sustancial respecto a Podemos. Ninguno de ellos aspira a ocupar la presidencia del Gobierno, de hecho, ni siquiera se presentan a las elecciones generales más allá de sus circunscripciones autonómicas.

Son ya varias las voces de distintos signos políticos que consideran que, por este camino, Iglesias corre el riesgo de aislar políticamente a una formación con 67 escaños que es la tercera fuerza en el Parlamento. Un peso específico suficiente para ser llamada a influir en las grandes leyes del Estado. Pero los permanentes desplantes institucionales de Iglesias están construyendo una imagen de Podemos en el Congreso fuera de todo rango de entendimiento. PP, PSOE y Ciudadanos se reconocen capaces, dentro de sus amplias diferencias, de ceder posiciones y alcanzar consensos en materias tan importantes como el futuro de las pensiones, la nueva ley educativa o incluso una reforma constitucional, en aras a dar cumplimiento a las aspiraciones de sus votantes. Pero fuentes de estos tres grandes partidos se encogen de hombros cuando se les pregunta si Podemos formará parte de esos consensos.

Nadie le cerrará la puerta a la formación morada pero todos coinciden en que muchas veces la cierra ella misma. «No sabemos hasta qué punto quiere ceder o imponer sus posiciones. Un acuerdo se alcanza cuando todas las partes están dispuestas a transigir para acercar posturas. El resultado es un punto intermedio que nadie proponía al principio, pero que resulta cómodo a todos. ¿Alguien sabe si Podemos realmente quiere participar en los consensos?», se preguntan fuentes del PP. Este reparo es el precio de «morder» en vez de respetar. Así sucedió la legislatura pasada en el reparto de los escaños o la elección de la Mesa de la Diputación Permanente. La formación morada no movió ficha para buscar un pacto y ninguno de los otros tres partidos llamó a su puerta para incluirle en la negociación. «La búsqueda del entendimiento es la base del parlamentarismo. Si lo que te preocupa es que la gente te vea cerrando la puerta, no puede extrañarte que nadie te busque o te espere para atravesarla», subrayan fuentes del PSOE.

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