Cuando el proceso independentista invade la vida cotidiana

Cinco residentes en Cataluña relatan a ABC la crispación que el desafío secesionista genera entre familiares y amigos

Una manifestante porta una estelada en un acto pro referéndum en Barcelona REUTERS
Luis P. Arechederra

Esta funcionalidad es sólo para registrados

María , funcionaria de la administración de justicia en Barcelona , terminó bloqueando el teléfono móvil el día de su cumpleaños. «Si quieres mantener la amistad, tienes que evitar coger las llamadas», asegura. « Yo ya no saco el tema , porque no pienso como ellos, pero ellos insisten», relata la mujer de 57 años, casada con un catalán y vecina de Barcelona desde hace cincuenta años, desde 1957.

El tema que María (un nombre ficticio para no ser reconocida) esquiva en sus conversaciones es el proceso independentista , un asunto que ha colonizado la vida cotidiana de los ciudadanos de Cataluña, sobre todo en el esprint final del secesionismo. El asunto brota en las terrazas, en las oficinas, en las casas, en el gimnasio.

Después de una sesión de crossfit —un ejercicio de alta intensidad que está de moda en los gimnasios—, Pablo, un funcionario que trabaja en Hospitalet de Llobregat , se aseaba en los vestuarios. Los asistentes a la clase se conocen, pero no tienen confianza entre ellos. Uno, más extrovertido que los demás, sacó el tema de conversación y gritó: «¡España, España!». Todos callaban. «Se notaba la tensión».

Pablo vive en Barcelona, y observa una diferencia en los últimos quince días, cuando el proceso independentista lo invade todo. «Es un tema que sale siempre, por alguna anécdota o noticia», narra Pablo, de 33 años, al teléfono con ABC. Un compañero suyo evita el tema en las reuniones familiares: sus suegros son independentistas.

Whastapps condicionados

Enrique, un comercial de 51 años que vive en Barcelona , normaliza esta ubicuidad del desafío secesionista en la vida cotidiana. «La política siempre ocupa un espacio en la vida del ciudadano . Ocurre como con el fútbol y enciende los ánimos», considera él, quien añade que un tono tolerante ayuda a que todos puedan conversar tranquilamente, incluso desde visiones contrarias.

Aun así, Enrique reconoce que se lo piensa antes de envíar por la red social Whatsapp información y comentarios relativos al proceso independentista a ciertos amigos. A algunos mensajes acalorados él se limita a callar o a contestar con un solitario emoticono. «Con según qué amigos estos temas ya no se hablan o se hablan con un tono muy suave», relata el comercial, quien no deja de irse de cañas con ellos, algunos de posiciones ideológicas totalmente contrarias. Como tantos factores, el proceso condiciona las relaciones, opina.

Una arquitecta de 29 años residente en Barcelona , que prefiere omitir su nombre, aprecia un tono crispado en las conversaciones de la gente y cree que se ha politizado un movimiento que partió de la sociedad . En su casa —su madre es de Tarragona, su padre de Córdoba— conviven opiniones diferentes, pero todos son partidarios de poder votar. «Alucinas con la cantidad de gente que está a favor».

«Los profesores opinan en las clases»

El desafío secesionista también se ha colado en las aulas universitarias, donde los profesores exhiben sus banderas, desde ambos puntos de vista, entre explicaciones y sermones. Lo cuenta Mauro, estudiante de negocios internacionales de 23 años , quien constata que el «proces» invade todas las conversaciones.

«Los profesores lo transmiten, o con ejemplos o con su opinión personal. Algunos hacen bromas, ironías o llegan a mojarse hasta el fondo», describe Mauro , quien cree que los ciudadanos tienen muy en cuenta el asunto. Algunos no son capaces de dialogar , evitan el tema, cuando antes lo comentaban con normalidad, asegura.

«Grietas muy importantes»

La funcionaria de la administración de justicia relata una división enquistada , casi irreconciliable. «Se han abierto grietas muy importantes, se intenta no quedar con la gente. La parroquia independentista trata de convencerte como sea», explica. Ella ha optado por intentar esquivar a sus amigos y conocidos partidarios de la independencia, con la intención de salvaguardar la relación.

Un compañero de trabajo de María se salió de un grupo familiar de Whatsapp porque su hermana y su cuñado le mandaban propaganda sobre el proceso secesionista, relata ella, apenada. «Ya no le va a visitar cuando va a Gerona, porque no se quiere pelear».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación