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Los Mossos actúan en Gracia tras el desalojo del «banco expropiado» - EFE

Colau no logra aplacar a sus okupas pero exige mesura a los Mossos

La alcaldesa pide ayuda a las entidades vecinales, censura los destrozos y reclama «proporcionalidad» a los Mossos

Barcelona Actualizado: Guardar
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Tras completar su primer año de mandato al frente del Ayuntamiento de Barcelona, la exactivista Ada Colau se ha topado de bruces con una crisis que tiene como protagonista, antagonista, a un colectivo okupa al que siempre le había reído las gracias. El mismo colectivo que tan a menudo -junto a «indignados» o manteros, entre otros- ha defendido como abogado su tercer teniente de alcalde, Jaume Asens (Podemos).

Barcelona se levantó ayer con la tercera resaca consecutiva por tres noches de altercados okupas en Gracia desatados tras el desalojo, el pasado lunes, de una antigua sucursal bancaria ubicada en este barrio que desde hacía cinco años ocupaban los antisistema, que la rebautizaron como «banco expropiado».

En tres noches de disturbios, se han registrado 33 heridos, dos detenidos y daños a la propiedad -mobiliario urbano, escaparates, etc.- de unos 80.000 euros.

Pero lo peor, de todo, es que Colau no sabe cómo pararlo. La única buena noticia para ella es que los radicales no convocaron oficialmente para anoche ninguna protesta. Sólo una cacerolada.

La alcaldesa admitió ayer su incapacidad para intervenir en este conflicto. Es más, se encomendó a las asociaciones vecinales de Gracia, a los que pidió ayuda para mediar con los alborotadores. Colau alegó que los okupas han rechazado cualquier mediación con las administraciones. «Si no se quiere nada de la Administración, nos deja mucha dificultad para intervenir», se lamentó. Y recordó que el inmueble desalojado es de un privado, la sociedad Antartic Vintage SL, que la compró a CatalunyaCaixa.

«No busco trasladarles la responsabilidad a los vecinos, pero quizás podemos buscar una fórmula a través de ellos», insistió la primer edil, quien ejemplificó la falta de comunicación con los okupas. Los antisistema les facilitaron un mail de contacto, el Ayuntamiento les mandó un mensaje, pero los okupas no han contestado aún, explicó Colau. E insistió en que se ha ofrecido a buscarles un local para que puedan seguir llevando a cabo las actividades sociales -«muy positivas», dijo- que hacían en el «banco expropiado».

La alcaldesa no logra convencer a los otrora sus okupas -«la simpatía hacia determinados colectivos a veces te explota en la cara», le recordaba el ministro de Justicia, Rafael Catalá- y, además, hace equilibrios para condenar la violencia callejera y, a la vez, responder a las quejas por la supuesta brutalidad de los antidisturbios de los Mossos d’Esquadra al repeler sus ataques. Como hacen los concejales y diputados de la CUP, que incluso acuden a las manifestaciones.

Colau pidió ayer «prudencia» y «proporcionalidad» a los Mossos en sus actuaciones. Para evitar «escaladas de violencia». Y se hizo eco de algunas denuncias sobre agresiones a manifestantes. Algunos, como un periodista del diario alternativo «La Directa», denunció que un antidisturbio le rompió un dedo a posta de un porrazo. El concejal Asens lo censuró en Twitter. «Reitero mi confianza en los Mossos, pero si hay un error deben abrirse las investigaciones», dijo la alcaldesa. La crisis de okupas llega a Colau en la semana en que ha formalizado su pacto de Gobierno con el PSC. Hoy hay pleno municipal ordinario. Se augura tan caliente como las noches de Gracia.

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