Salvador Sostres

Cataluña capital Corea

Salvador Sostres
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Las conclusiones a las que ha llegado el parlamento de Cataluña sobre la creación de un futuro Estado, además de haber sido debatidas y aprobadas ilegalmente, constituyen una apología de Corea del Norte y Venezuela.

Corea del Norte porque lo aprobado ayer en el Parlament textualmente dice que las leyes de desconexión, y la Asamblea Constituyente en que quedará convertida la cámara cuando éstas se apliquen, «no son susceptibles de control, suspensión o impugnación por parte de ningún otro poder, juzgado o tribunal»; saltándose de este modo la separación de poderes y el respeto a los tribunales internacionales a los que están sujetas las naciones libres y civilizadas.

Y Venezuela, en tanto que la supuesta Constitución catalana tendrá que redactarse a través de un foro de participación social cuyas conclusiones serán un mandato vinculante para la Asamblea Constituyente, encargada de redactar el texto.

Como los círculos de Podemos.

Los independentistas explican siempre que quieren crear el mejor Estado del mundo, el más democrático, avanzado y justo, pero las bases que sentaron ayer para la construcción del improbable país nuevo son una siniestra negación de cualquier principio legal y democrático, un insulto a la libertad y a los códigos fundamentales del mundo libre, y un regreso a las tinieblas donde habitan las más abyectas tiranías. El asamblearismo atroz, junto con un parlamento que se autositúa fuera de cualquier control legal, nacional e internacional, son lo contrario de la democracia y de las garantías que aseguran la convivencia y el orden en los países libres.

El Estado tiene que responder a la actuación delictiva de ayer de un modo drástico e inmediato –inhabilitando como mínimo a la Mesa del parlamento– en defensa de la Ley, de la libertad y de la democracia; y a los que crean que una respuesta contundente podría generar una peligrosa reacción victimista, hay que recordarles que el padre Jacques Hamel, degollado por Daesh el martes, había cedido unos terrenos en Saint-Etienne-du-Rouvray para la construcción de una mezquita.

Ver los comentarios