José Antonio Vázquez Taín - ANÁLISIS

¿La caída definitiva de Sito Miñanco?

Podremos seguir soñando con que las penas pueden rehabilitar a todos los delincuentes, pero agresores sexuales y traficantes nos despertarán a la realidad

JOSÉ ANTONIO VÁZQUEZ TAÍN

He de confesar que no me alegró la noticia de una nueva detención de José Ramón Prado Bugallo, alias «Sito Miñanco» . Y no es que me esté dejando llevar por ese sentimiento tan común en este país falto de valores, de despreciar al que te protege y admirar al que te destruye. Al contrario, después de años de intensa lucha judicial contra el narcotráfico , mis convicciones como persona y profesional se reafirmaron sólidamente, y considero que aún se podía y debía hacer más para erradicar esta lacra.

Pero creo firmemente en las palabras de Concepción Arenal cuando afirmaba: «Odia el delito y compadece al delincuente», y por ello siento una especial tristeza, similar a la de un padre que corrige a su hijo, cada vez que veo una vida que se pierde en busca de falsos paraísos. Condenar es doloroso, al menos para mí.

Desde sus comienzos en una frágil «pulpeira», con la que «mamó» mucho mar, Jose Ramón Prado Bugallo, presuntamente según la Policía, construyó una de las organizaciones delictivas más complejas y activas del mundo . Y lo hizo gracias a un carácter amable como persona, generoso como jefe, y audaz como delincuente. Todos los que le han investigado durante años, afirman que pese a su elevada posición en el organigrama , que le permitiría mantener una prudente distancia de seguridad con el hecho ilícito, él o participa físicamente en el transporte, o al menos está muy cerca de la mercancía y de sus hombres en las descargas, ganándose la admiración de los suyos.

Muy atrás quedan aquellos años en los que la máscara de contrabandistas de tabaco todavía era creíble, para él y muchos otros, y ese halo de «delincuentes del pueblo» les permitía ganarse el cariño de la sociedad a base de desprendidas financiaciones a clubes de fútbol o a obras benéficas . Sito Miñanco fue el mejor desempeñando ese papel, seguramente sincero en su caso, generando una leyenda similar a la de Pablo Escobar al que llegó a parecerse incluso físicamente.

Gracias a la heroica revolución social que con sudor y lágrimas realizaron las madres de los fallecidos prematuramente por las drogas, el pueblo vio el verdadero aspecto del monstruo asesino que habían permitido crecer. A Sito y a muchos como él no les quedó más salida que refugiarse en la discreción y dejar la calle para la gente honrada.

Pero es que la nueva detención de los capos de la cocaína pone encima de la mesa una realidad que muchos ya conocíamos. Podremos seguir soñando con que las penas pueden rehabilitar a todos los delincuentes, pero agresores sexuales y traficantes nos despertarán a la realidad . Por eso la Policía no descansa nunca, pues siempre hay trabajo que hacer para evitar que nuevas generaciones mueran por las drogas. El final de los grandes delincuentes, especialmente de los audaces, solo puede ser la cárcel o la muerte.

José Antonio Vázquez Taín es juez de la Audiencia de La Coruña que luchó contra los clanes gallegos

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