Un bocadillo en el Tribunal Supremo

Decenas de políticos y simpatizantes independentistas apoyan a los imputados en un día festivo en Madrid

Un reducido grupo de manifestantes se congregó a las puertas del Tribunal Supremo en Madrid ISABEL PERMUY

L. P. A. | N. V.

Decenas de políticos y simpatizantes independentistas trataron ayer de hacer oír sus gritos a las puertas del Tribunal Supremo. El día no acompañaba: el recién llegado frío del otoño cargaba el ambiente en una jornada festiva en Madrid, el día de la Virgen de la Almudena, la patrona de la ciudad. El poco tráfico y las calles solitarias contrastaban con la multitud concentrada a las puertas del alto tribunal: un enjambre de reporteros, y los secesionistas, aguardaban expectantes .

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A las nueve y cinco de la mañana llegaron los protagonistas. La presidenta del Parlamento de Cataluña en funciones, Carme Forcadell, y los cinco miembros de la Mesa imputados por rebelión aterrizaron por separado : la primera desembarcó sola, en un coche. Los demás -Lluís María Corominas, Anna Simó, Ramona Barrufet, Lluís Guinó y Joan Josep Nuet- lo hicieron en furgoneta, en equipo.

«¡No estáis solos!»

A su llegada irrumpieron los gritos. Las decenas de diputados, senadores y militantes del PDECat, ERC, la CUP y las alianzas de Podemos, jalearon a los investigados, al grito de «¡no estáis solos!». Entre ellos, el portavoz del PDECat en el Congreso, Carles Campuzano; el dimitido secretario general de Podem Albano-Dante Fachin, o el portavoz de En Comù Podem, Xavier Doménech. La número dos del PDECat, Marta Pascal, los diputados Lourdes Ciuró y Ferran Bel, alcalde de Tortosa, y el portavoz en el Senado, Josep Lluis Cleries también estaban.

La imagen del independentismo perdió fuerza respecto a la congregación de la semana pasada en el parque de la madrileña Villa de París, un día en el que los políticos ya acudieron sin apenas presencia de miembros de la sociedad civil.

La irrupción de los investigados abrió momentos de tensión. Un grupo con banderas españolas, que hasta entonces había pasado desapercibido, comenzó a gritar consignas como «¡fascistas a prisión!», «¡no nos engañan, Cataluña es España!», o «¡Madrid está con el pueblo catalán!» . La Policía les apartó del lugar donde eran mayoría los independentistas, de donde no se movió una bandera de la República, y los concentró en la otra orilla de la entrada del alto tribunal. Entre el bloque independentista hubo una presencia permanente durante toda la jornada: una solitaria bandera de la España republicana. Con los investigados en el tribunal -dieron los buenos días, muy educados, a los trabajadores y periodistas que permanecían en el vestíbulo-, la concentración perdió fuerza.

La maratoniana jornada -hubo siete horas de declaraciones- provocó que los investigados comieran en el interior del alto tribunal. Allegados les trajeron unos bocadillos de los pocos bares abiertos en la zona, abarrotados entre los periodistas y simpatizantes. El resto de la ciudad realizaba los planes lúdicos habituales de un festivo de otoño en Madrid.

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