Cae una banda que mató a palos a una pareja de ancianos hace 13 años
Cuatro individuos del Este entraron en su casa de Cádiz y se llevaron diez mil euros
Antonio Romero y Manuela Núñez dormían en su casa de Chiclana de la Frontera (Cádiz) la madrugada del 23 de septiembre de 2004 cuando los despertaron unos ruidos. Por un muro de la parte trasera del número 5 de la calle Álava habían entrado cuatro individuos que les preguntaban como locos por la caja fuerte. Ataron a los ancianos con los cordones azules de las cortinas a una silla y los molieron a palos. A Manuel «el Churrero», querido y conocidísimo en el pueblo por los años que llevaba regentando su negocio al lado de la estación, lo mataron allí mismo con una saña que dejó helados a los agentes. «Hasta una bola de algodón tenía en el estómago», cuenta su hija Bernarda a ABC.
Manuela sobrevivió, pero murió meses más tarde, destrozada y aterrada. «Mira están ahí detrás de la puerta, están en las cortinas», chillaba mi madre, recuerda Bernarda. « Perdió la cabeza y la vida y nosotros sufrimos lo que no está escrito». Otro hermano de Bernarda encontró a sus padres a la mañana siguiente y una carnicería en su casa. Había veintitrés huellas, colillas, sangre...
La Guardia Civil nunca abandona un caso. Parece un lugar común hasta que los hechos colocan la frase en la posición que le corresponde. Ayer, la Comandancia de Cádiz informó de que el doble crimen ha quedado resuelto. La semana que viene se cumplen 13 años. En el último año y medio han sido detenidos los cuatro autores, miembros de una organización de la antigua Yugoslavia con antecedentes violentísimos y un reguero de delitos en España y otros países europeos.
Treinta líneas de pesquisas
Los agentes habían seguido treinta líneas de investigación hasta que fueron descartando una tras otra. «Nos llamó la Guardia Civil para que fuéramos esta mañana a la Comandancia. Creíamos que era para ver fotos otra vez. Cuando nos dijeron que habían cogido a los cuatro y vimos sus caras en el ordenador... Mire usted yo les he llamado perros y cosas peores. Vais a arder en el infierno. Ay, pero ellos saldrán de la cárcel y mis padres seguirán en el cementerio» se lamenta Bernarda, que se deshace en elogios hacia la Guardia Civil.
La s alvaje agresión que sufrieron sus padres, casi octogenarios, empaña el recuerdo. Los individuos que ahora tienen entre 30 y 58 años se llevaron unos diez mil euros. Nadie sabe cómo se enteraron de que Antonio había hecho una venta de chatarra el día anterior en Sevilla y guardaba el dinero en casa. Los hijos creen que alguien alertó a los ladrones, aunque no era desconocido que Antonio además de churrero se dedicaba a ese negocio.
Los investigadores después de numerosos descartes supieron que se enfrentaban a una banda itinerante de ladrones que se movía por media Europa utilizando distintas identidades. Solo a uno de los detenidos le constan trece nombres en nuestro país. Un puzzle y una pesadilla seguir el rastro.
«Teníamos ADN pero en 2004 todavía los análisis genéticos no estaban tan desarrollados. Se guardaron en nuestra base de datos», explican fuentes de las pesquisas. Los análisis avanzaron y el trabajo siguió hasta que lograron dar con un código genético de un individuo que había estado en la casa. Natural de Macedonia, de 41 años, lo localizaron a principios de 2016 en Sevilla. Fue el primero. Unos meses más tarde encontraron a otro de los autores, también en la capital andaluza. Era el mayor del grupo. Tiene 58 años y es de Bosnia.
Para localizar al resto, la Guardia Civil tuvo que ir a Francia y Austria, los nuevos destinos de los asesinos. El arrestado en Nantes (Francia) donde cumple condena por hechos similares tenía 17 años cuando mató a la pareja. El cuarto, natural de Kosovo, también estaba en prisión pero en Austria. Antes de que su extradición protagonizó una sonada fuga entre rejas.
Noticias relacionadas
