Las dos almas del socialismo se dividen en la crisis catalana

El PSC deja clara su equidistancia entre Rajoy y Puigdemont : «Ni DUI, ni 155»

Alfonso Guerra, exvicepresidente del Gobierno
Víctor Ruiz de Almirón

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Pedro Sánchez maneja la posición del PSOE en un complejo equilibrismo entre el Gobierno y las apelaciones a la negociación, con los cantos de sirena de Podemos como mar de fondo. Pero además, su estrategia de cargar contra el Gobierno a la vez que asevera su apoyo al Estado de Derecho genera desconfianza a muchos dentro de su partido. Y corre el riesgo de no contentar más que a los más afines.

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Por un lado se encuentran los dirigentes históricos del partido, cuya influencia ha quedado mermada tras el proceso de primarias, pero que siguen teniendo reconocimiento en el partido y cuyas voces son escuchadas en un segmento del electorado.

Demandan una adhesión sin fisuras al Ejecutivo en este aspecto. Ayer les puso voz el exvicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, que en una entrevista radiofónica fue más que explícito al asegurar que el PSOE «debería votar a favor» de la aplicación del artículo 155 de la Constitución.

Guerra se posicionó también en contra de la decisión de la dirección del partido de promover la reprobación de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Y lo hacía señalando quienes deben ser los actores sobre los que los socialistas deberían ejercer presión: « El PSOE debería retirar la petición de reprobación . Que la cambie por una reprobación a Puigdemont o a Forcadell», señaló. Guerra alertó además del componente totalitario que define al secesionismo: «La Asamblea Nacional Catalana y Òmnium llevan mucho tiempo organizando un movimiento prefascista. Todos los fascismos nacen siempre por nacionalismos».

Iceta se mueve

Desde el socialismo andaluz se ha evitado oficialmente cuestionar la estrategia de Sánchez. Mario Jiménez, portavoz en el parlamento andaluz, señaló que «el partido respeta profundamente sus valoraciones» y evitó compartir la decisión de reprobar a Sáenz de Santamaría porque es algo que «corresponde» a la dirección federal.

Pero el malestar se evidenció con un comentario en Twitter de Antonio Ramírez de Arellano, consejero de Economía del Gobierno andaluz: «La reprobación que procede: Puigdemont y Junqueras».

Y por otro lado Ferraz, que se resiste pero no ha descartado la posibilidad de tener que apoyar la aplicación del artículo 155, tiene que atender a las posiciones del PSC, que rechaza de plano esta posibilidad. Su líder, Miquel Iceta, dejó clara su posición: «ni DUI, ni 155. Negociación» . Incluso llegó a ofrecer su partido como mediador, en una fórmula que presenta al PSC como equidistante entre uno y otro bloque. En un discurso muy similar al que plantea Podemos.

De hecho en el PSC se mostraron abiertas reticencias al discurso del Rey del pasado martes. La alcaldesa de L’Hospitalet de Llobregat, uno de los cargos públicos más potentes del PSC, cuestionó el fondo del mensaje: «Esperábamos más. Esperaba una puerta abierta al diálogo y al consenso. Preocupada, muy preocupada». También se mostró así Jaume Collboni, que gobierna en Barcelona con Ada Colau, y que de pasó amparó la huelga promovida por la Generalitat: «Y después de una jornada de protestas pacíficas. Un mensaje sin ni una iniciativa concreta de diálogo. Ni una. Muy preocupado».

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