Javier Guerrero, en el despacho de su abogado
Javier Guerrero, en el despacho de su abogado - Rocío Ruz
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Javier Guerrero, socialista y bien relacionado

Dicharachero, con su punto pícaro y vividor, puso titular al cuando declaró a la Policía que lo que administraba era un «fondo de reptiles»

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Decir alcalde de El Pedroso es hablar de un socialista bien relacionado. Javier Guerrero lo era, por eso llegó a director general de Empleo de la Junta de Andalucía en 1999 y hasta 2008 vio pasar a tres consejeros que dejaron en sus manos la gestión de cientos de millones de euros para pagar ayudas y regulaciones de empleo como si de una lotería se tratara. Curiosamente el Gordo tocó demasiadas veces en su pueblo, donde también impartió clase su «jefe» José Antonio Viera.

Guerrero tiene perfil técnico. Dicharachero, con su punto pícaro y vividor, puso titular al escándalo de los ERE cuando declaró a la Policía que lo que administraba era un «fondo de reptiles». Quienes le conocen, le recomiendan como perfecto animador de fiestas.

Precisamente Guerrero escandalizó a la opinión pública después de que su chófer confesara que se gastaban el dinero de los parados andaluces en «cocaína, fiestas y copas».

La afición a los bares de copas que reveló su conductor a la Policía no era más que una manera de entender la vida de este personaje que, cuando ABC destapó que consumía cocaína con fondos de subvenciones públicas, amenazaba con tirar de la manta y contarlo todo: «Como yo hable cae Griñán y cae Viera». Hoy, tres años después, apunta también a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz: «La presidenta de la Junta y Griñán sabían cómo funcionaba el fondo de reptiles».

El modus operandi que empleaba durante los años que estuvo al frente de la Dirección General de Empleo (1999/2008) tenía tintes grotescos. Una fuente que conocía su actuación dijo a ABC: «Recuerdo que fui a pedirle una ayuda para una empresa y en la Dirección General me dijeron que me fuera por la tarde al pub Caramelo». Cuando llegó al bar en cuestión vio cómo una cola esperaba a que el director terminara de despachar sus negocios apoyado en la barra y tomando copas.

La ginebra con tónica no era su única afición: él y su chófer llegaron a consumir dos gramos de cocaína al día. También les gustaba ir a un conocido asador sevillano. Y luego seguían la juerga donde se terciara. Eran los tiempos de la Dirección General cuando, además de dar subvenciones sin control, viajaban y mantenían una agenda intensa a la par que esa vida tan agitada.

Según Mercedes Alaya, la juez que llevó la instrucción del caso, Guerrero incluyó como «intrusos» a cinco personas de su entorno y consiguió para su suegra varias ayudas, recibió dinero en efectivo y aceptó viajes a Shanghai y Egipto a cambio de no convocar procesos públicos para las ayudas.

Su chófer, Juan Francisco Trujillo, llegó a gastarse 25.000 euros al mes en cocaína, copas y fiestas para su jefe, acudía a recoger la droga en el coche oficial y ha sido acusado de crear empresas «pantalla» para recibir los fondos destinados a Guerrero. El presunto «camello» de Guerrero, Gregorio M.P., además de recibir dinero de la Junta para unas empresas que creó en la Sierra Norte de Sevilla, fue recomendado por el exdirector general para que lo colocasen como comercial en Vitalia, una de las aseguradoras que trabajaba con la Junta.

Entre las pasiones confesables de Guerrero están el teatro, tocar la guitarra y el piano (uno de los costosos regalos que le compró su chófer con el dinero público). Y la pintura e incluso escribir cuentos. Después de pasar varios meses en prisión en dos etapas distintas, ahora espera el juicio tras abonar la fianza. Está acusado de los delitos de malversación, prevaricación y cohecho.

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