El secesionismo podrá seguir gobernando y sin el apoyo de la CUP

JpC y ERC tienen 66 escaños, frente a los 65 de la suma de Cs, el PSC, CatComú y el PP

Vídeo: 21D: victoria para Arrimadas y mayoría independentista en el Parlament DAVID DEL RÍO

D. TERCERO

No habrá independencia de Cataluña pero el «procés» no ha muerto. Pocas cábalas caben con el resultado de ayer. Los tres grupos independentistas que se presentaban a estas elecciones del 21 de diciembre: ERC, Junts per Catalunya (JpC) y la CUP, podrán seguir uniendo sus votos en el Parlamento autonómico para que nada cambie, si bien nada podrá ser igual después de la aplicación del artículo 155 de la Constitución . Suman 70 escaños y, por lo tanto, la reivindicación independentista seguirá en la agenda de la Cámara legislativa catalana, que podrá elegir al próximo presidente de la Generalitat de entre los 70 diputados.

El Parlamento de Cataluña que se constituirá como muy tarde el 23 de enero y que fiscalizará al próximo presidente autonómico, desde primeros del mes de febrero, no sufrirá grandes cambios desde el punto de vista de los bloques en el plano nacional. Seguirá tan fraccionado como desde 2015, con siete grupos parlamentarios -Junts pel Sí no era más que la unión ficticia de CiU y ERC -, con el añadido de que el partido con más representantes y vencedor de las elecciones, Ciudadanos, se queda en los 37 escaños de los 135 que componen la Cámara autonómica y, además, no formará parte del gobierno (con el 98% escrutado). Se desvanecieron, así, todas las vías alternativas al tripartito secesionista que hasta el miércoles barajaban algunos equipos de campaña, sobre todo, de las tres formaciones constitucionalistas: Cs, el PSC y el PP. Y también «la vía Iceta» y el tripartito de izquierdas.

A partir de hoy mismo, está por ver cómo y qué gobierno se puede formar, pero sobre todo, quién. En contra de lo augurado por todas las encuestas, la formación que lidera Carles Puigdemont, desde Bélgica, ha conseguido superar a ERC y, por lo tanto, legitima defender que sea su apuesta personal la que se presente en la Cámara autonómica para convertirse en el próximo presidente de la Generalitat. Sin embargo, la realidad es que está pendiente de una causa judicial ante el Tribunal Supremo (acusado por la Fiscalía de los delitos de malversación, sedición y rebelión) le impedirá una investidura al uso. Un asunto que JpC y ERC deberán resolver si bien ahora contarán con 66 escaños, a solo dos de la mayoría absoluta y cuatro más que cuando formaron Junts pel Sí hace dos años.

La CUP podría abstenerse

Con esos 66 diputados, los cuatro de la CUP no son tan determinantes como desde 2015 e incluso podrían plantearse la posibilidad de dejar puntualmente el Parlamento de Cataluña, es decir una abstención táctica, si JpC y ERC deciden apostar por la «bilateralidad» y pedir más autogobierno dentro del marco autonómico, tal y como han defendido en sus respectivos programas electorales. Este es el precio que la CUP no está dispuesta a pagar. Durante la campaña electoral, Carles Riera ha dejado claro que su apuesta era república o república y por la vía unilateral.

Sin embargo, perder la mitad de los escaños, pasar de ocho a cuatro, deja a los antisistema en una posición de debilidad de cara a la inminente negociación. La CUP ha perdido casi la mitad de su electorado en solo dos años, como consecuencia de apoyar un gobierno catalán formado por la derecha tradicional (ahora PDECat, antes CiU) a cambio, finalmente, de no llegar al objetivo de la secesión.

Es decir, JpC y ERC no necesitan a la CUP. Si estos deciden no acudir regularmente al Parlamento de Cataluña la suma del resto de formaciones se queda en 65 escaños (Cs, el PSC, CatComú y el PP), uno menos que el bipartito independentista.

La operación Junqueras

Con este panorama, y sin la hipoteca de la CUP, el único dilema en JpC y ERC es saber quién será el candidato del bipartito. Puigdemont exigirá que la Cámara autonómica se adapte a sus necesidades. Pero el próximo 11 de enero el juez del Tribunal Supremo podría dejar en prisión eludible bajo fianza a Oriol Junqueras, es decir, que el líder de ERC podría estar en Cataluña y, lo más importante, acudiendo al Parlamento de Cataluña para reivindicar su candidatura ante la imposibilidad de que Puigdemont ejerza de presidente de la Generalitat.

De esta manera, pese a que anoche, en la sede de ERC, las caras largas de sus dirigentes mostraban que las expectativas creadas eran las de acabar la noche siendo el partido más votado, con el mayor número de escaños y superando a JpC en su particular lucha por la hegemonía del bloque secesionista, con el pasar de los días mantener la Generalitat no se verá solo como un mal menor si Junqueras se convierte en la opción real para una investidura que se llevará a cabo antes del fin de la primera semana del próximo mes de febrero.

Los ocho escaños en el aire

Aun así, esta estrategia victoriosa por parte del nuevo bipartito formado por JpC y ERC está pendiente de ocho escaños parlamentarios que, si bien no tendrán problema para tomar posesión del acta de diputado -no es necesario que acudan físicamente a recoger la acreditación- sí podrían dejar esta mayoría secesionista debilitada. Son los escaños del mismo Puigdemont y de Toni Comín (ERC), Clara Ponsatí (JpC), Lluís Puig (JpC) y Meritxell Serret (ERC) que están en Bélgica y solicitados por la Justicia española como consecuencia del proceso judicial abierto que investiga posibles delitos cometidos durante su etapa de giobierno entre 2015 y 2017. Los cinco han conseguido entrar en la próxima Cámara autonómica.

A estos cinco escaños hay que sumar los del citado Junqueras y los de Joaquim Forn (JpC) y Jordi Sànchez (JpC), los tres en prisión preventiva en Madrid y que, al igual que los cinco de Bélgica, han obtenido el acta de diputado este jueves.

En este caso, los cuatro escaños de la CUP tampoco serían determinantes porque no sumarían más de los 65 que forman la oposición. Es decir, JpC y ERC se quedarían con 58 (los 66 menos ocho) y los cuatro de los antisistema no serían suficientes.

Por lo tanto, a partir de hoy Puigdemont y Junqueras empiezan a jugar la partida de la negociación para un nuevo gobierno catalán, la estrategia táctica para controlar el bloque secesionista y todo mientras la aplicación del artículo 155 de la Constitución sigue en pie. El bloque independentista ha perdido dos escaños, de 72 a 70, pero la gobernabilidad conjunta de las instituciones autonómicas catalanas, para los dos partidos que lideran este bloque, podría ser más fácil.

Tanto en JpC -y sobre todo en PDECat- como en ERC son conscientes de que han salvado el primer «match ball». El segundo es la elección del candidato de este nuevo bipartito. En este sentido, no cabe descartar un jugada como la que llevó a Puigdemont al Palacio de la Generalitat y que el elegido no sea ninguno de los dos «números uno» del nuevo bipartito.

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