«Añoro aquella Cataluña»

Se instalaron en Cataluña en buscade oportunidades. Ahora, apenas reconocen la tierra que les acogió

Cordón policial en Tarragona durante los disturbios del 1-O EFE

ESTHER ARMORA

Llegaron a Cataluña hace años; algunos, en busca de oportunidades; otros, para disfrutar de un retiro acogedor o dar solidez a sus proyectos empresariales. Pese a tener discursos políticos alejados, la mayoría de las personas que emigraron desde Europa o Ámerica a tierras catalanas en los años 80 y 90 no reconoce en la actual Cataluña aquella «tierra cálida y acogedora» que les arropó cuando llegaron.

«Me instalé aquí hace 22 años. Por aquel encontes había estabilidad política y cierta colaboración entre el gobierno autonómico, capitaneado por Jordi Pujol, y el gobierno central. Esa sintonía entre los dos ejecutivos nos daba tranquilidad y confianza», afirma en declaraciones a este diario Albert Peters, presidente de la Asociación de Empresarios Alemanes en España. Reconoce que «había, en general, una corriente positiva a favor de Cataluña pero también a favor de España». Ese «clima favorable» se respiró, según explica, en el terreno social y empresarial hasta «la llegada del primer gobierno tripartito».

«Ahí empezó a cambiar todo. El discurso independentista cobró fuerza y esa estabilidad empezó a romperse. En los últimos diez años, la tensión ha ido creciendo a la par que la inseguridad para nuestros trabajadores y negocios», añade este auditor y fiscalista. A su juicio, la única forma de reconducir la situación en la que está inmersa Cataluña es que el Gobierno y la Generalitat «hallen una vía de diálogo» y abran el camino del cambio «desde el respeto a la legalidad». «No se puede imponer un cambio unilateral sin el apoyo de la Constitución y de espaldas a millones de catalanes que no lo quieren», asegura Peters.

«No quiero renunciar a ella»

Peters ve poco probable que se produzca esta situación en su país, Alemania, porque «la Constitución vigente en Alemania favorece más la situación de las regiones». Este empresario, que lleva dos décadas en Cataluña, se siente, según afirma, parte de ella y se niega a renunciar a la cara amable de esta tierra, la que le atrajo en su día y por la que se atrevió a levar anclas de su país natal.

Por este motivo, el empresario pide a la sociedad civil y a los políticos un esfuerzo para reconducir la situación. « Decidí quedarme aquí porque era una tierra próspera . Soy optimista respecto a su solución», apunta. Habla en voz de todos los empresarios que han tenido que abandonar Cataluña en estos meses de conflicto y confusión. «Tenemos que devolver Cataluña a los catalanes y lograr que la gente de fuera y los del resto de España vuelvan a amarla. Añoro aquella Cataluña», concluye el presidente de los empresarios alemanes en nuestro país.

María José Arias Francés es oriunda de El Salvador, vivió varios años en en Pamplona y lleva ya diez en Cataluña, de donde es natural su pareja, que es independentista. Por ese motivo, ella, que se autodefine como unionista, dice tener «el alma separada ». La coyuntura catalana la ve desde dos perspectivas diferentes. «Por un lado hay, por motivos de raíces, ya que tengo ascendentes gallegos, un deseo de que no haya ruptura con España; pero, por otro, creo que todo el mundo debe tener derecho a decidir», apunta esta joven, que trabaja en una tienda especializada en productos británicos.

María José lamenta los hechos del 1-O y también que se hayan radicalizado las posturas de los gobiernos central y autonómico hasta la ruptura abrupta. Cuando se celebró el referéndum ilegal, ella y su pareja se encontraban en Argentina, donde, según explica, «llegaba una realidad mucho más extrema de la que se estaba viviendo en tierras catalanas».

«Me sentí acogida»

Esta joven, catalana adoptiva, se siente «vinculada emocionalmente a esta tierra y a sus gentes». «Llegué aquí hace años y me sentí muy bien acogida. Me duele realmente cuando critican lo catalán . Por eso, espero que Cataluña recupere de nuevo la normalidad». A diferencia de otros extranjeros que, según apunta, «viven en una burbuja de expatriados», a ella le gustaría que se hallara una solución «no traumática» para el conflicto catalán. «Parte de mi familia tiene raíces españolas. Tenemos vínculos con el país en el que hemos vivido. Sería una pena renunciar a ello», concluye.

Celine Verau, diseñadora de 50 años afincada en Barcelona a finales de los 80, añora también aquella Cataluña que la sedujo y por la que dejó París, donde sigue residiendo su familia. «Tenía clara la opción de Cataluña y no me decepcionó pero estos últimos meses han sido terribles», afirma a este diario. Reconoce, incluso, que, pese a estar en vías de comprar una vivienda en la capital catalana se planteó en algún momento abandonar la comunidad.

«Tengo clientes de los dos bandos, independentistas y defensores de la unidad de España. Por eso, y porque las posturas cada vez se han radicalizado más en estos últimos meses, prefiero no definirme». «Desde el 1-O todo ha sido muy complicado. Añoro esa Cataluña abierta, adelantada al tiempo y acogedora. Espero recuperarla», concluye Verau.

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