Ted Cruz durante un acto electoral este sábado en Iowa
Ted Cruz durante un acto electoral este sábado en Iowa - REUTERS

Ted Cruz en la tierra prometida

El senador ofrece un radical cambio conservador en Iowa, un estado de mayoría cristiana evangelista

Wilton (Iowa) Actualizado: Guardar
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Desde la interminable recta que desemboca en nuestro destino final, se aprecia una enorme pancarta con las mayúsculas JESUS. Está amarrada a la tierra que los hombres y mujeres de este estado han trabajado durante generaciones, como enseña la Biblia, que guía la vida de los habitantes del Iowa rural.

Wilton, un pequeño pueblo del oeste, ha habilitado para la ocasión una amplia sala de su biblioteca municipal, abarrotada por quinientas personas, que esperan a su favorito: Ted Cruz. Charlamos con dos pastores evangelistas que le respaldan. Es el soporte de la intensa campaña que el senador de origen hispano está llevando a cabo en su estado esperanza. Para un conservador cristiano, Iowa es la apuesta. Desde que el estratega Karl Rove llevara en volandas a la Casa Blanca a George W.

Bush movilizando a toda una comunidad de pastores y fieles que antes no votaba, el estado del Medio Oeste es propicio para quienes se ciñen a las Sagradas Escrituras. En 2008, venció Micke Huckabee, gobernador de Arkansas y ordenado ministro de la iglesia baptista. En 2012, el senador Rick Santorum, un católico combativo con las causas religiosas. Ninguno tuvo opción de ser nominado. Con la misma base, Cruz quiere ser el vencedor en 2016, y para ello va a ser el único en recorrerse los 99 condados.

La puesta en escena es tan cuidada que roza la perfección. Al senador Chuck Grasley, uno de los pocos aliados de Cruz en el establishment republicano, le sigue Heidi Cruz. La mujer del aspirante, guapa y eficaz ejecutiva del banco Goldman Sachs, de amargos recuerdos financieros, presenta a Ted como marido y padre de familia ejemplar. Con un eficaz mensaje que busca poner en el disparadero al principal rival, Donald Trump, asegura que Cruz «representa al verdadero conservador, y no por necesidades de campaña», y al «hombre de valores reales, y no por necesidades de campaña».

«Te quiero, Heidi»

El relevo resulta algo dulzón, cuando Heidi proclama su amor hacia Ted Cruz por «su forma de querer a su mujer, a su familia y a su país», a lo que el senador responde con un «te quiero», antes de relatar el año en que se enamoraron. Es el guión que le afianza como representante de los valores religiosos y de la familia.

Y continúa con un «Dios os bendiga». En Estados Unidos las referencias a la bendición de Dios son habituales. No hace falta ser republicano o conservador. No hay discurso del presidente Obama que no concluya con un «Dios os bendiga» y «Dios bendiga a los Estados Unidos de América». Está en las raíces del país. Pero en un mitin, en boca de Ted Cruz y en los oídos de sus seguidores, suena a propuesta programática.

Lo confirma el senador cuando en su decálogo de medidas presidenciales, anuncia que ordenará actuar contra «todas y cada una de las decisiones de la Administración Obama que contravengan la libertad religiosa». Es la defensa de la primera enmienda de la Constitución norteamericana, tan importante para Cruz como la segunda, protectora de la libertad de portar armas. Que también ensalza. El público está entregado. Al concluir, Jim Row, un padre que ha llevado a su numerosa familia, bebé incluido, a saludar al aspirante republicano, asegura a ABC: «La religión es lo más importante. Todo lo que no venga de la Biblia, fuera. Este país se fundó sobre la Biblia».

El anti-Obama

Ted Cruz hace una comprometida declaración de desmontar uno a uno los cimientos del legado Obama. La primera proclama es acogida con estruendo: «Cuando sea elegido presidente, anularé todas y cada una de las órdenes ejecutivas que ha firmado el presidente Obama en contra de la Constitución». El rosario de promesas posteriores entusiasma al público: «Anularé el catastrófico acuerdo con Irán», «Llevaré la embajada de Estados Unidos en Israel a Jerusalén, su verdadera capital», «Derrotaré a Daesh, pero no para contenerlo, sino pero aniquilarlo por completo»… Un relato culminado con la alusión a la «revolución Reagan», que para Cruz se resume en esta frase: «La nefasta gestión de (Jimmy) Carter nos dio a Ronald Reagan; la de Obama nos va a dar a la mejor generación de líderes republicanos, que respetamos los valores cristianos».

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