Hillary Clinton y una asesora, en el avión de la campaña demócrata
Hillary Clinton y una asesora, en el avión de la campaña demócrata - AFP

La conmoción por los últimos emails de Clinton dispara a Trump en los sondeos

La reapertura de la investigación del FBI reaviva las esperanzas del candidato republicano

Corresponsal en Washington Actualizado: Guardar
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La campaña ha dado un giro radical. Es pronto para valorar en qué medida, pero el repunte que había logrado Donald Trump los días previos se ha convertido en un inopinado espaldarazo a diez días de la elección presidencial. La revelación del director del FBI, James Comey, del hallazgo de nuevos correos electrónicos que afectan a Hillary Clinton, durante una investigación por un escándalo sexual al marido de su asesora personal, Anthony Weiner, aunque nada tienen que ver con el caso de su servidor privado, ha caído como una bomba en un proceso que navegaba aparentemente hacia la victoria de la candidata. Un ejército de cargos demócratas y afines secundaba ayer al unísono la exigencia de Clinton de una aclaración pública a Comey, en el ojo del huracán por haberse saltado la directriz de «discreción» de la Fiscal General, Loretta Lynch.

La última encuesta, publicada ayer por «The Washington Post» y la cadena ABC, previa al estallido, reducía a sólo dos puntos la ventaja de Clinton.

Una carta del director de la Oficina de Investigación al Congreso, el viernes, fue el detonante del terremoto político que atenaza la campaña presidencial. A requerimiento del Legislativo, controlado por los republicanos, para aclarar si había algo nuevo en torno al escándalo de los e-mails, Comey destapaba la caja de los truenos al alegar que en la investigación al exdiputado dimitido Weiner, marido de Huma Abedin, brazo derecho de Clinton, el FBI había interceptado correos, en el ordenador de la pareja, que citan a la candidata demócrata. Pero el mayor problema era su indefinición, al no haber trascendido el contenido: no es capaz de aventurar «su alcance real ni el tiempo que durará la investigación». En una segunda carta, dirigida a todo el personal del cuerpo, su director ya asumía «el riesgo de malentendido» por la revelación, que aseguraba haber realizado «en interés del pueblo americano». El matiz de que los correos «no han sido ni enviados ni recibidos» por Clinton no ha servido como tranquilizante.

Después de la escueta comparecencia de la aspirante a presidenta en demanda de aclaraciones, ayer, el director de su campaña, John Podesta, arremetía contra Comey por «arrojar insinuaciones y no aportar hechos».

La repercusión de los escándalos sexuales que habían salpicado y casi hundido a Trump las últimas semanas, da ahora el relevo a los emails de la candidata demócrata, un escándalo surgido a raíz del uso de un único servidor privado durante su etapa de secretaria de Estado (2009-2012), que alcanzó su apogeo durante la investigación del FBI en los meses de primavera y que había quedado apagado desde que la Agencia acordara no recomendar una actuación judicial contra ella en julio. A pesar de su comportamiento «extremadamente descuidado».

Con más de 18 millones de estadounidenses que han pasado ya por las urnas, gracias al llamado «early voting» (voto anticipado), implantado en más de la mitad de los estados, Donald Trump se aferra a su última oportunidad para voltear la elección. Con la máxima de que «se trata del mayor escándalo desde el Watergate», los nuevos correos electrónicos se han convertido en el mejor refrendo a su mensaje permanente de que Hillary representa la «corrupción». Ayer se recordaban las declaraciones premonitorias del magnate, hace quince meses, incluso antes de que comenzaran las primarias, de que la clave de los emails de Hillary Clinton estaba «en el ordenador de Weiner y Abedin». Por ahora, su predicción va por buen camino.

Apuesta por Trump

El giro a la campaña otorgó ayer un papel destacado a la minoría de pronosticadores que augura un triunfo de Trump. El experto demoscópico Frank Luntz, célebre por sus «focus groups» (grupos de opinión ciudadana), sostiene que, en este momento, un repaso por estados dejaría a la candidata demócrata por debajo de los 270 delegados electorales que otorgan la victoria. Allan J. Lichtman, profesor de Historia de la American University, que pasa por ser uno de los pocos que han acertado el ganador en los últimos treinta años, prevé la victoria del aspirante republicano: «Las claves históricas, en las que yo me baso, apuntan a un triunfo de Trump por un estrecho margen».

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