En el corazón del Elcano

En el corazón del Elcano

El día siguiente al salir de puerto es festivo para la dotación del Juan Sebastián de Elcano, pero en la mar nunca se descansa. Los guardiamarinas han comenzado la fase de instrucción y este martes el comandante les impartirá la conferencia inaugural. Saben que ha empezado lo duro y cada turno de guardia se emplea a fondo.

 

Uno de ellos toma notas en la sala de control de máquinas del buque escuela mientras los suboficiales de ese destino le explican hasta el más mínimo detalle de la consola. «Acabo de llegar. Son muchas cosas que me apunto para luego estudiarlas», explica. Estará aquí una semana y después seguirá rotando por todos los puestos del Juan Sebastián de Elcano durante su aprendizaje. De momento, se afana para empaparse de todo, consciente de que al terminar su turno tendrá que dar novedades al oficial y al comandante de la guardia y éstos le harán preguntas sobre este destino.

 

De agua salada a dulce

Desde la consola que tiene delante se controla el motor principal de propulsión y los auxiliares, los compresores de aire acondicionado, la cámara frigorífica, las calderas, la planta de tratamiento de aguas residuales, la temperatura de las chumaceras (donde se apoyan los ejes del barco) y la bomba de duchas y de baldear. Además, en la misma sala están los cuadros eléctricos y los controles de alarmas, de lectores de fuego y de puertas estancas. Absolutamente todo es imprescindible para el funcionamiento, la seguridad y la habitabilidad del Juan Sebastián de Elcano.

 

Cuando se cruza el umbral de la puerta de acceso al cuarto de máquinas de este buque, el visitante entra a un mundo de motores, máquinas y recambios poblado de escaleras que bajan hasta la parte más profunda y a popa del barco. Aquí hay guardia las 24 horas del día y cada 60 minutos se pasa ronda para comprobar la temperatura, los niveles y realizar inspecciones visuales de los equipos.

 

Al cabo primero más antiguo de máquinas se le denomina ‘de cargo‘ y tiene la responsabilidad de controlar todos los fluidos del barco, algo fundamental y vital. Tanto es así que aquí se localizan, por ejemplo, los osmotizadores que transforman el agua salada del mar en agua dulce que se consume en el buque escuela. Cada hora, las dos plantas potabilizadoras tienen la capacidad de convertir 2.400 litros de agua en apta para el consumo humano.

 

El Juan Sebastián de Elcano continua su trayecto hacia Las Palmas, con las velas desplegadas pero el motor siempre a punto para ser empleado. Y en la sala de máquinas se sigue trabajando para abastecer a esta pequeña ciudad.

 

Entresijos de Elcano
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