Caballo Blanco: Emblema del turismo de la provincia, ahora desvalijado y destrozado
Caballo Blanco: Emblema del turismo de la provincia, ahora desvalijado y destrozado - m. almagro
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Radiografía de un abandono en El Puerto

El Caballo Blanco, el Cangrejo Rojo, el Duques de Medinaceli o el camping Guadalete siguen cerrados y rendidos a la ruina a la espera de que se resuelva su futuro

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Hubo un tiempo en que a personajes de fama nacional e internacional les gustaba lucirse por El Puerto. Vestía, decían. Tiempos también de habituales visitas reales, desde Don Juan, a Juan Carlos o Felipe, de estancias de primeras figuras del toreo y de momentos de descanso y diversión para los deportistas más admirados. Autógrafos, paparazzis, couché, fiestas... Tiempo de la Joy, de popularidad y de despegue turístico.

También momentos en los que el pueblo marinero se acomodaba a la modernidad europea, traída por belgas y franceses a playas que se destapaban ante las sorprendidas miradas más conservadoras. Épocas que se recuerdan como aquello que fue. Una ciudad que se acostumbró a las visitas, al turista. Que pasó de la hospitalidad a la necesidad cuando la pesca o la industria no dieron más de sí.

Pero, el pasado pasó y el presente se pinta ya de otra manera. La postal ha cambiado y sitios que fueron escenario de cientos de anécdotas hoy están cerrados y entregados a la desidia. El Caballo Blanco o el Cangrejo Rojo son escaparates visibles de esta descomposición.

La basura se acumula en todas las estancias
La basura se acumula en todas las estancias

Para andar por el primero, el Caballo Blanco, hay que ir con cuidado. Cientos de cristales, maleza enmarañada, cables, y documentos retratan una historia, ahora por los suelos. «Lo hemos denunciado en varias ocasiones», cuenta Francisco Olmedo, presidente de la asociación de vecinos de Valdelagrana. «Es un problema de salubridad pero también de seguridad». Okupas, indigentes, drogadictos, vándalos... por allí ha pasado ya todo un catálogo de nuevos ‘huéspedes’. Se ha robado hasta destrozar incluso falsos techos: telefonillos, puertas, marcos, columpios, ventanas, cajas registradoras, azulejos....No queda nada, el esqueleto y poco más. «La marca Caballo Blanco era un referente y prestigiaba a la barriada. Ha tenido una proyección internacional y hoy... es un foco de infección», lamenta.

Las pintadas se pueden ver por todo el recinto
Las pintadas se pueden ver por todo el recinto

En 1962 abría en lo que se conoce como el Coto de Valdelagrana este emblemático hotel. Entonces, motel. De esos de carretera pero con lustre. «Todo el mundo se quería hospedar ahí, daba prestigio», recuerda Alberto Gavilán, comerciante en Valdelagrana desde los setenta. «Hubo una Valdelagrana que estaba de moda. Recuerdo hasta agencias de periodistas que estaban aquí para seguir a los famosos». Pero aquello se fue abandonando, se fue apagando y se consumió. «Parecía que nadie se daba cuenta que el fuego había que avivarlo y ahora cuesta recuperar la zona».

Cerrojo al futuro

Fue en octubre de 2006 cuando se echó el cerrojo a 44 años de historias. Sobre la mesa se quedaba un proyecto de ampliación por el que la promotora Aicosur compró el establecimiento a Meliá por 6,1 millones de euros. A la cadena hotelera ya no le era rentable el negocio y, entonces, comenzó la cuesta abajo. La crisis y los cuestionados intereses urbanísticos para esta golosa parcela de unos 30.000 metros cuadrados hicieron el resto. Se habló de 80 puestos de trabajo, de un hotel completamente renovado, de un spa y de una galería comercial anexa pero, finalmente, el tiempo pasó y las posibilidades se esfumaron. Al igual que el ladrillo que ya no resultaba tan tentador para los acuerdos de despacho. Aicosur entró en concurso de acreedores y, como parece ya una costumbre, el recinto cayó en manos de un banco.

«Hay instrumentos legales suficientes para hacer algo y poder actuar de forma subsidiaria», lamenta el presidente vecinal. «Mira, se está haciendo un acerado estupendo en la calle trasera. No tiene sentido que se gasten ese dinero teniendo justo en frente eso así. ¡Es lamentable!».

Pero hay más. El nuevo PGOU de la ciudad sí tiene claro el futuro para esta parcela. 24.059 metros cuadrados con una edificabilidad máxima de 13.800 con uso hotelero pero en los que sí quedan reservados 3.500 m2 para poder construir un máximo de 14 viviendas. Ahora, alguien tendrá que ejecutarlo.

El camping del olvido

Al lado, sin tener que andar mucho, se encuentra otra de esas zonas olvidadas, que se han convertido también en vertederos espontáneos para los más incívicos. Se trata del viejo camping Guadalete, un lugar, regentado durante décadas por una pequeña empresa familiar con bastante éxito. Hasta que la propietaria de los terrenos, la Diputación de Cádiz vendió la parcela a la promotora Urbis en 2002, que más tarde los traspasó a una constructora que no pudo levantar ni un ladrillo sino respetaba el uso hotelero, el marcado por la normativa.

En la puerta del antiguo camping se acumulan restos de obras y otras basuras
En la puerta del antiguo camping se acumulan restos de obras y otras basuras

Lleno entonces de basura, son los propios vecinos los que han denunciado el caso en varias ocasiones. La respuesta la obtuvieron el año pasado cuando el Ayuntamiento cifró en más de medio millón de euros el coste de los arreglos y el adecentamiento para justificar que no se podían hacer cargo.

«Recuerdo que nos preocupamos cuando vimos que Diputación ponía esas cinco hectáreas a la venta. Vimos en esa zona un espacio ideal para hacer un centro social, una piscina pública, o algo que revertiera a Valdelagrana pero, como siempre, se vendió a la especulación».

De club social a pinar sin control

Ya en otra zona, a unos cuantos kilómetros, se repite la historia. En este caso, en el Club Med, el que fuera un club de vacaciones de ensueño para turistas extranjeros, ahora es un lugar fantasmagórico rodeado de pinos, donde bungalows, piscina y terraza se resisten en pie a dura penas.

Ya no se escuchan en Andalucía Real o en Vistahermosa a los animadores megáfono en mano dando rienda suelta a la diversión, ni tampoco se ven las excursiones de bicis donde decenas de belgas, frances e ingleses colorados por el sol se animaban a conocer la zona. Tampoco hay rastro de las actividades acuáticas que se hacían en la playa de Mochicle ni de las aventureras guiris que hacían top less cuando eso era un 'europeísmo' casi inasumible por las locales. Ahora, tras el cierre de la instalación en 2007 con el despido la plantilla solo queda una empresa de vigilancia que evita que el Club Mediterráneo sea un 'caballo blanco' más.

En una de las antiguas entradas al Club Med se acumula basura y yesca.
En una de las antiguas entradas al Club Med se acumula basura y yesca.

«Ahí no podan ni un árbol. Cualquier día salimos ardiendo», advierte uno de los vecinos. «Es una pena como está eso... con lo que fue... Recuerdo que todos los martes había fiestas y que daban a esta zona un prestigio muy importante.Todo el mundo quería colarse porque eran muy divertidas...» Más de cuarenta años después, lo que fue sólo se recuerda. Se guarda en el anecdotario de treintañeros para arriba. Una valla forrada por hojas y plantas que todavía sobreviven separan el mítico Club Mediterranee de la realidad: que es pasado.

Una de las instalaciones del club, deteriorada
Una de las instalaciones del club, deteriorada

Tras prescindir la cadena de este resort en El Puerto, la empresa catalana Heron lo compró para hacerse cargo. Eso sí, con un condicionante aprobado en Pleno tras el cierre del establecimiento: que se respetase el uso hotelero de la parcela.

Pero, tras consultar el Plan General que dicta exactamente lo que se permitirá, se pueden sacar otras conclusiones. Estos 85.000 metros cuadrados de suelo –anexos a una de las zonas verdes más importantes que se conservan en el municipio y pegados a la playa– reserva 16.000 de esos metros cuadrados para viviendas, unas 120 casas, un espacio de 10.000 m2 para un hotel y la posibilidad de levantar 134 apartamentos turísticos, por lo que la primera idea de que siguiera teniendo la misma línea turística ya no se cumplirá.

La historia continúa también por el casco histórico y llega hasta el mejor hotel del que presumió la provincia durante al menos unos años: el Duques de Medinaceli, de la quebrada promotora local Jale. Cerrado en 2012, esta antigua casa palacio también resiste al tiempo como puede. Sus hermosos jardines ya no lo son tanto, y su entrada destartalada despista a más de un turista que pasa por la puerta recién bajado del tren y todavía ve el característico cartel azul del hotel que fue. Al parecer, en manos de un banco, en los últimos meses un grupo inversor se ha interesado por su reapertura. Pero de nuevo tenían una premisa: construir en la zona aledaña al famoso jardín botánico. Querrían así ampliar el número de habitaciones.

Puerta principal oxidada y destartalada del Duques de Medinaceli
Puerta principal oxidada y destartalada del Duques de Medinaceli

Mientras tanto, llega un nuevo verano y la ciudad espera seguir creciendo en plazas hoteleras y apostar de una manera decidida por el turismo como uno de los salvavidas de su economía. En el camino queda lo de siempre: negociaciones, inversores, intereses, y resolver lo que sea necesario para avanzar. Mover lo estático y darle vida a lo ahora muerto.

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