Campos de olivos en la provincia de Jaén
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EMPRESAS

La revolución «exótica» del aceite de oliva

El grupo americano California Olive Ranch, el australiano Boundary Bend y el chino Aoilio empiezan a adquirir una dimensión relevante

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Aunque los cambios en el mundo del olivar acontecen lentamente, en los últimos quince años se ha producido una transformación que puede afectar a la evolución global de los precios. Países que no son del ámbito mediterráneo están implantando este cultivo con éxito, utilizando explotaciones intensivas y superintensivas que pueden ser rentables cuando la cotización del aceite apenas roza un euro (una finca tradicional es viable a partir de los dos euros). «Este movimiento empezó fundamentalmente en Portugal, pero ya se ha comprobado que en regiones con latitudes equivalentes y con una temperatura adecuada puede arraigar bien el olivo; el ejemplo más claro es Argentina, que ya se ha convertido en el décimo productor mundial», indica Juan Vilar, vicepresidente ejecutivo de GEA Iberia y responsable internacional de aceite de oliva del grupo.

En este proceso están surgiendo algunos gigantes exóticos en el negocio aceitero que jugarán un papel relevante en el futuro. Quizá uno de los principales ejemplos esté en EEUU. Se trata del grupo estadounidense California Olive Ranch, fundado en 1998 y en cuyo capital hay inversores latinoamericanos y españoles (como la familia catalana Sumarroca, que a través de su empresa Agromillora fue pionera en la plantación de olivar intensivo y superintensivo). En un principio esta compañía se centró en consolidar el negocio agronómico con la expansión de estos árboles en una zona donde el cultivo tradicional era el almendro. Sin embargo, desde 2008 ha desarrollado un enorme esfuerzo para consolidar su propia marca, ha realizado adquisiciones como la firma Lucini (un importador de aceite con sede en Miami) y tras esta operación ha dado entrada en su capital a grupos con músculo financiero (la compañía argentina Molinos Río de la Plata se ha hecho con un 25% de California Olive Ranch). Según publicó Bloomberg, los ingresos de esta compañía en 2015 fueron de 73 millones de euros, pero en los próximos tres años superarán los 220 millones.

En el último Foro Empresarial del Aceite de Oliva organizado por Cajasol, el consejero delegado de Borges, Josep Pons, lanzó una advertencia: «No despreciemos a los nuevos jugadores, ya hemos visto lo que ha ocurrido en Australia». Y es que en las antípodas también ha surgido otro competidor. Este país consume 40.000 toneladas al año y más del 50% de su cuota de mercado ya lo copa una compañía local. Al igual que California Olive Ranch, la firma Boundary Bend nació en 1998 con una pequeña explotación de 200 hectáreas junto al Estado de Victoria. Puso en marcha una explotación de olivar superintensivo de 7.000 hectáreas y ha comprado a sus dos competidores australianos (las firmas Cobram Estate y Red Island). Su último movimiento ha sido desembarcar con una almazara en California, donde tiene planes para sembrar miles de hectáreas.

«La expansión del cultivo en zonas que tradicionalmente no han sido consumidoras tiene un efecto muy positivo en las ventas, allí donde crece el conocimiento local del olivar se eleva el consumo, y dado que son producciones pequeñas, es una oportunidad para elevar las exportaciones españolas», recuerda Juan Vilar. Sin embargo, este experto también cree que hay que analizar cómo es el sector en España y qué características tiene en estos países emergentes. «El 75% del olivar está en los países mediterráneos, la mayoría es tradicional y ello implica que en un entorno de precios inferior a los 2,2 euros no es rentable, además, el tamaño medio de las fincas es muy pequeño, están muy atomizadas». Frente a ello, los nuevos olivares intensivos y súperintensivos son el 25% del cultivo a nivel mundial, es una minoría «pero en el futuro puede influir decisivamente en la formación de unos precios más competitivos y ajustados, aunque ahora sea más difícil percibirlo dadas las buenas cotizaciones del aceite en las última campaña».

Y es que tras la estela de Australia y Estados Unidos, surgen nuevos «gigantes exóticos». El consorcio de inversores y agricultores chinos Aoilio —respaldados por el Gobierno— ha puesto en marcha la primera línea de elaboración de aceite de oliva en el gigante asiático. La planta, que se encuentra en la provincia de Xichang, al sur del país, comenzó a funcionar hace un año en una finca que en las próximas dos décadas debería alcanzar las 22.000 hectáreas de súperintensivo. Al igual que en California y Australia, es una empresa integrada verticalmente (controla la producción y la comercialización).

Detrás de casi todos los proyectos olivareros siempre hay «know how» español. En el caso de China está jugando un papel relevante Xavier Marqués, CEO de North American Agro-Investments, un catalán que ya ha asesorado la mayoría de las plantaciones de olivar en California.

Para el director de Oleoestepa, Álvaro Olavarría, «en las 22.000 hectáreas de olivar superintensivo que se prevén que estén en explotación en los próximos 20 años en China producirían unas 30.000 toneladas de aceite, y esta cantidad es mínima para los más de 1.300 millones de chinos que pueden aficionarse al consumo de aceite, por lo que tendrían que comprar más producción de países oleícolas como España».

Juan Vilar remarca que «más del 80% del aceite de oliva producido en el mundo se consume en los países productores; la expansión del cultivo es una oportunidad valiosa para nuestros olivareros». Sin embargo, esta reflexión no puede tapar la realidad de que el sector cambia. «Ahora mismo la finca más grande del mundo se encuentra en Uruguay, con una superficie de 17.000 hectáreas, y anteriormente se hallaba en Australia y antes en Portugal; son empresas mecanizadas y extremadamente eficientes, hay que estudiar cuál es la situación de las explotaciones en España y qué medidas tomar para mejorar la renta de los agricultores vía incremento de competitividad».

La nueva realidad internacional del olivar exige aplicar «dos vías estratégicas complementarias, incidir en un incremento de precios vía diferenciación cualitativa y singularizando del producto, apoyado por la necesaria promoción del consumo, y por otro lado mejorar la competitividad de las explotaciones vía reducción de costes mediante cooperación, integración e intensificación de cultivos», concluye Vilar.

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