ANÁLISIS

Una mina en la Junta

El papel de dos directoras de Industria (antes María José Asensio y ahora Natalia González) es clave en el impulso político a la minería

Imagen de una de las galerías de Matsa ABC

LUIS MONTOTO

No son muchas las ocasiones en las que Andalucía puede sacar pecho ante un conjunto de directivos de 400 grandes compañías industriales de todo el planeta. En los días previos al «pescaíto», el Congreso Internacional de Energía y Recursos Mineros en el Hotel Barceló Renacimiento orbitó en torno a tres realidades como Matsa, Atalaya y Cobre las Cruces , que ya rozan un n egocio conjunto de 1.000 millones de euros .

Todos estos proyectos nacieron en una coyuntura de crecimiento desorbitado en el precio de los metales (el llamado «súper-ciclo»), pero entre 2015 y 2017 han aguantado con plena solvencia un periodo crítico de brusca caída en las cotizaciones , lo que ha demostrado su fortaleza para continuar identificando y extrayendo recursos durante décadas en la Faja Pirítica, y ha servido de polo de atracción para nuevos operadores (como Grupo México en Aznalcóllar).

El éxito de estas explotaciones se debe, sin duda, al acierto en la estrategia de cada una de estas compañías, pero también es de justicia destacar la aportación de dos mujeres que han cogido «pico y barrena» para que la Junta de Andalucía acompasara el ritmo de las necesidades de un sector tan intensivo en capital que requiere una mínima certidumbre en los plazos y los trámites burocráticos.

El papel de la onubense María José Asensio como directora de Industria, Energía y Minas fue fundamental. Participó en todos y cada uno de los foros del sector, escuchando a inversores e ingenieros , trazando muy claramente las exigencias y límites de la Junta y, en ocasiones, hasta pidiendo públicamente perdón cuando algo se hizo mal desde el punto de vista técnico (y rectificando rápidamente). La franqueza con la que recibió a todos los inversores interesados en la Faja Pirítica fue utilizada de forma torticera por la microempresa que perdió el concurso de Aznalcóllar. La Guardia Civil ha desmontado todas las mentiras que se vertieron sobre Asensio, pero para entonces ya había salido de la política... Así es la «cosa pública».

Si Asensio tuvo que abandonar de forma abrupta la Secretaría de Industria, fue todo un acierto elegir como sucesora a una persona que aúna el rigor de la función pública con el grado de apasionamiento necesario para implicarse de lleno en el nuevo impulso que necesita el sector (hay en juego inversiones de cientos de millones de euros para alargar y expandir la actividad de las minas). En el pasado congreso internacional, Natalia González estuvo en todas las jornadas, hizo de anfitriona de los directores generales de Industria del resto de comunidades, atendió con atención a posibles inversores… Es decir, convirtió a la Administración andaluza en un «factor competitivo» para la atracción de empresas. No se puede negar que esta parcela de la Junta , antes con María José y ahora con Natalia, es una mina para la economía andaluza.

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