Miguel García Gutiérrez y Enrique Fernández Haya, en la fábrica de sombreros de Isesa
Miguel García Gutiérrez y Enrique Fernández Haya, en la fábrica de sombreros de Isesa - PEPE ORTEGA

Isesa forja un «campeón ibérico» del sombrero

La entrada en su capital del grupo portugués Fepsa ha sido el último paso de una transformación de la empresa

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Isesa acaba de culminar la penúltima transformación de su historia con la forja de un «líder ibérico» en la fabricación de sombreros. La compañía sevillana —conocida por ser el líder en la fabricación de sombreros para la comunidad de judíos ortodoxos de Brooklyn— ha logrado reorganizar su accionariado este año con la entrada en su capital de Fieltros Portugueses (Fepsa), que se ha hecho finalmente con un 40%. El nuevo socio se dedica a fabricar exclusivamente el fieltro, que es la materia prima a partir de la cual se elabora el sombrero.

«Antes de esta operación teníamos ochenta accionistas, ahora el número se ha reducido a 25 y, entre ellos, hay un grupo de cinco propietarios que en la práctica mantienen el control», indica Enrique Fernández Haya, presidente de Isesa.

Con este movimiento «han ganado los que han decidido irse, que reciben una retribución por sus acciones, y han permanecido aquellos que están realmente comprometidos con el potencial de la compañía». En paralelo, la alianza con Fepsa «ha creado sinergias inmediatas, pues nos da un servicio de suministro como socio prioritario, nos procura el acceso a nuevos clientes y nos ayuda en el desarrollo de nuevos proyectos porque compartimos información confidencial», remarca el empresario.

El desembarco de esta firma portuguesa es parte de una estrategia que ha cambiado radicalmente a esta empresa hispalense. En 2006 asumió la presidencia Enrique Fernández Haya, que fue director de producción de Heineken España, que fichó como director general al joven ingeniero Miguel García Gutiérrez. En estos años los propietarios decidieron vender el conjunto de edificios en los que se situaba su antigua fábrica (una unión de varias fincas en la calle Castellar) para trasladarse a la nueva planta en Salteras. «Después decidimos subcontratar la fabricación de fieltros a Fepsa para centrarnos en lo que mejor sabemos hacer, que es el diseño y la elaboración del sombrero en sí mismo». En 2012 se dieron nuevos pasos con un plan para optimizar la producción, simplificando la cadena de fabricación, ajustando el stock y planificando todo en función de la demanda. «Sin hacer una inversión relevante, la factoría pasó de fabricar 28.000 unidades a más de 46.000 y mejoró la productividad en un 40%», remarca.

Productos propios

Isesa también creó un departamento de diseño para reforzar los productos propios. «En un momento en el que parecía que se perdía el interés por la calidad y se deslocalizaba la producción hacia países asiáticos, la única forma de competir era dirigiéndonos a ese público para el que prima la gran calidad y el valor de lo artesanal». En este momento fabrican para las principales marcas de moda, aunque por acuerdos de confidencialidad no pueden revelar el nombre de estos clientes.

Por último, ha puesto el foco en la exportación. Aunque ha conseguido contratos como el suministro de sombreros para los carabineros de Colombia, su gran tabla de salvación sigue siendo la comunidad judía de Estados Unidos e Israel. Esta relación comenzó en los años ochenta y en estos años han potenciado su relación. También está analizando otros mercados, como el de las comunidades de Amish.

Toda esta estrategia ha tenido un impacto claro en las cuentas. En 2016 sus ventas ascenderán a 3,8 millones de euros (un 75% más que en 2007, cuando su negocio era de 2,15 millones); y el beneficio operativo (ebitda) en 2015 fue de 370.000 euros, frente a los 126.000 euros de 2007. Isesa (que tiene 12.700 acciones) repartía en 2007 un dividendo de 1,5 euros por cada uno de los títulos, una cifra que hoy roza los seis euros.

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