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ANÁLISIS

China sobrevuela Aerópolis

La compañía asiática Hengrui Corporation marca una tendencia al intentar adquirir a la andaluza Aeroepoxy

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No se pude decir que la aeronáutica andaluza esté precisamente para tirar cohetes (por utilizar un símil tan afín a este sector). Hay caídas en el ritmo de producción del súper-jumbo A380 y crisis de ventas en el C295 (producto hecho en Sevilla en un alto porcentaje); unido a las eternas vicisitudes del A400M (y la descapitalización de directivos españoles como consecuencia recurrente). Y como efecto de todo ello, recortes de empleo en la propia Airbus y en sus principales proveedores, como Alestis, Aciturri, Aeroestructuras Sevilla, Sofitec... y otras tantas. A pesar de cargar con todos estos problemas, este grupo de compañías tiene algo difícil de obtener: una experiencia de décadas en la entrega de piezas para la industria más exigente del mercado tanto en términos de calidad como de certificaciones.

Déjemos a un lado las tribulaciones del sector en Andalucía y pongamos ahora el foco en una operación que se ha frustrado y que muy pocos conocen. La ha protagonizado una compañía china llamada Hengrui Corporation, que quiere convertirse en un actor relevante dentro del negocio de la fibra de carbono (un material más ligero y resistente que las planchas de metal y en cuyo manejo España ha sido pionera). Su principal accionista es Yongtao Gu, empresario de buena familia y gran conocimiento de nuestro país (ha estudiado en Barcelona).

Tras adquirir maquinaria a Carbures, en las últimas semanas Hengrui ha intentado comprar Aeroepoxy, un firma con sede en Linares que sufre serias tensiones de liquidez y que entró en la órbita de Airbus gracias a su conocimiento en la elaboración de piezas de pequeño tamaño de fibra (se hacen con planchas de presión en vez de con autoclave). El acuerdo final no ha sido posible, aunque la oferta china era más que razonable tanto en la valoración de Aeroepoxy como en las inversiones comprometidas para su futuro inmediato. En cualquier caso, el objetivo final de Hangrui Corporation es capacitar con nueva tecnología su fábrica en Jiangsu, desde donde quiere apoyar la expansión del negocio del autómovil y la aeronáutica en el gigante asiático.

¿Se trata de una pequeña anécdota? Según un informe de EY, solo en el primer semestre de 2016 los inversores chinos se gastaron 9.700 millones de euros en la compra de 37 empresas (la mayoría en sectores tecnológicos). Andalucía no es Alemania y el mercado de empresas tecnológicas es reducido. Sin embargo, Hengrui no será el último inversor chino que sobrevuele un tejido productivo que anda muy sobrado de experiencia, pero no de músculo financiero ni de capacidad de gestión. En los próximos meses se venderá el grupo vasco Aernnova, mayor proveedor aeronáutico nacional por delante de Aciturri y Alestis. Será interesante conocer el comprador final, pues ofrecerá la clave de quién está pujando económicamente por dotarse de conocimiento en un ámbito tan goloso como el aeroespacial. Y lo que desde luego es muy probable es que en los próximos años un grupo relevante de compañías dejarán de tener capital nacional.

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