Esta casa es una ruina (física)

Una mala elección de materiales o descuidar el mantenimiento puede dañar la salud. Es el «síndrome del edificio enfermo»

En todos los edificios se pueden ver patologías evidentes de deterioro o antigüedad, como grietas o humedades en techos y paredes. Pero más difícil es darse cuenta de los problemas que tenemos en casa o en la oficina cuando éstos no se ven aunque sí repercuten en la salud de quienes en ellos habitan. «Las personas se sienten mal y la causa está en los materiales utilizados o en la forma que se han colocado», afirma José Almagro, CEO de Sto Ibérica, empresa especializada en la edificación sostenible y el diseño. Advierte de la necesidad de que exista sintonía entre el uso del edificio y las personas «para encontrar la solución adecuada a cada caso». No se trata del valor económico de los materiales sino de la necesidad de ser elegidos «en función al uso y a las personas».

Por ejemplo, a veces conviene más aislar las casas por dentro y no desde fuera. «Cuando se aísla por fuera se baja el consumo de la calefacción. Pero si el edificio va a ser un hotel, donde se usa más el aire acondicionado, el aislamiento se hace por dentro», puntualiza José Almagro. Otro error habitual se produce con las pinturas, «donde se ignora su finalidad» y se tiende a utilizar una normal, matiza. Hoy en día, por ejemplo, hay pinturas que reducen los campos electromagnéticos para que no dañen a los bebés. Y la acústica es otro punto muy importante porque «cuando se trabaja en un espacio acústicamente tratado se logra una mayor productividad», añade. José Almagro cree que actualmente hay más conciencia al elegir los materiales «y se buscan soluciones duraderas. La rotación de viviendas es menor y se pretende construir para un tiempo largo». Al construir o remodelar un edificio, recomienda tener en cuenta «su salubridad, la calidad del aire, el confort térmico, el confort acústico y los materiales».

Naúseas, jaquecas, mareos o irritación de vías respiratorias y piel son los síntomas

Desde Hocinsa, empresa dedicada a las reformas de viviendas, recuerdan que los materiales han evolucionado y tienen más exigencias. El tabique de ladrillo ha dado paso al pladur, más ecológico, y en las pinturas «muchos clientes ya no aceptan los de componentes tóxicos», resalta Horacio Moreu, director de Hocinsa. En el caso de la iluminación, «se ha pasado de la luz incandescente a la tecnología led», añade.

La OMS define el síndrome del edificio enfermo como el conjunto de enfermedades originadas o estimuladas por la contaminación del aire en espacios cerrados. Es el resultado de un mal diseño de ventilación, falta de mantenimiento o equipos que no cumplen las necesidades del edificio. Un problema relacionado directamente con la mala elección de materiales. Jaquecas, núseas, mareos irritaciones de las vías respiratorias, piel y ojos son algunos de los efectos que produce este síndrome y se puede convertir en crónico. «Se ha demostrado que las principales causas o factores que contribuyen a la aparición de este síndrome están relacionados con los materiales utilizados en su construcción», explica a ABC Inmobiliario Josefina del Prado, tutora del Master en Prevención de Riesgos Laborales del IMF Business School.

Encontramos contaminantes químicos provenientes del interior que «causan la contaminación del aire del edificio. Entre ellos destacan los adhesivos, colas, pegamentos, enmoquetado, tapicerías, elementos de madera, fotocopiadoras, insecticidas, productos de limpieza, PVC... estos pueden emitir compuestos volátiles orgánicos, como los formaldehídos que causan efectos nocivos sobre el aparato respiratorio». Además están los contaminantes químicos que llegan del exterior. «Por ejemplo, los gases provenientes de tubos de escapes, chimeneas, salidas de aire de cocinas o cuartos de baño del mismo edificio o de otro», resalta la docente. Todos ellos pueden penetrar al interior del edificio a través de tomas mal colocadas de ventilación, ventanas u otro tipo de elementos abiertos al exterior. Y por último, los contaminantes biológicos como « bacterias, mohos, polen y virus».

Tal y como recuerda Del Prado, «en la mayoría de los edificios la ventilación suele estar bien diseñada, pero su funcionamiento suele ser el factor deficitario». A veces, un intento de ahorro de energía, un mal conocimiento de su sistema de operación, el cambio de la distribución para el cual estaba diseñado, etc. «pueden dar lugar a una ventilación insuficiente o mal repartida». En este aspecto, la Ley de prevención de riesgos laborales ha jugado un papel clave para la mejora de los edificios porque «exige el diseño ergonómico de los puestos de trabajo y el establecimiento de condiciones ambientales saludables».

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