Un grafitti reivindicativo, en pleno barrio de Sant Antoni. INÉS BAUCELLS

La «turismofobia» llega a la calle

Vecinos de Barcelona suben el tono en sus protestas y el Ayuntamiento avisa de las consecuencias para la ciudad

BARCELONA Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Capeando, como sea, las caras del turismo. Barcelona sigue exprimiendo su faceta turística para atraer inversiones y visitantes –esta misma semana se sabía que consigue una nota del 8,2 sobre 10 como capital turística– pero los vecinos empiezan a rebelarse contra el exceso de visitantes. Y quizás más, especialmente, después de que el consistorio de Ada Colau haya fomentado una visión del turismo como una realidad incómoda. El problema, que amenaza con enquistarse, puede poner en apuros a la principal industria de Barcelona.

La alcaldesa prometía justo hace dos años, en plena campaña electoral, un cambio de rumbo de las políticas turísticas, en favor del vecino y contra la masificación. Ya pesar de que lo ha intentado –prueba de ello es el controvertido plan hotelero que ahora los afectados recurrirán–, no ha podido cambiar las dinámicas existentes de los 8,3 millones de visitantes que pisan la ciudad –y se dejan en ella una media por persona de 326 euros, alojamiento y vuelos aparte–, en un sector que supone el 15% del PIB de la ciudad.

Más allá de acción política, los vecinos han acumulado malestar hasta el hartazgo actual, en el que el conflicto ha llegado literalmente a la calle.

Prueba de ello son las recientes pintadas aparecidas cerca del Park Güell, el segundo punto turístico más visitado de la ciudad tras la Sagrada Familia: «Tourismus macht frei» –en recuerdo al controvertido lema nazi «Arbeit macht frei»–, «Stop destroying our lifes» («Dejad de destruir nuestras vidas») o «Why call it tourist season if we can’t shot them?», («¿Por qué lo llamamos temporada turística si no podemos disparlarlos?») –ésta última acompañada de una silueta tras una diana–, decían.

En cuestión de horas, los desafortunados escritos se borraron pero su fugaz exposición bastó para disparar las alarmas acerca del problema entre autóctonos y visitantes, un conflicto en el que algunos sectores creen que el Ayuntamiento, con su postura contra la masificación, ha alentado más el sentimiento de rechazo al turismo. «Turismofobia», lo llaman.

El problema se nota en toda la ciudad. Sant Antoni, barrio obrero que ahora se ha puesto de moda en la ciudad –y cuyos alquileres se están desorbitando, e incluso echando a vecinos y comercios que no pueden asumir los nuevos precios–, también cuenta con pintadas de «Guiris go home». En el Poblenou –otra de las zonas del momento– los vecinos sufren lo mismo e incluso convocan manifestaciones contra la masificación.

Precisamente, durante la reciente protesta por la construcción de tres proyectos hoteleros –cuyas obras provocaron desprendimientos en tres fincas, que tuvieron que ser desalojadas temporalmente– se dio otro episodio de «turismofobia». Durante la marcha, un grupo de personas lanzó huevos, pintura y humo contra un hotel. Una acción aislada pero que, sin duda, fue un paso más allá de la protesta típica.

Positivizar el discurso

A pesar de haber sufrido abiertamente la peor cara de este malestar, desde el Gremio de Hoteles de Barcelona no quieren elevar todavía más las alarmas. «Es evidente que todo ello puede tener una consecuencia en el turismo», avisa su director general, Manel Casals, que exige más diálogo entre Ayuntamiento e implicados. «Tenemos que positivizar como sea el discurso sobre el turismo», suplica.

«Estas acciones son contraproducentes», lamenta a ABC el concejal de Turismo de Barcelona, Agustí Colom, que corrobora que «existe un malestar, es evidente, incluso las encuestas lo demuestran», recordando como los barómetros semestrales ciudadanos ya sitúan a los visitantes como el segundo problema que tiene la ciudad –algo que hasta 2006 ni aparecía en la encuesta–.

A raíz de los incidentes, desde el Ayuntamiento, explican, se han reforzado los encuentros con el sector para conseguir cambiar la percepción negativa del turismo, a la vez que insisten en la necesidad de conseguir un modelo más equilibrado. «Lo que está claro es que la libertad de expresión no tiene que llegar en ningún momento a incidentes como los recientes», reitera Colom.

Por su parte, los vecinos indignados con el turismo se defienden. «No creemos que fueran ataques. Fueron expresiones de la lucha vecinal dentro de una manifestación totalmente pacífica y familiar», explica Mario Pérez, portavoz de la plataforma Al Poblenou Ens Plantem, que organizó la controvertida marcha. «No estamos en contra del turismo. Estamos en contra de la masificación turística, del monocultivo turístico», apunta. La plataforma denuncia que «la situación ha llegado a un punto insoportable: hace falta una regulación que solo pasa por el decrecimiento», sentencia tajantemente.

Ver los comentarios