El terrorismo se consolida como la nueva amenaza para la economía mundial

Cataluña podría recibir este año 700.000 visitantes extranjeros menos, según los primeros análisis

Imagen de archivo de las Torres Gemelas de Nueva York AP

MARÍA CUESTA / MONCHO VELOSO

El terrorismo se ha convertido, desgraciadamente, en una de las principales preocupaciones de la sociedad. Y es que a los irreparables costes en términos de vidas humanas, a los ataques hay que añadirles los consiguientes en términos de riqueza. Porque el impacto económico global del terrorismo no ha dejado de crecer desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York y llegó a alcanzar la suma de 76.200 millones de euros en 2015, según un estudio del Instituto para la Economía y la Paz (IEP). Esta cifra es un 15% inferior a la registrada solo un año antes, el ejercicio más costoso por causa del terrorismo desde 2000. Y es que el terrorismo es una costosa amenaza para los países que lo sufren. Lastra el crecimiento, los flujos comerciales y la inversión extranjera por cuanto aumenta la percepción de riesgo.

«El impacto económico del terrorismo continúa siendo relativamente menor si se compara con otros tipos de violencia y es mayor en aquellos países inmersos en un conflicto armado. Sin embargo, en 2015 y 2016 los costes relacionados con actividades terroristas se dispararon en los países de la OCDE a tenor del incremento de los ataques mortales», señala un informe al respecto de la aseguradora AIG. «Toda esta tendencia creciente observada en las acciones terroristas se viene traduciendo en términos exclusivamente de pérdidas financieras por daños materiales y paralización de negocio, a un importe que oscila entre 21.200 y 25.500 millones de euros anuales para compañías y empresas de todo el mundo », añade Alfonso García-Caro, «global property manager» de Iberia AIG Property Casualty.

Y los daños no se reducen a los costes directos de los ataques, sino que estas acciones tienen también efectos secundarios. Según el IEP, la contribución del sector turístico al PIB en los países que no han sufrido ataques terroristas es dos veces mayor que la aportación del sector en los países donde se han perpetrado atentados. En Francia, por ejemplo, esa aportación a la economía nacional cayó en 1.450 millones de euros entre 2014 y 2015 tras el ataque a Charlie Hebdo el 7 de enero de 2015 y los atentados de noviembre de 2015 en la capital gala.

Según la Oficina de Turismo y Congresos de París, la región de Le Grand París registró una caída del número de visitantes en establecimientos hoteleros del 4,5% en 2016 hasta un total de 21,2 millones atribuida, principalmente, al miedo a sufrir nuevos ataques. El mayor retroceso se observó entre los turistas extranjeros (-8,3% frente al -0,5% de los turistas franceses), y en particular los procedentes de Japón (-41%), Rusia (-28%) y China (-13%). La llegada de visitantes procedentes de otros países europeos se resintió en menor medida a excepción de los italianos cuyas visitas experimentaron una caída del 25%. El impacto sobre el sector se limitó casi en exclusiva a la ciudad de París y alrededores. En total, a Francia llegaron casi 83 millones de turistas extranjeros en 2016, dos millones menos respecto al año anterior (1,5 millones correspondieron a visitantes de Paris). Mientras tanto, en Italia, otro gigante turístico donde no se produjo ningún ataque terrorista durante dicho periodo, el sector turístico creció en 4.150 millones de euros.

España, en alerta

Por lo que respecta a España, los últimos actos de Barcelona y Cambrils han puesto en alerta a un sector que llevaba años batiendo récord tras récord. El turismo representa cerca de un 11% del PIB de nuestro país y da empleo a algo más del 13% del total de los ocupados. «Es un sector estratégico de la economía que se ha visto beneficiado en los últimos años por la llegada de nuevos turistas en búsqueda de destinos considerados más seguros frente a otros en el Mediterráneo con importantes tensiones geopolíticas como Turquía -que perdió más de 11 millones de turistas entre 2014 y 2016- o Egipto -que ha perdido más de nueve millones desde el inicio de la primavera árabe en 2010-. Como resultado, el sector ha experimentado una expansión sin precedentes acogiendo a cerca de 15 millones de turistas extranjeros adicionales desde 2013 hasta los 75 millones en 2016», asegura un informe de Analistas Financieros Internacionales (Afi).

Este año se planteaba como un ejercicio histórico en el que se sobrepasarían con facilidad los 80 millones de visitantes. «Sin embargo, los recientes acontecimientos ocurridos en Barcelona podrían suponer un revés para la actividad turística tal y como ha ocurrido en otras grandes capitales europeas como París y Londres cuyos episodios se asemejan al de Cataluña», continúa el documento.

El año pasado llegaron a Cataluña casi 18 millones de turistas extranjeros , cerca del 24% del total de España, en su mayoría procedentes de países como Francia (25%), Reino Unido (11%) y Alemania (8%), según datos del Instituto de Estadísticas de Cataluña. El gasto de estos turistas, por su parte, ascendió a casi 17.500 millones de euros, siendo el gasto medio por persona de 166 euros, casi un 27% superior al del promedio nacional.

«El sector resulta de gran importancia para la economía catalana con algo más de 400.000 personas trabajando en establecimientos relacionados con el sector turístico , cerca del 13% del total de la población ocupada, y cuyo Valor Añadido Bruto -aproximado por la rama del sector del comercio, transporte y hostelería- supone el 26% del total», explican desde Afi, donde además se aventuran a poner cifras al posible impacto. «Basándonos en lo acontecido en París, Cataluña podría registrar una llegada de hasta 700.000 visitantes extranjeros menos en los próximos doce meses. Sin embargo, dada la relevancia que tienen los turistas de origen europeo (menos proclives a cambiar su comportamiento ante este tipo de ataques) el daño podría ser notablemente más moderado y concentrarse principalmente en la ciudad de Barcelona, afectando menos al turismo de “sol y playa” . En todo caso, el efecto sería transitorio y su impacto sobre la actividad económica de la región relativamente moderado», concluyen.

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