La segunda vida de las joyas

Circa, la lujosa marca de joya americana, compra piedras preciosas, relojes, sortijas... a clientes y después las envía a Estados Unidos

La investigación tiene mucho peso en esta joyería, donde a veces descubren verdaderos tesoros que desconoce el cliente JOSÉ RAMÓN LADRA

BELÉN RODRIGO

«El momento de vender una joya es cuando tienes un proyecto», comienza por aconsejar Marta Eizaguirre, directora de la oficina que Circa tiene en Madrid, abierta en el 2013, un año después que la de Barcelona. Esta empresa norteamericana fue la primera en implantar una línea de negocio que no existía en nuestro país. «Somos una marca de lujo que compra joyas y abrimos una línea de trabajo que se basa en el servicio al cliente, le queremos pagar el mejor precio», explica a Empresa esta gemóloga con más de 25 años de experiencia en el sector de la joyería de lujo.

A las salas de Circa llegan clientes con joyas heredadas o adquiridas en ocasiones especiales de las que se quieren deshacer. Los motivos son muy variados, a veces porque hay un divorcio, porque les da miedo guardar joyas en casa o porque resulta difícil dividir la herencia y por regla general les cuesta desprenderse de la joya. «Cuando los clientes marcan una cita les recibimos y analizamos las joyas para poder darles el precio de mercado cerrado y pagarles en el momento. Para valorar cada pieza se siguen unos pasos, hay que observarlas muy bien», explica Eizaguirre. El valor del diamante, por ejemplo, varía mucho en función de su color, pureza y tamaño. Las joyas de marca, cuanto más antiguas, originales y difíciles de conseguir, más caras.

Los relojes son otros de los objetos que más llegan a Circa. «Su valor depende del modelo y de su estado de conservación. Si es antiguo pero está muy nuevo, no les suele gustar a los coleccionistas posibles compradores del reloj», advierte la gemóloga. Se analiza mucho la maquinaria «porque existen falsificaciones muy buenas».

En esta casa se pueden comprar todo tipo de joyas pero a veces «al cliente puede que no le interese vender porque algunas no tienen mucho valor en segunda mano, como los collares de perlas», cuenta la directora de la oficina. En Circa buscan «pagar el mejor precio y buscamos una relación a largo plazo con el cliente, que aprecien nuestra profesionalidad y el trato que les damos. Tenemos muchos clientes que repiten». Trabajan con márgenes bajos y saben que para el cliente «el precio nunca es el que quieren, porque hay un factor sentimental que no tiene precio». Hay veces que hay sorpresas en los dos sentidos, y aparecen piezas extraordinarias «que los dueños desconocen su valor».

Una vez realizada la compra de las joyas están obligados a informar a la policía que tiene quince días para requerirlas si fuesen piezas robadas. Después, las mandan para EE.UU. donde se venden directamente a coleccionistas, privados o a través de salas de subasta e Internet, «a poder ser en otros 15 días». «Las piezas europeas se aprecian mucho allí», subraya Eizaguirre. Además tiene una ventaja para los vendedores y es que no verán sus joyas en el cuerpo de otra persona en España lo cual facilita el negocio.

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