Los expertos aconsejan reducir el consumo a dos raciones a la semana
Los expertos aconsejan reducir el consumo a dos raciones a la semana - AFP

El sector cárnico español intenta parar el golpe de la OMS

Creen que no se puede atribuir a un solo factor un mayor riesgo de cáncer y que el estudio es poco riguroso y muy preliminar

Madrid Actualizado: Guardar
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Entre la prudencia y la inquietud adobadas con una pizca de indignación. Así es como la industria cárnica y la ganadería española han recibido la estruendosa alarma lanzada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el aumento de riesgo de cáncer colorrectal por el consumo de carne procesada y el posible efecto «probablemente carcinógeno» de las carnes rojas. Desde luego, no es un plato de buen gusto para el sector.

Nadie parece demasiado dispuesto a dejar de comer una ración de jamón o a disfrutar de una buena parrillada con familia y amigos porque, acorten la vida o no, ese es el tipo de cosas que hacen que esta tenga un poco más de sentido. Pero algunos hábitos de consumo sí pueden verse afectados.

Un estudio de Ipsos publicado esta misma semana concluía que el 43% de los españoles reconocía estar preocupado por las conclusiones del informe de la OMS y más del 50% manifestaba su voluntad de reducir la ingesta de productos cárnicos.

Algunos datos certifican el peso de esta actividad en nuestro país. Es el cuarto sector industrial, solo por detrás del automóvil, el petróleo y la energía eléctrica. La cifra de negocio alcanzó en 2014 los 22.168 millones, el 21,6% del total del sector alimentario español, y suma más de 110.000 empleos. El sector exportó el año pasado 1,71 millones de toneladas, por un valor de 4.350 millones, con una balanza comercial positiva del 375%.

El porcino, señalado por el informe de la OMS, es la primera actividad cárnica nacional. Sumó 3,5 millones de toneladas en 2014, con un crecimiento del 4%, y representa el 61,3% del total. Nuestro país es el cuarto productor mundial, sólo por detrás de China, EE.UU. y Alemania. En el sector del vacuno, nuestra industria ocupa el quinto puesto en el ránking de productores europeos, con 575.544 toneladas. Y la producción de elaborados cárnicos sumó 1,3 millones de toneladas en 2014, la cuarta mayor de la UE.

La carne es además el rey de la cesta de la compra española, por encima del pescado (8.911 millones de euros) o los lácteos (8.336 millones), pero su consumo ya ha sufrido en los últimos meses un ligero retroceso en los hogares. Entre agosto de 2014 y julio de 2015, el último año movil del que se disponen datos, sumó 2.263 millones kilos (un 2,5% menos) por un valor de 14.657 millones de euros (-1,1%).

La evolución del sector aparece ahora rodeada de incógnitas. Aunque varios portavoces de las interprofesionales cárnicas han mostrado a ABC su malestar por el informe, el sector ha decidido reaccionar con prudencia a la espera de evaluar el impacto de un informe cuya letra pequeña no se conocerá hasta finales de año. La respuesta oficial remite a la expresada hace unos días en un comunicado por la Federación Europea de Asociaciones Cárnicas (Clitravi), de la que forma parte la española Confercarne, en el que se rechazaban«enérgicamente» las conclusiones del estudio de la OMS, resaltando como especialmente «inapropiado» el hecho de «atribuir a un único factor un mayor riesgo de cáncer». En esa misma línea se expresa Joan Boix, el director general de Noel Alimentaria, que esta semana anunciaba la apertura en 2016 de una planta de producción de chorizo y jamón serrano en Estados Unidos. «Tomamos el informe con mucha cautela. Hay que valorar que coge un abanico muy grande de productos, y creo que se debería analizar producto por producto», asegura.

Desde el Ministerio de Agricultura, su titular, Isabel García Tejerina, criticó abiertamente la advertencia de la OMS. «Al ver la nota de la OMS me llama la atención que lanza una advertencia con un vacío absoluto de respuestas. Sinceramente, creo que no se puede dar una información aislada, y con evidencias no concluyentes», aseguró la ministra, al tiempo que recordó que España tiene un patrón de consumo que está por debajo de los niveles que alerta la organización.

Dieta mediterránea

Fernando Burgaz, Director General de Alimentación del Ministerio, considera que «el informe de la OMS, lo que ha hecho es confirmar las bondades de la dieta mediterránea que tenemos en España, y en la que ya se recomiendan dos raciones de carne roja a la semana y una de carne procesada» En cuanto a cómo ha caído la noticia en el sector, Burgaz habla abiertamente de «preocupación, porque puede dar pie a una caída del consumo pero lo que no hay que hacer es sacar las cosas de quicio y no hacer caso a las asociaciones de consumidores que se han apresurado a pedir incluso que se etiquete la carne con las mismas alertas que llevan las cajetillas de tabaco».

El impacto del informe en la industria solo se podrá calibrar a medio plazo, pero puede ser más inmediato en la ganadería. «Sí, tenemos la mosca detrás de la oreja, porque los efectos en el consumo pueden tardar más en reflejarse a nivel estadístico, pero los efectos económicos en el campo sí que son automáticos. Si baja el consumo de carne, automáticamente en la lonja de la semana que viene se va a notar», asegura Román Santalla, responsable de ganadería de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganadreros (UPA). «Ha faltado tacto al presentar el informe, que no valora cómo es la situación en cada país. No es igual la alimentación en España, que es bastante equilibrada, que en Estados Unidos. De cualquier modo, por la experiencia que tenemos, el consumidor reacciona con mucha tranquilidad ante este tipo de informes. Lo que sí demanda es información, y que sea muy clara», añade Santalla.

A la espera de la evolución de la demanda, tampoco es posible acogerse a ese otro termómetro inmediato que son los parqués bursátiles. Las grandes empresas industriales del sector como Campofrío o El Grupo Fuertes (dueña de El Pozo) no cotizan en Bolsa, pero el efecto del informe sí se ha podido evaluar en una compañía como Viscofan, que centra buena parte de su negocio en la fabricación de envolturas cárnicas. En los dos días posteriores al anuncio de la OMS, sus acciones caían casi un 6.5%.

«Este descenso inicial es normal, porque se trata de un informe de la OMS, no de un organismo cualquiera, pero no creo que esta situación se mantenga a largo plazo. Puede que haya una parte de la población que rote ahora más en su alimentación, gente que ya tenía esas dudas y miedos, y eso puede provocar una reducción de la demanda, pero no será drástica», explica Jaime Díaz, analista de XTB. «Lo normal es que el inversor venda, vea que pasa, y vuelva a comprar en un tiempo», añade. De hecho, las acciones de la compañía repuntaron ligeramente en las dos últimas sesiones de la semana.

En todo caso, los expertos coinciden en que el reto al que se enfrenta la industria es nuevo. Cuando surge una pandemia o una intoxicación alimentaria provocada por algún componente, este se puede retirar, pero ahora la advertencia viene de la autoridad más relevante en temas de salud y sobre una tipología concreta de alimentos. Eso hace que la crisis reputacional en la industria tenga una dimensión distinta. Los hidrocarburos aromáticos policíclicos pueden ser sustituidos por otros componentes, pero la carne roja no.

Matización de la OMS

La evolución del mercado dependerá en buena medida de la aparición de nuevos informes sobre la relación entre carne y cáncer y de la publicidad que se dé a antiguos estudios en este sentido. Y de que la OMS aclare más sus conclusiones. Poco después del anuncio, ante la alarma creada y «el gran número de quejas recibidas», ya matizaba que no insta a erradicar el consumo de carne roja, sino a moderar su cantidad. Y mientras la agencia mejora sus capacidades comunicativas, probablemente la situación sirva para acelerar una tendencia observada en los últimos años e impulsada por un consumidor cada vez más consciente, informado y preocupado por su bienestar: la apuesta del sector de la alimentación por el valor nutricional en detrimento del sabor. En definitiva, que se acerque más a la industria de la salud que a la del placer. Un cambio que las empresas deberían afrontar como una oportunidad más que como un peligro.

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