La presidencia del Eurogrupo, el último intento fallido

Rajoy forzó la votación que ganó Disselbloem en 2015

El ministro griego Tsakalotos conversa con el presidente del Eurogrupo, Disselbloem, en un receso de una reunión del Ecofin en Bruselas EFE
Maribel Núñez

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Los tiempos de la política a veces son paradójicos. La próxima salida de la presidencia del Eurogrupo del holandés Jeroen Disselbloem tras el cambio de Gobierno en su país (él es socialista y ahora ha ganado la centro derecha), prevista para el próximo mes de enero, ha coincidido también con la vuelta a Alemania del principal «alma mater» de esta institución informal que se reúne una vez al mes, puntual siempre la víspera del Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea (Ecofin), que es donde se toman las decisiones que, en muchas ocasiones, se empiezan a cocinar el día de antes en el Eurogrupo de manera más distendida.

La paradoja se produce porque ahora el ministro de Economía más antiguo en el Eurogrupo es el español que, curiosamente, optó a la Presidencia hace un par de años con un resultado fallido. Ese fracaso sirvió al Gobierno de Mariano Rajoy de enseñanza en el sentido de que lo daba por hecho y, en las cuitas europeas, nunca se puede decir que se tiene amarrado un asunto hasta que efectivamente se logra y en el caso que nos ocupa hubo un voto por unanimidad para que continuara en el cargo el holandés. Lo cierto es que en su momento, en el año 2015, la derrota fue seria porque, además, pareció desde fuera que hubo un cierto enfrentamiento entre los dos equipos, el de Moncloa y el de Economía, o lo que es lo mismo, lo que nunca hay que hacer. En los mentideros bruselenses se habló de que, al final, fue el empeño de Mariano Rajoy en forzar la situación lo que llevó a que se votara la candidatura que finalmente le fue favorable al holandés que, hay que reconocerlo, echó el resto en la crisis griega durante años, hasta el punto de que precipitó un referendum en el país heleno que finalmente dio vía libre a los planes de austeridad que exigía la troika para seguir menteniendo la viabilidad financiera del país.

Desde entonces el propio Luis de Guindos ha mantenido la máxima prudencia sobre una posible nueva candidatura a la Presidencia del Eurogrupo, en el sentido de que él no es candidato y que él está siempre a las órdenes del Presidente del Gobierno.

Oportunidad para Portugal

Así las cosas ahora, y fruto del sudoku que supone la asignación de cargos en las instituciones europeas, las quinielas apuntan que otro socialista, el ministro portugués de Finanzas Mário Centeno podría sustituir al holandés en enero. El político luso se está dejando querer estos meses y ni confirma su candidatura ni la niega, en una estrategia sin duda acertada vistas experiencias anteriores.

En su haber Centeno tiene la sorprendente recuperación de la economía de su país, pese a contar de entrada con el recelo de los mercados y de sus homólogos europeos ya que en el país vecino gobierna una coalición de varios partidos de izquierda que, entre sus primeras medidas, figuró una subida de sueldo para los funcionarios y la suspensión de las privatizaciones que estaban programadas. En contra de todo Portugal redujo en 2016 el déficit fiscal a la mitad hasta alcanzar el 2,1% del PIB, el mejor resultado desde 1974, y con tres años de crecimiento continuado, lo que le ha hecho conseguir una subida de nota por parte de las agencias de calificación

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