TAnto el conservador Pasos Coelho como el socialista Costa han inyectado capital al sector financiero
TAnto el conservador Pasos Coelho como el socialista Costa han inyectado capital al sector financiero - AFP

Portugal ha gastado ya 13.000 millones de euros para salvar la banca

El impacto en las cuentas públicas se traduce en un 7% de su Producto Interior Bruto (PIB)

Corresponsal en Lisboa Actualizado: Guardar
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El Estado portugués ha gastado ya 13.000 millones de euros desde 2007 para evitar el desplome de la banca, según los datos recién difundidos en Lisboa por el Instituto Nacional de Estadística. Una factura muy alta que lastra las cuentas públicas con un ‘ratio’ que equivale al 7% del Producto Interior Bruto (PIB) del país vecino

El sector financiero es, de largo, el que peor lo está pasando al otro lado de la frontera en todo este periodo de crisis en la Unión Europea, especialmente a partir de la solicitud de rescate al Fondo Monetario Internacional efectuada por el Gobierno que encabezaba el socialista José Sócrates en 2011.

Pero, naturalmente, la intervención estatal se considera una prioridad, tanto por el Ejecutivo que lideraba el conservador Passos Coelho como por el actual de signo socialista al cargo del primer ministro António Costa.

En caso contrario, las consecuencias habrían sido catastróficas, hasta el punto de que se habrían cumplido las amenazas de convertirse en Grecia 2.

El punto más álgido se alcanzó a causa de la quiebra del Espírito Santo en agosto de 2014, que obligó a poner sobre la mesa 4.900 millones de euros (más otros 210 para otras firmas) con tal de evitar el colapso de todo el sistema. Ahí, con los activos saneados de aquella entidad, se pusieron los cimientos de Novo Banco, cuya operación de venta al fondo norteamericano Lone Star se cerró el pasado 31 de marzo por 1.000 millones de euros. Es decir, sus efectos continúan dejándose sentir en el bolsillo de los sufridos contribuyentes portugueses, por mucho que António Costa se empeña en negarlo.

Ni siquiera el Reino Unido anterior al Brexit (una economía 13 veces mayor que la de Portugal) había tenido que emplearse tan a fondo para salvar Northern Rock y Bradford & Bingley. Basta un dato para darse cuenta: 11.600 millones de euros públicos llovieron en la City, es decir, un 0,4% de su PIB. 12 meses después, hicieron falta 2.821 millones de euros con el objetivo de equilibrar los balances, lo que desembocó en un impacto del 3% en el PIB.

Novo Banco y Caixa Geral de Depósitos

El año que menor coste registraron las arcas públicas lusas fue 2016, con 380 millones de euros, en su mayoría requeridos en el caso del Banco Portugués de Negocios (BPN). No era ninguna casualidad porque la operación de Novo Banco y la recapitalización de Caixa Geral de Depósitos se aplazaron a este año, precisamente para no descabalgar las cuentas del Gobierno socialista. Esta última se halla en curso.

De momento, le cuadran los números al Ministerio de Finanzas, toda vez que el déficit del año pasado se situó en el 2,1%, la cota más baja desde el estallido de la Revolución de los Claveles el 25 de abril de 1974. Eso sí, el Instituto Nacional de Estadística no se ha olvidado de realizar una comparativa europea, con el resultado de que Irlanda, España, Alemania, Grecia y Austria se vieron obligados a inyectar más dinero todavía.

Berlín y Fráncfort, motores de la primera economía comunitaria (su tamaño es 17 veces mayor que el de la portuguesa), tuvieron que dar la cara por Commerzbank y Deutsche Bank, lo que se tradujo en un gasto próximo al 1% de su PIB. En cuanto a España, no quedó más remedio que recurrir a 45.500 millones extra, un 4% del Producto Interior Bruto pero el 57% de la carga aplicada al déficit luso.

Las inyecciones económicas se realizan bajo los efectos de las tasas de interés, y ahí es donde Lisboa pierde gas, tal cual acredita el presente informe.

Polémica sobre Lone Star

Cuando la investigación sobre la bancarrota del Espírito Santo dista mucho de haber finalizado (e incluso con ramificaciones en el ‘caso Sócrates’ por supuestos blanqueo de capitales, corrupción y tráfico de influencias), el que fue su hombre fuerte, Ricardo Salgado, no ha desaprovechado la oportunidad de alzar su voz en contra de la adquisición de Novo Banco por parte de Lone Star. «Es una desgracia», ha llegado a manifestar.

También los dos socios radicales del Partido Socialista en el Palacio de Sao Bento, los comunistas de Jerónimo de Sousa y el Bloco de Esquerda de Catarina Martins (admiradora de Pablo Iglesias), se muestran en contra con absoluta rotundidad.

Si los términos de la recapitalización de Caixa Geral no se cierran en buenas condiciones, la burbuja financiera aún puede estallar, aunque António Costa haya puesto toda la carne en el asador para intentar evitarlo.

El Partido Social Demócrata de Passos Coelho, líder de la oposición, aguarda con las garras afiladas e incluso pide la comparecencia del actual primer ministro en el Parlamento para aclarar la operación de Novo Banco, más allá de que él mismo se aviniese a explicarla el día que expiraba el plazo de su cambio de manos. Un proceso, de acuerdo con el antiguo mandatario, que no ha sido todo lo transparente que las circunstancias requerían, a su juicio.

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