El pago por las bolsas para frescos llena el carro de la polémica en Italia

En un país que paga 196.000 millones en impuestos ocultos, las redes sociales han alimentado esta controversia menor

El coste de la bolsas para pesar la fruta, carne o pescado oscila entre uno y tres céntimos FABIÁN SIMÓN
Ángel Gómez Fuentes

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Nadie lo hubiera imaginado hace tan solo unas semanas. Un terremoto social, casi una revuelta popular, se ha producido en Italia por culpa del uso obligatorio de materias primas biodegradables en la elaboración de bolsas ultraligeras que se utilizan en los supermercados para despachar carne, fruta, pescado y otros productos frescos. Una furibunda polémica se ha suscitado sobre el precio que pagan los consumidores desde el primero de enero por las bolsas fabricadas con material plástico de un espesor inferior a los 15 micrones. El coste de cada bolsa oscila entre 1 y 3 céntimos.

La furia de los consumidores se ha reflejado de inmediato en las redes sociales, disparando la polémica. Algunos clientes de supermercados han evitado utilizar las bolsas en algunos productos con el fin ahorrarse unos céntimos. Los italianos han aplicado el viejo refrán: «Hecha la ley, hecha la trampa». Así, si compraban, por ejemplo, unos plátanos o un aguacate les colocaban directamente sobre ellos la etiqueta con el precio que marcaba la balanza.

La revuelta de los consumidores tiene unas connotaciones muy curiosas. Es muy llamativo ver cómo personas acostumbradas a llenar el carro de la compra con frutas y verduras exóticas o fuera de estación, pagadas a precios por las nubes, de repente descubren y protestan porque las bolsas utilizadas para esos productos tienen un precio. Seguramente con una correcta información se podía haber evitado en parte la polémica. Pero las asociaciones de consumidores y las empresas productoras de las bolsas se han enfrentado también a golpe de comunicados. Para Codacons (Coordinadora de las asociaciones para la defensa del ambiente y de los derechos de los consumidores), el coste por familia podría suponer unos 50 euros al año. En cambio, la asociación de las empresas productoras (Assobioplastiche), sostiene que el gasto suplementario podría estar comprendido entre 1,5 y 4,50 euros por persona al año (entre 4,17 y 12,50 euros por familia), teniendo en cuenta que, según los productores, cada compra en un supermercado comporta la utilización por familia de unas tres bolsas para fruta y verdura, es decir, unas 417 al año, con un coste mínimo de 1 céntimo por bolsa y un máximo de tres céntimos.

Los consumidores siempre han pagado las bolsas de la fruta y de la verdura, pero su coste quedaba incluido en el precio final del supermercado

El Gobierno se ha enfrentado a la polémica destacando que es una medida que exige Bruselas: «Nos lo pide Europa». Según la diputada Stella Bianchi, del Partido Democrático, centro izquierda, primera firmante del documento que ha aprobado el Parlamento, los consumidores siempre han pagado las bolsas de la fruta y de la verdura, pero su coste quedaba incluido en el precio final del supermercado, como sucede con todos los costes de funcionamiento. Ahora los consumidores se percatan que pagan las bolsas porque se indica en el recibo de la compra. Se ha decidido así porque uno de los objetivos de la directiva de la Unión Europea de 2015 era aumentar la conciencia de los ciudadanos europeos sobre el hecho de que el plástico tiene un costo no solo en términos económicos.

Salvar el medio ambiente

Es decir, se pretende además contribuir a la protección del medio ambiente, sobre todo de los ecosistemas marinos y costeros afectados por la creciente presencia de desechos de material plástico no biodegradable. Concretamente, una media de 8 millones de toneladas de plástico terminan cada año en los mares de todo el mundo, y los polímeros microscópicos son engullidos por los peces y terminan en la cadena alimentaria.

Por tanto, óptima es la directiva europea y bienvenida sea para el medioambiente. Seguramente, la «guerra » de los consumidores italianos, favorecida por internet, podrían haberla desencadenado contra los 196.000 millones de euros en impuestos ocultos del Estado (3.266 euros por cabeza), a menudo sin justificación. Ante ello, hacer la «revolución» por una decena de euros al año por las bolsas biodegradables solo puede entenderse gracias a la «locura» que a veces se genera con la complicidad de las redes sociales.

La medida ha dividido a la sociedad y a las asociaciones de consumidores

En España aún no se paga por estas bolsas ligeras que se utilizan para pesar alimentos frecos en los supermercados. Sí que es costumbre, desde hace ya varios años, cobrar por las bolsas de plástico con espesor superior o igual a 50 micras. Sin embargo no ha sido hasta comienzos de este año cuando se ha puesto en marcha una ley que obliga a cobrar entre cinco y treinta centimos por cada bolsa gratuita que entregue un comercio. El Gobierno ha dado dos meses de margen, hasta el 1 de marzo, para adaptarse a esta nueva legislación. Los comerciantes deberán informar de ellos a los consumidores, exponiendo los precios en un lugar visible.

Los españoles todavía consumimos 8.476 millones de bolsas de plástico cada año, una media de unas 180 por habitante y año, el equivalente a una cada dos días, según recoge la memoria de impacto normativo del Real Decreto sobre reducción del consumo de estos elementos.

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