El ministro catarí de Energía, Mohammad Bin Saleh al Sada, a la izquierda, y el secretario general de la OPEP, el libio Abdalá El-Badri, en el centro
El ministro catarí de Energía, Mohammad Bin Saleh al Sada, a la izquierda, y el secretario general de la OPEP, el libio Abdalá El-Badri, en el centro - EFE

La OPEP, entre la espada y la pared

Los países productores de crudo celebrarán el día 26 una reunión para intentar estabilizar los precios, pero la amenaza del «fracking» de EE.UU. aleja el posible pacto

MADRID Actualizado: Guardar
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El pasado día 5 de este mes Arabia Saudí y Rusia, dos de los mayores productores de crudo del mundo, alcanzaron un acuerdo que, a pesar de que vino acompañado de grandilocuentes calificaciones –«histórico», la puerta a una «nueva era»– apenas influyó en la cotización del petróleo. En el marco de la cumbre del G20, que se celebró en la localidad china de Hangzhou, ambos países, que fracasaron en su intento de concertar medidas durante el pasado mes de abril, se pusieron de acuerdo para «actuar conjuntamente o en cooperación con otros productores de petróleo» con el fin de frenar la volatilidad del mercado y «estabilizar» los precios.

No obstante, el anuncio de dicha medida dio lugar, aquel día, a un rápido encarecimiento del crudo: en pocas horas el precio del barril de Brent escaló hasta el entorno de los 50 dólares por barril, frente a los 46,83 dólares a los que había cerrado el día anterior.

Se trataba, aparentemente, de una reacción que guardaba cierta lógica:el propósito de dos de las principales potencias energéticas del planeta para atajar los vaivenes del mercado pasaba por congelar la oferta de crudo. Incluso, en el comunicado conjunto Moscú y Riad trataron de hacer una demostración de fuerza recordando que disponen de «instrumentos concretos» para alterar el mercado, como la congelación de la producción.

Las palabras de ambos países, pese al revestimiento de boato y solemnidad, no impidieron que minutos después el precio se desplomara con la misma intensidad con que al comienzo de la jornada se había disparado. El acuerdo parecía un armazón de cartón piedra, un catálogo de aspiraciones sin medidas concretas. Finalmente, el barril de Brent cerró el día con un leve crecimiento del 1,7%. Este es el ejemplo perfecto de que los mercados ya no creen las declaraciones de los países exportadores del oro negro. Quieren hechos, más allá de los amagos y exhibiciones de músculo para tratar de sofocar artificialmente la correción de los precios.

«Aquel anuncio estaba en línea con la escenificación de las últimas declaraciones de los países productores», subraya Mariano Marzo, catedrático de la universidad de Barcelona y experto en recursos energéticos, quien se muestra escéptico sobre el alcance de la próxima reunión informal que mantendrán los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) entre los próximos 26 y 28 de septiembre durante el XV Foro Internacional de la Energía en Argelia.

Los principales productores de crudo, tanto de la OPEP como los no pertenecientes a dicha organización –el caso de Rusia–, buscan en la reunión un acuerdo global para congelar los niveles de bombeo e inmovilizar el precio del barril en una horquilla de entre 50 y 60 dólares. Sin embargo, todos los expertos consultados desconfían de la eficacia de dicho encuentro. «No creemos que exista acuerdo cuando hay divergencias como las ya conocidas en el seno de la OPEP», recalcan fuentes de los servicios de estudios de una importante energética española. A la oposición tradicional de Irán, reacia a reducir la oferta en un momento de renacimiento en su mercado tras el acuerdo nuclear con EE.UU., se suma un nivel de precios no excesivamente bajo en comparación con el que se registró a comienzos de año (cayó a 28 dólares). En ese contexto de fuerte presión en el mercado los países de la OPEP fueron incapaces de llegar a un acuerdo e Irán ni siquiera acudió a dicho encuentro.

«Si la OPEP no acercó posiciones entonces, mucho menos lo va a hacer ahora con un petróleo en el entorno de los 45 dólares. No espero nada de esta reunión», zanja tajante Daniel Pingarrón, estratega de mercados de IG Markets.

Lo cierto es que la OPEP se encuentra en la cuerda floja, obligada a modular su oferta para mantener la viabilidad económica de sus yacimientos y, al mismo tiempo, contener los precios para que no despierte el dinosaurio dormido de la pujante industria del «fracking» en EE.UU., capaz de reactivarse, según los expertos, con precios de 60 dólares el barril.

«Es el dilema del prisionero», explicaba Marzo en unas recientes declaraciones a Efe. «En la OPEP hay interés por subir precios, pero se miran los unos a los otros a ver quién es el primero en dar un paso. Necesitan que suban los precios sin resucitar el "fracking"».

Marzo confía en que el mercado logrará equilibrarse el año que viene sin necesidad de que los países productores intervengan. Pero un reciene informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha puesto sobre la mesa un nuevo factor de incertidumbre:el organismo redujo sus previsiones de consumo para este año y el que viene.En concreto, prevé que en 2017 se consuman 97,3 millones de barriles diarios, cerca de 200.000 menos que en sus estimaciones anteriores. La caída del consumo, por las peores previsiones económicas globales y los posibles efectos adversos del Brexit, se suman a la gran oferta que riega el mercado.

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