La canciller alemana , Angela Merkel
La canciller alemana , Angela Merkel - REUTERS

El motor alemán se cala

Ya se esperaba un crecimiento del PIB al ralentí, pero la estadística va más allá de las previsiones con solo un 0,2% en el tercer trimestre

BERLÍN Actualizado: Guardar
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El dato publicado a primera hora por la Oficina Federal de Estadística de Alemania ha caído como un farro de agua fría. Ya se esperaba un crecimiento del PIB al ralentí, pero la estadística va más allá de las previsiones con solo un 0,2% en el tercer trimestre, cuando en el primer trimestre fue del 0,7% y en el segundo de 0,4%. Y lo peor es que las perspectivas a futuro se están enfriando.

El informe de noviembre del Ministerio de Economía ya avanzaba que "en la segunda mitad del año el crecimiento podría ser algo más moderado que en la primera mitad", "menos dinámico", pero mostraba esperanzas en una pronta recuperación, dado que "desde la perspectiva de hoy no se pueden esperar significativos deterioros de la economía" y que a las fuerzas de la economía interna “se sumará una mejora del comercio exterior”.

Esta esperanza, sin embargo, se ha desinflado. Berlín ya ha admitido que el sector exterior contribuyó negativamente al crecimiento económico en estos tres últimos meses, ya que las exportaciones se contrajeron con respecto al trimestre anterior, y la semana pasada ha advertido además que la economía del país se estaba ralentizando debido a la incertidumbre que ha inyectado el proceso Brexit y al resultado de las elecciones en EEUU.

La decisión de Reino Unido de abandonar la UE reducirá al menos en un cuarto de punto porcentual el PIB alemán el próximo año, según los cálculos del Instituto de Análisis Económico de Colonia (IW). Una devaluación del 10% de la libra esterlina suele reducir en un 6% las exportaciones alemanas a Reino Unido y una contracción del 1,5% del PIB británico reduce las exportaciones alemanas a ese país en un 2,7%.

Respecto a la nueva administración estadounidense y los planes proteccionistas de Trump, su repercusión solo puede ser negativa. Estados Unidos es el mercado exportador más importante para Alemania, con prácticamente el 10% de todas sus ventas al extranjero. En 2015, las compañías alemanas vendieron bienes valorados en 114.000 millones de euros a EE.UU., principalmente vehículos, maquinaria y productos químicos. El Insistituto IFO de Múnich estima que más de un millón de puestos de trabajo en Alemania dependen de esas relaciones comerciales y no cabe esperar un gran crecimiento de las mismas durante la próxima legislatura.

El peso del crecimiento, por tanto, queda exclusivamente sobre los hombros de los consumidores y del Estado, algo que por otra parte ya venía sucediendo. El contexto de tipos de interés bajos o negativos facilita esa tendencia al gasto, así como la buena situación del mercado laboral y los salarios al alza. Además, las necesidades derivadas de la acogida estatal de cientos de miles de refugiados, tanto en vivienda y atención sanitaria como en educación y burocracia, están ensanchando una manga de gasto que el ministro Wolfgang Schäuble se había empeñado en mantener cerrada. Pero no es suficiente para que la locomotora alemana logre un ritmo que permita tirar de Europa.

Michael Fuchs, vicepresidente del grupo parlamentario de Merkel (CDU), considera sin embargo que la realidad no da para tanto pesimismo. Si Alemania es el tercer proveedor más importante de bienes entre las naciones del G20, con 335.000 millones de dólares en venta el año pasado, EE.UU. vende en ese foro 358.000 millones al año, por lo que la administración estadounidense tiene tanto que perder como la alemana si se decanta finalmente por la vía proteccionista.

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