Fachada del Monte dei Paschi di Siena
Fachada del Monte dei Paschi di Siena - REUTERS

Italia achica el agua de su crisis bancaria en pleno caos político

Roma estudia el rescate de la tercera entidad del país, que debe lograr 5.000 millones antes de fin de mes

Corresponsal en Roma Actualizado: Guardar
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El ministerio italiano de Economía tiene un plan para salvar con dinero público el Monte dei Paschi di Siena y otros bancos en dificultad. La solución a la crisis de la banca italiana, que desde hace tiempo está en el epicentro de la crisis del euro, estuvo paralizada durante los siete meses que duró la campaña del referéndum constitucional. Ahora, el presidente de la República, Sergio Mattarella, trata de cerrar cuanto antes la crisis política con una prioridad para el nuevo gobierno: afrontar los problemas de la banca.

El problema más urgente lo representa Monte dei Paschi di Siena (MPS), que debe realizar un aumento de capital de 5.000 millones de euros antes de final de mes. Para ganar tiempo, el MPS ha pedido al Banco Central Europeo una ampliación hasta el 20 de enero. Pero el banco Monte dei Paschi, el tercero del país, el más endeudado de Europa, con 28.000 millones de euros de muy difícil cobro, está teniendo muchas dificultades para obtener dinero fresco de inversores privados.

Estos parecen haberse alejado no solo de participar en la ampliación de capital de MPS, sino también en otros bancos italianos, ante la inestabilidad política de Italia, como se ha reflejado con el fracaso de la reforma constitucional planteada por Matteo Renzi. Mientras el ministerio de Economía trabaja para salvar a MPS, el Tesoro planea pedir 15.000 millones de euros prestados al ESM (el fondo «salva estados» europeo), siguiendo el esquema aplicado a España en 2012, aunque oficialmente el Ejecutivo italiano rechaza que contemple esta posibilidad.

El aumento de los riesgos tras el fracaso del referéndum ha sido subrayado ayer por la agencia de calificación crediticia Moody’s, rebajando, desde estable a negativa, la perspectiva para Italia, por temor a que los bancos tengan que ser capitalizados con dinero público: «Aumenta el riesgo de que las pérdidas potenciales del sector crediticio recaigan sobre el balance público», afirma Moody’s. En caso de que se confirme esta intervención del Estado, la agencia de calificación crediticia va más lejos: «Si hay una significativa capitalización de los bancos por parte del gobierno, se considerará una rebaja de la nota de Italia».

El gran interrogante por despejar ahora es si el Comité de Vigilancia del BCE aceptará la ampliación del plazo solicitada por el banco para su capitalización. Se espera una respuesta en breve. Mientras, el italiano Mario Draghi, presidente del BCE, reconoció ayer la existencia de un problema con la banca italiana. Con un lenguaje sutil hizo un llamamiento a Roma para afrontar la situación: «Los problemas de los bancos existen desde hace tiempo. Confío en que el gobierno sabrá lo que debe hacer para afrontarlos».

Balón de oxígeno del BCE

Ni que decir tiene que la decisión de Draghi de inyectar medio billón de euros adicionales en la Eurozona, prorrogando durante todo el 2017 el programa de estímulos, ha sido acogido en Italia con alivio. La Bolsa de Milán subió el 1,64%. Pero Draghi vuelve a estar bajo sospecha de ayudar a Italia. Lars Feld, consejero de la canciller alemana Angela Merkel, manifestó ayer al diario «La República» que «Draghi no puede continuar sosteniendo las cuentas de Italia. En sus decisiones, el BCE mira demasiado a Roma. Los indicios empiezan a ser fuertes. Para que el mecanismo europeo siga siendo creíble, en caso de crisis bancaria sirve un sacrificio de los acreedores», declaró.

Esa contribución es lo que intentó evitar a toda costa Matteo Renzi con el MPS, porque se temía una seria oposición política y social por las pérdidas sufridas por miles de clientes de otros bancos. Si el MPS llegara a la quiebra, se volatilizaría el ahorro de familias y de empresas de 13.000 millones invertidos en bonos y depósitos bancarios.

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