La industria del plástico busca una segunda vida

Europa lanza una estrategia para imponer las tres «R»:reducir su consumo, reutilizarlo y reciclar, lo que obligará al sector a reinventarse

María José Pérez-Barco

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Tienen muy mala fama, porque billones de toneladas de plásticos flotan en los mares y océanos del planeta, causando un terrible impacto en la vida marina. Lo cierto es que los plásticos se utilizan para todo, o casi. De este material están hechos desde las pajitas para beber refrescos, las bolsas del súper y los paquetes de lentejas hasta los calcetines, el aislamiento de la fachadas, los invernaderos para cultivos y la carrocería de vehículos, entre otros miles de usos. El plástico ha invadido de tal forma nuestra vida diaria y contaminado tanto, que Europa ha decidido darle la vuelta y reinventarlo. «Si no cambiamos el modo en que producimos y utilizamos los plásticos, en 2050 habrá más plásticos que peces en el mar».

Esa era la contundente advertencia que realizó el vicepresidente primero de la Comisión Europea, el neerlandés Frans Timmermans, tras la aprobación de la primera estrategia europea sobre plásticos. «Tenemos que impedir que los plásticos sigan llegando al agua y a los alimentos, e incluso a nuestro organismo», defendió.

Europa recomienda cambiar el chip: hay que reducir el consumo de plástico, tenemos que aprender a usarlo de otra manera, reutilizándolo; además debemos minimizar los residuos que generan en el medio ambiente y, a la vez, gestionar esos desechos de forma más eficiente, reciclando y creando materiales más sostenibles y biodegradables. En definitiva, el objetivo es diseñar una economía circular para los plásticos.

España está a la espera de un Real Decreto que prohibirá la entrega de bolsas ligeras y muy ligeras, excepto las que sean compostables

A falta de concretar más medidas a lo largo del año, la Comisión Europea quiere que todos los envases de plástico del mercado de la UE sean reciclables o reutilizables en 2030 y que el consumo de plásticos de un solo uso se reduzca a la mínima expresión. También hay que recoger más plásticos y mejor, instalar plantas de reciclaje de mayor capacidad, desarrollar materiales más inteligentes y fáciles de reciclar... «La única solución a largo plazo pasa por reducir los residuos plásticos incrementando su reciclaje y reutilización. Se trata de un reto al que los ciudadanos, la industria y los gobiernos deben hacer frente conjuntamente», fue el llamamiento que realizó Timmermans.

El desafío

Desde luego esto va dar un vuelco a una industria de la que viven 50.000 empresas y 1,6 millón de trabajadores en Europa, que generó en 2016 un volumen de negocio de casi 350.000 millones de euros y aportó a las finanzas públicas cerca de 30.000 millones. Y en efecto, es todo un desafío, teniendo en cuenta que el Viejo Continente produce 58 millones de toneladas de plástico al año y que los europeos generamos 25 millones de toneladas de estos residuos, pero menos del 30% se recoge para ser reciclado, otro 31% va a parar al vertedero y el 39% es incinerado, muchas veces para producir energía.

La mala imagen que tiene el plástico no es culpa del material en sí, sino del mal uso que se hace de él. Es lo que defienden a capa y espada productores, transformadores, recicladores, investigadores de nuevos materiales, gestores de residuos... «Promover la prohibición de productos de plástico como solución a las basuras marinas es un atajo que ni de lejos conseguiría solucionar esta compleja problemática», asegura Ángela Osma, directora técnica y de la División de Envases y Embalajes de Anaip, la patronal del sector (Asociación Española de Industriales de Plásticos).

Los europeos generamos 25 millones de toneladas de estos residuos pero solo el 30% se recoge para reciclar

Su gran versatilidad, su ligereza, su capacidad de aislamiento y durabilidad hacen del plástico un material muy atractivo para fabricar productos que se adaptan a las necesidades de los ciudadanos. «Los plásticos son ampliamente usados porque por sus características resultan muy útiles, fáciles de usar, cómodos y seguros», defiende Osma.

Investigar nuevos materiales

Por tanto, para la industria solo queda un camino: «Apostar por un consumo responsable, por la reutilización y el reciclaje», como sostiene Ignacio Marco, General Manager de PlasticsEurope España, una asociación europea que aglutina a los fabricantes de polímeros. Es lo que piensa todo el sector. «También tenemos que gestionar nuestros residuos de forma responsable —continua—. Pero prohibir y limitar por ley el consumo de cualquier producto o material no es la solución. Tenemos que concienciar a la gente de que consuma sólo lo que necesita y que separe correctamente los envases en casa para poder reciclarlos y aprovecharlos».

La industria quiere colaborar. Y en eso está, reconoce Marco. «Las empresas —afirma— están invirtiendo en el desarrollo de materias primas alternativas, como el CO2, los materiales con base biológica y el material reciclado». Pero hay también que «optimizar los recursos tanto a la hora de diseñar los envases como en gestionar los residuos», matiza Jordi Simón, director técnico de la Asociación Española de Plásticos Biodegradables y Compostables (Asobiocom).

Los españoles pagarán entre 5 y 15 céntimos por bolsa de plástico según su espesor

La tendencia es buscar e investigar soluciones más sostenibles, pero a veces no tienen por qué ser el remedio más adecuado. «Los plásticos tradicionales si se utilizan correctamente son tan buenos como los biodegradables», afirma Simón. Biodegradables, compostables, biobasados... Cada uno tiene su aplicación concreta. «Los biodegradables se pueden utilizar en bolsas de basura o como un acolchado fino para cultivos, se entierran con la cosecha y se degradan. Son buenos porque reducen el consumo de agua, evitan las malas hierbas, protegen de la erosión... Pero no tiene sentido utilizarlos en un invernadero, la solución para eso la aporta el plástico tradicional. No todo tiene que ser biodegradable», sostiene el experto. «Los plásticos están aportando soluciones —dice—, hay que ser sostenibles y pensar qué va a pasar cuando termine su vida útil», dice.

El reciclaje es también la gran apuesta. El objetivo europeo es que 10 millones de toneladas de plástico reciclado se conviertan en nuevos de plásticos en 2020. «Para eso se necesita concienciación, que la gente separe en origen los residuos. Y apoyo financiero para mejorar las instalaciones e innovar con tecnologías de reciclado. La clave es buscar nuevas aplicaciones y poder comercializar con el plástico reciclado nuevos productos», indica David Eslava, presidente de la Asociación Nacional de Recicladores de Plástico (Anarpla).

No a las bolsas de plástico

La guerra al plástico también ha llegado a España en un momento en que el sector experimenta un crecimiento sostenido desde 2013. Por ahora, la industria y los consumidores están a la expectativa de un Real Decreto que ultima el Gobierno sobre las bolsas de plástico que usamos a diario. Desde Anaip indican que el último borrador establece que se prohibe la entrega gratuita de todas las bolsas de plásticos a partir del uno de julio de 2018, a excepción de las muy ligeras, que son las que se utilizan para frutas y hortalizas. Los comerciantes cobrarán entre 5 y 15 céntimos por bolsa según su espesor, algo que ya hacen muchas grandes superficies y supermercados. Y a partir del 1 de enero de 2020, se prohibirá la entrega de bolsas ligeras y muy ligeras, excepto las que sean compostables.

España es líder en Europa en el reciclado de bolsas de plástico. Y además, «los fabricantes de bolsas —explica Osma, de Anaip— han realizado inversiones en investigación y están poniendo en el mercado bolsas con características eco avanzadas, bien reutilizables con material reciclado o bien ligeras con material biodegradable. Están teniendo buena acogida entre los consumidores».

También la Comisión de Agricultura del Congreso de los Diputados ha aprobado una proposición no de ley con la que insta al Gobierno a impulsar las modificaciones legislativas necesarias para que vasos, cubiertos, platos y otros utensilios de plástico sean fabricados con sustancias biodegradables (procedentes de materias orgánicas como el almidón o la fécula de patata) a partir de 2020.

Desde luego, muchos retos quedan por delante para la industria del plástico, para los consumidores y administraciones si queremos reinventar este material en un nuevo modelo de economía circular.

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