De Guindos, con los deberes hechos... con la música a otra parte, ¿camino al BCE?

Urge que España vuelva a ocupar un puesto de relevancia en las instituciones europeas

El ministro de Economía, Luis de Guindos EFE

MARÍA JESÚS PÉREZ

Irse con la satisfacción del deber cumplido es una de las expresiones más utilizadas por aquellos que dan por terminada una etapa en su vida personal o profesional para empezar otra, en principio, completamente distinta. Eso sí, debe acabar dicha etapa con los deberes hechos, para así, desde luego, irse con "su" música a otra parte sin la obligación de mirar atrás. O querencia de volver que eso pasa también mucho. Una situación por la que parece, estos últimos días más que nunca, podría pasar en breve (bueno, en unos meses) el actual ministro de Economía español, Luis de Guindos. Secreto no es que su nombre suena en algunas quinielas como sustituto para el sillón de vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) , para el que hasta ahora muchos situaban a otros dos españoles, José Viñals, exsubgobernador del Banco de España (ahora presidente de Standard Chartered), y al también exgobernador de la autoridad bancaria española, hoy director gerente del Banco de Pagos Internacional (BIS, por sus siglas en inglés), Jaime Caruana. Apenas quedan ocho meses para ocupar dicho puesto –el actual vicepresidente, el portugués Vítor Constâncio, lo tiene que abandonar el 31 de mayo de 2018– y urge estar lo mejor posicionado posible para que no vuelva a ocurrir similar situación que con la presidencia del Eurogrupo, a la que también optó el ministro español.

El caso es que, además, urge que España vuelva a ocupar un puesto de relevancia en las instituciones europeas, tras haber perdido la silla que ostentaba precisamente en el BCE en 2012. Aquello, pienso, no fue consecuencia de una estrategia malévola del resto de los países de la Eurozona. No. Más bien fue por la falta de pericia que mostró en aquel momento el Gobierno de Mariano Rajoy. La oportunidad se nos escapó, más que nada por creer que por ser uno de los grandes países de la Eurozona le correspondía un puesto independientemente de la valía del candidato que presentara y claro, en plena crisis financiera y con nuestra banca en entredicho, ¡buf! Complicado.

Entonces, el mandato del español José Manuel González Páramo precisamente en el comité ejecutivo del BCE venció el 31 de mayo del 2012. El candidato español para sustituirle fue el entonces jefe de los servicios jurídicos del Banco de España Antonio Sáinz de Vicuña, un jurista que, en Europa, al parecer, no encajaba en un ecosistema formado por economistas de prestigio internacional o bien gobernadores o subgobernadores de bancos centrales con un expediente sobresaliente. El entonces gobernador del Banco de Luxemburgo, Yves Mersch, fue elegido en vez de Sáinz de Vicuña.

El caso es que apenas quedan ocho meses para ocupar dicho puesto y la decisión de optar o no a él hay que tomarla ya . Más que nada porque si De Guindos se va, alguien tiene que ocupar su silla también. Y Rajoy tiene que buscar entre sus propios candidatos. Se puede decir, eso sí, que, en esta ocasión, la situación es bien distinta. La reestructuración de nuestra sistema financiero es un ejemplo a seguir, y estamos en clara recuperación económica. Eso dicen en Europa. Por lo que el titular de Economía, pues, se podría decir que tiene los deberes prácticamente hechos. Sobre todo en lo que al sector bancario –bajo su yugo– se refiere.

Aún quedan algunos flecos. Tras superar el "inconveniente" de la resolución de Banco Popular, el resto del sector tiene encaminado el futuro... de aquí a mayo. Seguirán los ajustes (plantilla y oficinas) y un entorno de tipos de interés prácticamente gratis desde hace años hace muy difícil seguir en solitario porque ingresos, más bien pocos. El negocio no da más de sí. Por tanto, alguna concentración más (compras y absorciones, vamos) nos queda aún por ver en estos meses. El tiempo (de la banca y del propio ministro) apremia. Y hay que dejar todo bien atado. Además, ya le dijo una vez a Rajoy que se iba... y se quedó. O se tuvo que quedar.

El ministro ha eludido "en on" hablar del asunto claramente pero sí ha afirmado con contundencia que el candidato (¿o candidata?) español a la vicepresidencia del BCE será "del máximo nivel". Un nivel, digo yo, que ahora sí, es acorde con su actual puesto de trabajo. Y esta vez sí, parece que en Europa no habrá dudas. De hecho, en Alemania lo dan prácticamente por hecho . Y los alemanes, son, los que mandan, ¿no? El caso es que el "segundo" del BCE será español. Y el primero... pues alemán.

Pero cuidado, que si bien parece que el candidato español cuenta con el beneplácito de Alemania, y Francia, ya le dejaron a los pies de los caballos en la ocasión anterior, cuando se postuló en la carrera por la presidencia del Eurogrupo. Vuelve esa sensación "déjà vu". Así, España –el ministro– debe posicionarse claramente, y mientras urge al sector para que sigan hablando todos con todos, para dejar los deberes hechos y no mirar atrás, las cartas sobre la mesa: Meritocracia y ciertas ciertas dosis de diplomacia. Es la clave, dicen por ahí.

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