El Estado alemán prevé salir al rescate de la «hucha» de pensiones

El Gobierno pedirá permiso al Bundestag para inyectar liquidez al fondo, lastrado por los bajos tipos

CORRESPONSAL EN BERLÍN Actualizado: Guardar
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El 1 de enero de 2017 entrará en vigor en Alemania una reforma de las pensiones de jubilación que contempla el retiro a los 67 años en 2030 y el cobro de una jubilación de al menos el 43% de los ingresos medios recibidos durante la vida laboral. El Bundesbank ya viene advirtiendo que no será suficiente y que la única forma de evitar el colapso sería elevar la edad de retiro hasta los 69 años. El ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, ha llegado a mencionar los 70 años y, según el Instituto económico, si el envejecimiento continúa aumentando exponencialmente, en 2035 la edad de jubilación tendría que establecerse en los 73 años.

Pero he aquí que los bajos tipos de interés implementados por el BCE han sumado un obstáculo añadido a estas cuentas que no salen.

La patronal alemana había advertido que los fondos de pensiones de las empresas no mantendrán el valor pronosticado si el BCE prolonga la etapa de los tipos bajos y ahora es el Estado alemán el que se ve en la necesidad de provisionar mejor sus fondos para contrarrestar esa pérdida de valor y poder seguir pagando puntualmente la pensión a sus 300.000 funcionarios.

Fue en 2007 cuando el Estado alemán se hizo con un fondo "Kapitalstock" para cubrir el coste futuro de las pensiones y con el que dar ejemplo de política de jubilación sostenible. A finales de 2015 ascendía a 2.300 millones, pero los bajos tipos no están permitiendo la evolución esperada y dan al traste con las previsiones, de modo que han sido necesarios 590 millones más de los previstos inicialmente (286 millones). Para colmo de males, la entrada en año electoral ha impulsado hacia atrás el desagradable asunto en la agenda política.

El Gobierno ha propuesto al Bundestag implementar una partida presupuestaria extraordinaria para compensar el menor rendimiento del fondo, rechazando de antemano un aumento de las contribuciones, lo que algunos expertos han criticado como una claudicación, dado que supone aceptar la premisa de que el "Kapitalstock" ideado en 2007 no servirá para garantizar el pago de las pensiones previstas en su totalidad.

Una de las medidas que Alemania plantea para mejorar el rendimiento del fondo es permitir al Bundesbank invertir un 20% en el futuro, en lugar del 10% que puede mover actualmente, con lo que podría mejorar su rendimiento. También se reforzará un segundo fondo de reserva establecido en 1998, pero los mayores esfuerzos están centrados en facilitar la llamada "flexi-rente", un modelo de pensión híbrido que permita diferentes itinerarios tras la finalización de la vida laboral.

La nueva ley prevé partir la prestación en dos: el 60% de los ingresos vendrán calculados por la pensión genérica, mientras que el 40% restante se computará en base a la situación individual del nuevo pensionista. Una de las novedades es el descenso de la edad en la que se podrá aumentar voluntariamente la contribución. Hasta ahora era posible a partir de 55 años, frontera que descenderá hasta los 50. El nuevo texto también elimina la obligatoriedad de que el empresario cotice por los empleados en edad ya de retiro, lo que facilitará la contratación de pensionistas a los que la pensión no les llegue para subsistir.

Trabajar tras el retiro

Entre las posibilidades para completar los ingresos durante el periodo de jubilación, la contratación de un plan de pensiones privado o acogerse a planes de pensiones ofrecidos directamente por las empresas parecen las más socorridas, pero la intención del Gobierno alemán es una modificación profunda del mercado laboral que favorezca la continuidad de la actividad, aunque en formatos y en horarios diferentes, seguramente inéditos hasta ahora. Dando largas a la reforma, el Partido Socialdemócrata camufla su resistencia a estas novedades para las que nadie encuentra alternativa.

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