Más del 50% de los jóvenes con altas capacidades no finalizan los estudios superiores
Más del 50% de los jóvenes con altas capacidades no finalizan los estudios superiores - ABC

Las empresas españolas no entienden a los superdotados: «Era un bicho raro. Me trataron mal»

Los problemas de los colegios para entender e incentivar las altas capacidades se replican en las empresas

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Mientras la sociedad y la economía se enfrentan a un complejo proceso de digitalización, más de un millón de personas capaces de hacer frente en nuestro país al gran desafío de dominar y entender el entorno digital se encuentran «ocultas» y con las puertas del «mercado» de trabajo cerradas. Son los superdotados, jóvenes con ingenio y con gran capacidad para aportar la mayor riqueza a la que puede aspirar una organización, capital humano con talento, pero que poseen unas características emocionales propias que les hacen más vulnerables. Su cerebro es capaz de pensar más rápido, almacenar una gran cantidad de información y desarrollar un razonamiento atípico, una forma de pensar transversal, a menudo incompatible con la estructura laboral -a veces un tanto conservadora- de nuestras empresas.

Los problemas empiezan en la raíz: las aulas. Según los últimos informes del Ministerio de Educación, más del 50% de los jóvenes con altas capacidades no finalizan los estudios superiores. Es el caso de Juan Carlos: «Cuando llegué a la puerta de la Facultad me di la vuelta debido a la sobrecarga de estímulos exteriores. No tolero el exceso de luz ni el ruido; esto ha supuesto un hándicap en el desarrollo de mis habilidades sociales y, un fracaso a nivel profesional. Me he convertido en un bicho raro. Me han tratado mal». Con un cociente intelectual muy por encima de la media, 143, se define como una persona con grandes inquietudes intelectuales. «A los diez años, devoraba las enciclopedias. Y conocía, básicamente, la historia universal. Sé que con ayuda hubiera llegado muy lejos, pero ya es tarde», asegura.

El rechazo de partida

Tener altas capacidades (personas con un cociente a partir de 130) no significa solo ser más inteligente que la media, sino que este atributo lleva implícito, entre otros rasgos, unas características emocionales propias; la más común, una altísima sensibilidad sensorial, física y emocional. Esto, unido a la falta de habilidades relacionales, es lo que, según explica Carmen Sanz, -psicóloga clínica, experta en superdotación y presidenta de la Fundación Mundo del Superdotado-, «hace vulnerables a nuestros jóvenes a la hora de superar una primera entrevista. Son muy inteligentes, con una capacidad productiva del 200% si les entusiasma su trabajo, pero no resultan ser los mejores candidatos para desenvolverse en una dinámica de grupo, condición imprescindible para salir airoso en una primera entrevista laboral». «La timidez –continúa Sanz– les impide tener la oportunidad de demostrar su talento. Como consecuencia acaban trabajando en puestos nada acordes a su capacidad».

Javier Tourón
Javier Tourón

Conscientes del problema, desde la Fundación El Mundo del Superdotado crearon un proyecto de colaboración con algunas de las empresas más importantes de España, entre ellas BBVA, La Caixa, Hewlett-Packard, Indra, Microsoft, Vodafone o la Universidad Autónoma de Madrid. «Con esta iniciativa, que no termina de despegar -confiesa la experta- se intenta ayudar a que los jóvenes con altas capacidades encuentren una vía de desarrollo profesional en nuestras empresas, y a la vez enseñar a estas firmas colaboradoras a descubrir, valorar y aprovechar el talento que tienen en sus plantillas. Según datos de la fundación, cada empresa, sin saberlo, cuenta con un 2% de trabajadores de alta capacidad.

Javier Tourón, catedrático de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación y vicerrector de la Universidad Internacional de la Rioja, va más allá y apuesta por una empresa que ayude a desarrollar un modelo educativo adecuado. «Si se quiere talento, hay que invertir en él. Las empresas no tendrán talento si no se cultiva, y eso hay que empezar a hacerlo desde la escuela, con una intervención educativa acorde a las necesidades de cada niño», explica.

El modelo de EE.UU.

Tourón advierte de que el sistema educativo es el que es y tiene muchos déficit, «hay que ayudarle, porque estamos perdiendo talento a raudales». Para el profesor es fundamental, como ocurre en la mayoría de los países desarrollados, invertir en programas de desarrollo. Y es ahí dónde deben estar las organizaciones, a través de su responsabilidad social corporativa, para que ninguna persona con capacidad se quede sin la posibilidad de convertirla en talento. «En EE.UU. sin ir más lejos, y salvando las distancias se puso en marcha "The Giving Pledge", una iniciativa donde las familias más ricas del país, como Bill Gates, George Lucas, Ted Turner o Paul Allen han donado el 95% de sus fortunas a proyectos altruistas». Para Tourón debemos tener en cuenta este tipo de proyectos y aprender de ellos. «Hace falta compromiso por parte de nuestras organizaciones. El mayor capital que tiene un país es el capital humano. No lo dejemos peder. ellos son nuestro futuro»

Parece que la empresa española aún no ha conseguido encontrar con el interruptor ilumine a estas «mentes prodigiosas». Ada, de 39 años, superdotada, relata su dispar experiencia laboral en Alemania y España. Asegura que, con una sensibilidad extrema y un entorno educativo y familiar inadecuado para desarrollar armónicamente su capacidad emocional, en nuestro país «ha tenido que fingir y adaptarse a unas estructuras de trabajo muy inferiores a su capacidad».

Trilingue, y licenciada en Comunicación y marketing, Ada sí pudo desarrollar una carrera durante 10 años como responsable del departamento de comunicación de una importante compañía alemana. «He tenido la oportunidad de demostrar cómo trabajo. Fuera de España, si tienes la capacidad, encuentras la oportunidad. Después quizá los problemas de adaptación sean los mismos». Para ella «en España, si las cosas funcionan, no te dan la posibilidad de mejorarlas. Cuando tus jefes, tus subordinados o tus compañeros se encuentran con un pensamiento divergente que rompe el del grupo, no lo aceptan. Es muy complicado trabajar así, te tienes que ir frenando a ti misma. Todavía nos queda un poco para que en España eso no sea lo habitual».

Ahora, a sus 39 años, Ada va a tomarse un tiempo. Sus dos hijas, también con altas capacidades, la necesitan. Ha encontrado apoyo en la Asociación Española de Superdotados y con Talento (AEST) donde colabora. Para Alicia Rodríguez, presidenta y miembro fundacional de AEST, «es importante ayudar al desarrollo íntegro de estas personas desde pequeñas, ya que en el colegio, y solo en el mejor de los casos, tratan la parte curricular, pero la social y la emocional, tanto o más importantes, quedan relegadas al olvido».

El camino el autoempleo

Al igual que Ada, Paula ha tenido un desarrollo profesional fuera de España. Con un talento multidisciplinar, tuvo una infancia muy complicada. A los 9 años desarrolló una fuerte depresión de la que le costó mucho salir. Sus inquietudes emocionales e intelectuales no fueron atendidas adecuadamente –por el desconocimiento de su entorno–. Ahora, a los 43 años, se siente una triunfadora. «Estoy satisfecha de mi trayectoria profesional. Tengo tres carreras, he estudiado en las escuelas internacionales de negocios más prestigiosas, y tras invertir mucho tiempo y trabajo en la mejora de mi desarrollo emocional, he conseguido triunfar profesionalmente». Paula reconoce que jamás ha buscado trabajo en España.

«Cuando acabé mis estudios en el extranjero, hace 10 años, lo hice para trabajar en una empresa de banca francesa. Todo el mundo allí había estudiado fuera y sí se valora tu formación y capacidad. Tengo claro que para trabajar aquí solo hay dos formas, o en una firma internacional, donde te pagan bien y estás aprovechada intelectualmente, o emprender. Esta última ha sido mi opción y me siento satisfecha, no tengo límites, no me aburro y me siento feliz».

Paula ha creado una empresa, «LoomHouse» donde desarrolla «un proyecto apasionante. Un espacio que está atrayendo a las principales empresas de innovación en todas las disciplinas». Una prueba de que el hipertalento, bien entendido, acaba por encenderse.

Ver los comentarios