El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, a su llegada a la cumbre de líderes de la Unión Europea (UE) en Bruselas,
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, a su llegada a la cumbre de líderes de la Unión Europea (UE) en Bruselas, - EFE

Draghi exige a la banca europea una política restrictiva de dividendos

El BCE podrá «recomendar» a un banco revertir la decisión de retribuir al accionista si ve que no cumplirá con los niveles de capital exigidos

Madrid Actualizado: Guardar
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Prudencia. Es lo que pide una vez más el Banco Central Europeo (BCE) a sus «supervisados». Y sus deseos son, en realidad, órdenes. La situación económica mundial no está para muchos dispendios y las recomendaciones de la autoridad bancaria nunca caen en saco roto. Y en el sector lo saben. En esta ocasión pide -en definitiva, «exige»- prudencia a la banca europea en relación a si deben o no retornar beneficios a sus accionistas a través de los dividendos. Así, según una carta firmada por el presidente del BCE, Mario Draghi, a la que ha tenido acceso ABC -fechada el pasado 17 de diciembre y con efectos a partir del primero de enero de 2016-, las entidades financieras que están bajo su paraguas deben sopesar, y comunicar al organismo supervisor, la conveniencia o no, y la cuantía si finalmente deciden hacerlo, de repartir dividendo.

Eso sí, en la misiva, la autoridad monetaria distingue qué entidades podrían repartir sin problemas dividendos y cuáles, en ningún caso. De hecho, habla «per se» de tres tipos de situaciónes: los bancos que pueden retribuir al accionista sin trabas; aquellos que pueden hacerlo siempre y cuando no afecte a sus niveles de capital; y los que deben renunciar a hacerlo en cualquier caso.

El supervisor divide a las entidades en tres grupos en función de su riesgo y su nivel de solvencia a cierre de 2015, esto es, según su grado de cumplimiento de los requerimientos de capital bajo la normativa de Basilea III de 2019 (la ratio conocida como «fully loaded»). «Las entidades de crédito -dice Draghi- deben establecer las políticas de dividendos sobre la base de presunciones prudentes y conservadoras, a fin de seguir cumpliendo los requisitos de capital aplicables después de repartir dividendos», dice.

La banca puede retribuir a sus accionistas, indica el BCE, pero siempre y cuando esto no le impida, primero cumplir con los requisitos de capital establecidos; segundo, mantener una ratio mínima de capital del 8%; y, por último, alcanzar ratios aproximadas de solvencia «fully loaded», en el entorno del 10% para las españolas.

Aquellas entidades que cumplan estos tres requisitos podrán retribuir al accionista de modo conservador pero con libertad, en tanto que aquellos a los que efectuar el pago ponga en peligro su cumplimiento deberían mantener el dividendo solo si pueden garantizar una ratio de capital del 8%.

Diferentes fuentes financieras coinciden en que, a cierre de 2015, todas las entidades españolas estarían en el segundo caso, «aquellos que pueden hacerlo siempre y cuando no afecte a sus niveles de capital», si bien hay dudas respecto a alguna entidad mediana.

Ahora bien, la recomendación expresa para todas las entidades es que se siga una política conservadora, de forma que sigan cumpliendo todos los requerimientos incluso si las condiciones económicas y financieras se deteriorasen. Fuentes financieras explican que si bien las misivas que reciben procedentes de la cúpula del BCE son siempre bajo el epígrafe de «recomendaciones», el reparto de dividendo, e incluso su cuantía, queda a discrecionalidad del supervisor.

Los bancos comunicarán al BCE en qué grupo están y, en caso de incluirse en el segundo, firmarán un documento explicando que la política de dividendos está en línea con la recomendación del organismo. De no ser así, deberán especificar su importe, la modalidad y el impacto en el capital.

El BCE no es el único organismo que está estrechando este año la vigilancia sobre el sector. Hoy mismo, la Autoridad Bancaria Europea (EBA) dará a conocer la metodología y los escenario macroeconómicos de su test de estrés de 2016, al que se someterán 53 entidades financieras, incluidas las seis grandes españolas: el Santander, BBVA, Caixabank, Bankia, el Sabadell y Popular.

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