El presidente del BCE, Mario Draghi
El presidente del BCE, Mario Draghi - REUTERS

El BCE conecta el piloto automático

En la reunión de este jueves no podemos esperar mucho más que a conocer las nuevas proyecciones macroeconómicas

CORRESPONSAL EN BERLÍN Actualizado: Guardar
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Nadie espera que el Consejo del BCE aborde este jueves modificaciones en su política monetaria, a pesar de que el último dato de inflación en la zona euro se sitúe ya claramente en los niveles de precios que su Estatuto considera “estables”. Mario Draghi ya ha avanzado que son los precios de la energía los responsables de esa subida y que hasta que la inflación subyacente no de muestras de mejoras no habrá movimientos. Analistas independientes consideran que Draghi está esperando, además, a que se despeje el calendario de elecciones en Holanda, Francia y Alemania, para no dar pasos en falso y disponer de margen de maniobra ante potenciales necesidades. Hoy, por lo tanto, no podemos esperar mucho más que a conocer las nuevas proyecciones macroeconómicas elaboradas por su banco de estudios, previsiones de crecimiento e inflación en las que podría producirse una revisión al alza por el sostenido encarecimiento del petróleo y debido también a la depreciación del euro.

Los mercados cuentan con escuchar de boca del italiano que los riesgos se mantienen a la baja, con alguna sugerencia a la incertidumbre política en Europa. Los bancos confían en que el BCE les siga prestando el dinero semanalmente al 0% y les siga cobrando un 0,4% por el exceso de sus reservas, a pesar de las protestas de directivos de grandes entidades europeas y de prestigiosos institutos como el alemán IFO, que reiteradamente ha señalado los apuros que está sufriendo el margen de negocio del sector y la necesidad de que el BCE reduzca sus compras de deuda. Pero respecto a este último punto, Draghi también parece haber conectado el piloto automático y sigue dispuesto a comprar deuda pública y privada de la zona del euro por valor de 80.000 millones de euros hasta marzo. En abril reducirá la cantidad a 60.000 millones de euros hasta finales de año y no se espera por ahora que añada nada más.

"El incremento de la inflación en febrero supone una especie de combustible para la discusión sobre que el BCE ponga fin antes de tiempo a su política monetaria ultra expansiva", dice también el economista del Commerzbank Christoph Weil.

Pero aunque son muchos los que critican esta ruta y su prolongación en el tiempo, Draghi cuenta con el apoyo de otros economistas, como los analistas del Instituto de Finanzas Internacionales (IFI), que consideran que el BCE todavía no está bajo presión porque la inflación subyacente todavía es débil y, de momento, no hay presión sobre los salarios. Recuerdan que "el riesgo de efectos de segunda ronda será más notorio en países con mercados laborales más ajustados, donde es más probable que los trabajadores tengan poder de negociación, pero es menos probable que países como España, con un desempleo elevado, vayan a ver efectos de segunda ronda pronto”.

Algunas proyecciones, además, apuntan una ligera caída de la inflación en los próximos meses, después del efecto de la subida de los precios del petróleo, según informa Thomas Gitzel, economista jefe del VP Bank, “por lo que, para Draghi, un aumento de la tasa de inflación no es razón para desviarse de su sendero”. Está de acuerdo con él el economista jefe de ING-Diba, Carsten Brzeski, que sospecha que si cesan las incertidumbres políticas tras las elecciones en Holanda y Francia, el BCE podría dar indicios en verano de una subida de tipos para 2018.

Pero al margen de lo que aporten los economistas externos, el sostenimiento de la política monetaria y las medidas excepcionales de Mario Draghi es posible, fundamentalmente, por la tregua respetada entre los halcones y las palomas del BCE. Incluso el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, aporta de cara a su parroquia argumentos de apoyo a esa política, recordando que el fisco alemán se beneficia tanto como otros agentes de esta política. “Si los tipos de interés se hubieran quedado en el nivel de 2007, el Estado alemán habría tenido que pagar en este tiempo cerca de 250.000 millones de euros más en concepto de intereses”, ha declarado recientemente en el dominical germano Frankfurter Allgemeine.

Y en lo que coinciden todos los implicados es que poner fin a esta política expansiva sin precedentes no es algo que se pueda lograr de hoy para mañana porque cualquier modificación brusca desencadenaría graves turbulencias en los mercados financieros. “Para ir preparando al mercado, el organismo europeo debe anunciar al menos unos meses antes sus intenciones de poner fin de la compra de bonos”, explicó el economista jefe del Commerzbank, Jörg Krämer. Ese será seguramente el único punto de discusión en el seno del Consejo durante la reunión de hoy, si es aconsejable ir empezando a lanzar mensajes de aviso o cuándo debería hacer lo en BCE. Desde el punto de vista de Weidmann, se deben empezar a poner ya las bases para un cambio de política. "No hablamos de frenar por completo esta política monetaria, sino de hacerla algo menos expansiva", ha justificado su postura.

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