Sede de Time Warner en
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La compra de Time Warner por AT&T aviva la guerra de las telecos

Inquietud en EE.UU. por el riesgo de limitar la distribución de contenidos audiovisuales

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Son dos estrategias para ganar una guerra, la de la explotación de los contenidos y el entretenimiento audiovisuales, que protagonizan las gigantes de las telecomunicaciones en Estados Unidos. AT&T, la antigua compañía telefónica bandera del país, privatizada en los años 80  , acaba de contraatacar con el anuncio de la compra de Time Warner, propietaria de la conocida fábrica de películas y programas de televisión, que emite por algunos de los más importantes canales de emisión por cable.

El doble zarpazo previo lo había lanzado Verizon, su gran competidora, con la doble adquisición de AOL, la empresa de servicios de internet y que, precisamente, compartió conglomerado con Time Warner, y la emblemática Yahoo, esta última todavía en proceso.

La primera se centra en acumular producción de contenidos para su emisión, mayoritariamente por cable. La segunda apuesta por internet y la telefonía móvil, con especial acento en los contenidos de vídeo. La corporación son sede en Dallas sigue mirando hacia la televisión. La compañía neoyorquina pone su ojo en Silicon Valley.

El otro protagonista de la disputa, Sprint Corporation, el tercer operador de telefonía de Estados Unidos, cada vez se aleja más en tamaño, lo que abre paso a la polémica sobre el exceso de concentración. La inquietud por el riesgo de limitar el acceso a los contenidos que supone la operación de AT&T llevó ayer a miembros del Senado a advertir que analizarán la operación "con todo detalle".

Se trata del movimiento de compra de mayor envergadura en 2016. Time Warner, la joya más valorada en el mundo del entretenimiento audiovisual, propietaria de la Warner Brothers y los canales por cable TNT, HBO y la CNN, entre otros, ha llegado a un entendimiento con AT&T. El movimiento de la teleco se adelanta a otros como la gigante tecnológica Apple, que hace unos meses ya había sugerido la fusión a Time Warner. El acuerdo de compra, que deberá ratificarse y formalizarse a final de 2017, se ha valorado en 85.400 millones de dólares (casi 78.500 millones de euros), unos 100.000 si se tiene en cuenta la deuda, que la compañía telefónica abonará mitad en metálico y mitad en acciones. Cada una de las acciones de Time Warner ha sido valorada en 107,50 dólares. No se esperan sobresaltos en la consolidación del acuerdo entre ambas compañías, pero en un sector de tanta volatilidad y envergadura, tampoco son descartables intentos de otros agentes de reabrir el compromiso con una nueva oferta.

AT&T está valorada en unos 230.000 millones de dólares, pero arrastra una deuda cercana a los 120.000, resultado en parte de la compra de Direct TV, el proveedor de servicios de difusión por satélite con sede en California, por el que pagó 48.500 millones hace dos años, y que hoy tiene ya a la venta. La guerra abierta por los contenidos está provocando un apalancamiento desbocado de las compañías, que confían empezar a reducir con la explotación del negocio de los contenidos y con la venta de parte de esos nuevos activos. AT&T es el segundo operador digital del mercado, con casi 107 millones de abonados, solo superado por Verizon, que con su conglomerado de servicios de cable, internet y telefonía, Comcast, suma casi 117 millones.

En el ojo del huracán

El paso dado por AT&T y Time Warner ya está en el ojo del huracán por la alta concentración y la amenaza sobre la libre competencia. Al mensaje de aviso de la comisión «antitrust» del Senado, controlada por la mayoría republicana, se sumó ayer el candidato por este partido a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, quien anunció ya que se opondría a la materialización del acuerdo: "Es demasiado poder empresarial".

El rechazo por parte del hombre de negocios concuerda con el mensaje populista que ha defendido durante toda su campaña, opuesto a los grandes acuerdos internacionales de libre comercio, en favor de "los trabajadores norteamericanos". Pero en el fondo late la batalla contra los medios de comunicación estadounidenses que ha protagonizado el magnate.

El nuevo gigante sería propietario de la cadena de televisión CNN, contra la que Trump ha cargado durante toda la campaña por su favoritismo hacia su rival Hillary Clinton. Hasta el punto de bautizarla como Clinton News Network (Cadena de Noticias Clinton). Pero también el entorno de Hillary Clinton pone pegas a la operación. Su candidato a vicepresidente, Tim Kaine, recordó ayer que los reguladores y los legisladores tienen que "entrar en el fondo de la cuestión, que es ver si merma la libre competencia". Y lanzó un avisó: "Soy partidario de la máxima competencia, y si hay menos concentración, eso ayuda, especialmente en el caso de los medios de comunicación".

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