El comisario Moscovici, esta semana en Bruselas durante la presentación de las previsiones económicas
El comisario Moscovici, esta semana en Bruselas durante la presentación de las previsiones económicas - AFP

«La Comisión siempre tiene razón en sus previsiones de déficit»

Entrevista con Pierre Moscovici, comisario europeo de Asuntos Económicos

ENVIADA ESPECIAL A BRUSELAS Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Pierre Moscovici podría ser definido como un socialista pragmático, que sabe combinar su discurso de la importancia de acabar con las desigualdades en Europa con la necesidad de seguir haciendo reformas estructurales para aumentar la productividad. Desde noviembre de 2014 está en el ojo del huracán de todas las críticas ya que unos le tachan de demasiado débil por demostrar comprensión y cierta flexibilidad con los países que no pueden cumplir con los objetivos de déficit, y otros de demasiado duro. Él se defiende diciendo que siempre cumple lo que dicta el Pacto de Estabilidad. En una entrevista concedida a un grupo de periódicos europeos esta semana en Bruselas repasa los principales asuntos de la actualidad de su cartera, entre los que urge a España a que le mande cuando antes el Presupuesto de 2017 incluido un ajuste de 5.500 millones.

–España es uno de los países de los que más se ha hablado en los últimos meses en Bruselas por la parálisis política que ha vivido. Ahora se observa una gran diferencia entre la previsión de déficit público para España que hace la Comisión Europea para 2017, un 3,8%, frente al 3,1% que pronostica el Gobierno de Mariano Rajoy. ¿Qué aconseja al Gobierno español, subir impuestos o recortar el gasto público?¿Qué sería más eficaz a efectos de cumplir el objetivo?

– Tal y como ha dicho hace unos días el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, la Comisión Europea respeta por supuesto los cálculos que ha realizado el Gobierno español pero no hay que perder de vista que nosotros siempre tenemos razón. Recuerdo el debate que se abrió en la prensa española hace un año en relación a que yo había sido demasiado duro con España y, finalmente, el déficit el año pasado fue del 5,1% frente al tope del 4,2% del PIB que tenía marcado, tal y como nosotros decíamos porque el gasto público fue mayor. No fui demasiado duro con la previsión, sino demasiado suave. Nosotros tenemos nuestros cálculos y hemos previsto un déficit para España del 4,6% en 2016, de un 3,8 en 2017 y de un 3,2% en 2018. No obstante hay que decir que las diferencias entre nuestras cifras y las del Gobierno se pueden explicar en parte porque aún no hay Presupuesto para 2017. Desde mi punto de vista la diferencia del déficit es una consecuencia de la diferente previsión que tenemos en materia de crecimiento económico, y los ingresos fiscales que se derivan de él. Tal y como le dije esta misma semana al ministro Luis de Guindos es urgente que envíe cuanto antes a Bruselas el nuevo Presupuesto, sobre la base de las cartas que hemos enviado a Madrid en las que les recordamos los compromisos de déficit y el necesario ajuste de 5.500 millones, para que podamos tener un intercambio de opiniones constructivo sobre la base de las nuevas cuentas porque no quiero entrar en controversia.

– La Comisión Europea acaba de publicar sus previsiones de invierno y, una vez más, Europa muestra un crecimiento económico muy débil con apenas un 1,6% de avance para 2017. ¿A qué se debe, cuáles son las principales dificultades?

– Es cierto. La economía europea va a tener un crecimiento modesto en los próximos años y para que esto cambie y el crecimiento sea más robusto y se fortalezca frente a los riesgos potenciales hay que hacer cambios. Hay que combinar una nueva ronda de reformas estructurales, las conocidas como 2.0, con políticas fiscales adecuadas para promover la inversión, y siempre con la ayuda de una política monetaria acomodaticia, claro. La grave crisis que hemos atravesado no sólo debilitó la demanda, sino que la ha dejado por debajo de su crecimiento potencial. Las últimas reformas estructurales realizadas en Europa se han convertido en sinónimo de dolorosos ajustes pero, en realidad, fueron un gran progreso aunque, desde luego, hubo sectores y países en los que se sufrió mucho por una caída de la competitividad, pero las reformas eran necesarias para recuperar algo de productividad. Otra de las razones por las que las reformas son impopulares es porque los efectos inmediatos son negativos y las beneficios no se ven a corto plazo. Es por eso que el nuevo paquete de reformas estructurales va a intentar sobre todo aumentar la productividad de las distintas economías mediante el aumento de la formación de los trabajadores, porque a más productividad más bienestar para los ciudadanos y más crecimiento económico potencial. La productividad está relacionada con el capital humano, es decir, con la educación en todos los niveles, tanto primaria como universitaria, formación vocacional y profesional para todo el mundo, incluidos por supuesto los inmigrantes.

– ¿Cuál es la valoración que se hace en Bruselas del resultado de las elecciones americanas?

– Ha demostrado lo que pasa cuando se deja a las personas a un lado en un mundo cada vez más globalizado. Tenemos que cuidar de todo el mundo para reducir la desigualdad ya que si no lo hacemos las diferencias y las desigualdades serán cada vez más grandes entre las élites, los gobernantes, y el resto de las personas. Para resolver este problema hay que invertir más para mejorar la situación económica, lo que pasa necesariamente por destinar más fondos a innovación y hacer más reformas estructurales para aumentar la productividad que mencionaba antes. Otro elemento clave es la flexiseguridad, que supone flexibilidad para los trabajadores pero también seguridad de que contarán con la formación adecuada cuando tengan que cambiar de un empleo a otro. Además desde Bruselas estamos muy interesados en analizar la calidad del gasto público que hacen los países, y no tanto la cantidad en la que nos hemos fijado tanto en los años de la crisis, por lo que haremos una monitorización constante del gasto que se realiza en la puesta en marcha de las nuevas reformas estructurales que, junto con las inversiones y la política fiscal harán que se fortalezca el crecimiento económico en Europa.

– ¿El triunfo de Trump en Estados Unidos parece una victoria del populismo y el lado positivo será que quizás contribuya a que la Unión Europea se mantenga más unida ahora?

– Lo que ha pasado en Estados Unidos desde luego es una clara llamada de atención y, como he mencionado antes, es el resultado de que hay mucha gente que se siente aparte en la sociedad y que no participa del progreso económico. Todos los países tienen que replantearse sus políticas para tratar de reducir las diferencias porque si no lo hacemos sufriremos de esta creciente diferencia entre las élites y los ciudadanos. Es el momento de que las instituciones europeas y las de todos los países defendamos nuestros valores, sobre todo el de la inclusión social, la diversidad cultural y los reforcemos. Nosotros somos una sociedad abierta y tenemos que seguir siéndolo. Somos una economía abierta y tenemos que seguir así ya que sería un error dar marcha atrás en comercio internacional, por ejemplo. Si lo que ha pasado en Estados Unidos nos sirve para hacer más y mejor Europa será positivo y si no será un desastre porque habrá más malas noticias en Italia, en Francia y en Alemania, países que tienen importantes citas electorales a medio plazo. Dicho esto Europa tendrá que trabajar con la Administración norteamericana porque es nuestro deber. Lo que no quiero es ver en el poder a figuras como Marine Le Pen, en el caso de Francia por ejemplo.

– ¿Cree que su propuesta de que tras las elecciones de Estados Unidos hay que hacer más Europa es compatible con la idea que se barajó hace unos meses de hacer una especie de Europa a dos velocidades, de modo que los países más grandes y avanzados, como Francia y Alemania, establezcan una especie de cooperación reforzada?

– No apoyo la idea de una Unión Europea más estrecha solo entre algunos países. Prefiero una mayor integración de todos los países de la Eurozona. El próximo año será especialmente sensible en Europa porque habrá elecciones en países como Francia y Alemania pero, al mismo tiempo, habrá que tomar decisiones importantes sobre por ejemplo la posibilidad de crear una especie de Tesoro de la Eurozona, la nuevas gobernanza en materia fiscal que tiene el Parlamento Europeo, etc...

– Como usted sabe las propuestas para mejorar la productividad siempre tardan tiempo en hacer efecto en el sentido de mejorar los estándares de vida de los ciudadanos europeos. ¿No van a trabajar en algo que tenga eficacia a más corto plazo para que los Gobiernos europeos en general se vuelvan a ganar a los ciudadanos de nuevo visto lo ocurrido en Estados Unidos?

– No hay soluciones milagrosas. Tenemos que movilizar todas nuestras energías para hacer políticas que reduzcan la desigualdad pero, como usted dice, las cosas llevan su tiempo. Le pongo el ejemplo del Plan Juncker de inversiones, que se puso en marcha tres semanas después de que esta nueva Comisión tomara posesión en 2014, y tardó luego tres meses en implementarse de manera real y un año después ya hay 138.000 millones de euros invertidos en distintos proyectos.

– En cuanto a las reformas estructurales, ¿cuál será su impacto fiscal?

– Lo primero que tengo que decir es que ha habido progresos en materia fiscal durante estos años porque se han hecho ajustes pero no hay que perder de vista la deuda pública, que es ahora 30 puntos porcentuales superior a los años anteriores a la crisis, es insostenible para las generaciones futuras. En por eso que el propio presidente de la Comisión, Juncker, ha pedido una política monetaria acomodaticia dada la situación especial de crecimiento débil que atraviesa la Eurozona. En materia fiscal el mensaje es que los países que tengan que reducir el déficit tendrán que hacerlo mientras que los que tengan margen deberán abrir un poco la mano al gasto.

– Dada la situación especial y los importantes retos que tiene por delante Europa la pregunta es obligada. ¿Es tan importante que los países cumplan estrictamente los objetivos de déficit que se les han impuestos o está dispuesta la Comisión Europea a ser más o menos flexible si la desviación respecto a los objetivos no es muy grande?

– Hay personas que piden a la Comisión Europea, y especialmente a mí, que sea más flexible y, por el contrario, hay otras que nos reprochan que somos demasiado blandos, sobre todo en la prensa alemana donde se ha dicho que soy una especie de diablo socialista en una institución burocrática liberal, etc... Nada de eso es cierto. En la Comisión no se toma ninguna decisión fuera de las reglas del Pacto de Estabilidad y esa es muy única hoja de ruta. Aquí no se toma ninguna decisión que esté fuera de las reglas. Pero, ojo, también hemos sido flexibles con los países que incumplen pero están haciendo reformas, o con los que por circunstancias especiales tienen una grave crisis económica. Durante el verano, por ejemplo, hubo una discusión sobre la situación de España y Portugal por sus incumplimientos y la posibilidad de que se les aplicara una multa en forma de recortes de fondos estructurales. Y pasó lo mismo, en el sentido de que unos nos acusaron de ser demasiado duros y otros de lo contrario. Nosotros intentamos buscar un equilibrio entre el respeto de las reglas y la flexibilidad y la inteligencia necesarias para abordar la situación.

Ver los comentarios