El sector energético podría abrirse a las fusiones
El sector energético podría abrirse a las fusiones - ARCHIVO
TRIBUNA

La Celestina energética anda suelta

No se descarta ninguna combinación en las quinielas

MADRID Actualizado: Guardar
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Que habrá más fusiones bancarias en España es, ya, más que un clamor. No hay día que pase en el que no se recuerde que es objetivo ineludible, a más tardar, a medio plazo. Diferentes miembros del Gobierno, del Banco de España, directivos de las propias entidades financieras, Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional... todos lo han ido soltando un día sí, y otro también. Y, ¡cómo no!, los interesados dicen que hablan todos con todos. No se descarta ninguna combinación en las quinielas. El negocio no está para muchas alegrías, y no hay escena para tanto actor. Así que.. ¡a fusionarse toca! Y es que, en momentos de crisis, y de recuperación después, cualquier sector empresarial tiende a desatomizarse.

Sobran jugadores al margen de la dimensión del campo. Lo importante, al final, es que si no hay tanto juego para repartir, hay que reducir.

Recurrente es, desde hace años y años, que, cada «x» tiempo, en los mentideros de otro sector económico español, el energético, se deje caer que existe alguna que otra reunión megasecreta para «charlar» con vistas a una «operación corporativa» final. Los protagonistas nunca -lógico- lo admiten (ya saben, por aquello de que cotizan y enseguida repercute en el devenir del valor de la acción y toca enviar a toda prisa un hecho relevante al regulador, la Comisión Nacional del Mercado de Valores), pero si el río suena..., aunque no tiene por qué «llevar agua» siempre. Pues bien, desde este verano corre el rumor de que las dos principales eléctricas que operan en el mercado español están en conversaciones con el objetivo de fijar fecha para «casarse». Iberdrola y Endesa. Un posible matrimonio que lleva años ha en boca de muchos... menos en la de sus gestores. Al menos, en público y en «on». Además, los expertos del sector insisten en que no tiene razón de ser, y se alinean con la opinión que, dicen, subyace en el Gobierno: cinco operadores en España es el número adecuado para una correcta competencia y la calidad del servicio a los clientes, y, en cualquier caso, la decisión está en manos de las propias empresas, y de sus presidentes, Ignacio Galán y Borja Prado, respectivamente. Pero, sobre todo, depende de sus estrategias de futuro. Y, ahí, coinciden, no cuadran.

Ya ocurrió la primera vez que lo intentaron y, tras varios meses de conversaciones... no pudo ser. El 9 de febrero de 2009, por la tarde, los consejos de administración de Iberdrola y Endesa pusieron punto final al intento de fusión. Las condiciones establecidas por el Gobierno, con José María Aznar al frente, «desvirtuaban el sentido económico y estratégico de la fusión», en palabras del entonces presidente de Iberdrola, Íñigo de Oriol. En particular, la obligación de proceder a cuantiosas desinversiones en activos, el establecimiento de dos marcos regulatorios diferentes con respecto a la comercialización y la pérdida de los costes de transición a la competencia (CTC) propiciaban que la fusión no fuera rentable.

El Gobierno argumentaba entonces, como justificación a las condiciones que impuso a la fusión, que actuó en defensa de la competencia para impedir que el 80% del mercado eléctrico se concentrara en una empresa. En honor a la verdad, no se entiende demasiado bien por qué con el ¿logico? fin de salvaguardar la competencia se impone a dos empresas «A» y «B», que buscan sinergias mediante su fusión para crear la empresa «C», unas exigencias que, por cierto, dan como resultado que «C» sea menor que «A+B». Precisamente la sinergia resulta cuando la integración de las compañías genera más beneficios que los que se obtiene a partir de las empresas individuales. En otras palabras, «C» debe ser mayor que «A+B» para que la operación tenga sentido.

La sinergia resulta cuando la integración de las compañías genera más beneficios los que se obtiene por separado

Pues bien, si se cumplían las condiciones del Ejecutivo de Aznar, el resultado de Endesa+Iberdrola no iba a ser una empresa eficiente, sino una especie de «miniempresa» difícilmente capaz de competir. Esto lo vieron claro los consejeros de ambas empresas y, por eso, decidieron -con acierto dijeron muchos- abortar los planes de fusión.

Algo similar podría ocurrir ahora en el caso de que decidieran darse el sí quiero (¡y si estuvieran hablando claro!), si bien, los expertos (¿y los directivos de las empresas en cuestión?) no lo ven ni siquiera viable. Motivos estratégicos, aducen. Los planes ineludibles de Iberdrola pasan por reducir balance, endeudamiento y exposición a España... así que, ¿para qué una fusión con una empresa, hoy italiana, con un negocio español que, si bien podría ser interesante por tener millones de clientes en distribución y comercialización, no es estratégico? Recurrente es pues que cada «x» tiempo aparezca una Celestina que va y suelte que en conversaciones, están. Bueno pues... ¡ella sabrá!

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