«Cataluña y el resto de España son los Beatles: juntos son magníficos; por separado, un bajón»

El economista y gestor de fondos, Daniel Lacalle, presenta su nuevo libro «La gran trampa» y apunta que «las fronteras destruyen la economía: China crea una Cataluña cada mes y medio»

El economista Daniel Lacalle MILLAN HERCE
Javier Tahiri

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Los bancos (y banqueros) centrales han aumentado su popularidad entre la opinión pública en los últimos años proporcionalmente a lo que han engordado su balance de compras de deuda. Ante este escenario, Daniel Lacalle (Madrid, 1967) alerta de la burbuja que se puede estar gestando en el mercado de bonos y para ilustrar la situación recuerda al libro de Michael Lewis, «La gran apuesta» , que relata cómo sus protagonistas previeron la burbuja financiera de 2007 años antes y ganaron dinero con ello: «Conozco a algunos de los inversores que salen en el libro. Las burbujas estallan justo cuando todo el mundo piensa que no pueden estallar». Su nuevo libro sigue el hilo al de Lewis y se titula «La gran trampa» (Editorial Deusto), «el único que da soluciones realistas», como describe en la Fundación Rafael del Pino. Gran amante musical, no tiene todas las respuestas ante un dilema académico como elegir entre los Chikos del Maíz o Russian Red: «No me gusta ninguno de los dos (risas)».

-¿Qué bancos centrales están conduciendo a una burbuja?

-En general todos están llevando a cabo una política que la incentiva. Pero hay que reconocerle a Draghi que está constantemente hablando de que junto a los estímulos son necesarias reformas, por lo que le está pasando la pelota a los gobiernos para que corrijan sus desequilibrios. El más peligroso es el Banco Central de Japón: el país tiene tipos cero desde hace veinte años y dedica un 20% de su presupuesto a intereses. Cuánto más se perpetúe esta situación, más grave será. No vaticino el fin del mundo, porque hemos atravesado cientos de crisis financieras en la historia. Pero si un particular o un Gobierno compra un bono con rentabilidad negativa, debe saber a qué se expone. La UE tiene un billón de préstamos tóxicos, casi el 5% de todos los concedidos, y los estados están presionando para que el BCE relaje eso. Y con todos los políticos diciendo que hay que gastar más. Hay que lanzar un mensaje, no subir los tipos al 5%, pero sí empezar a incrementarlos y que el BCE deje de comprar deuda. Si el problema es que los tipos suban del 0 al 1% imagina la debilidad estructural de una economía que es rentable al cero pero no al uno.

-Señala que España al menos ha aprobado reformas estos años. ¿Cree que los gobiernos son capaces de adoptar reformas sin la presión de la prima de riesgo?

-Deberían de serlo. En Alemania o Reino Unido lo fueron. Pese a la mejora, en España hay camino por recorrer. Los desequilibrios gestados durante lustros no se solucionan con dos años de reformas. Hay una reforma pendiente, la del sector público, que garantice que el Estado del Bienestar se va a mantener sin atacar a los ciudadanos vía impuestos.

-¿Los mercados temen una independencia de Cataluña?

-A los mercados globales no les importa la independencia de Cataluña. La tendencia proteccionista y separadora es una reacción ante un mundo que va a lo contrario: a menos fronteras y a más democratización de la economía. Un inversor en Boston me contó hace unos días que China crea el PIB de una Cataluña cada mes y medio. «Me da exactamente igual Cataluña, pero a Cataluña no le doy igual yo», me dijo. Gran diferencia. Su fondo gestiona un billón de dólares, una España entera. La crisis nos enseñó que la solución es mirar al exterior: las exportaciones. Y no ver a los mercados o a los inversores extranjeros como enemigos. Porque al conjunto de España también le está afectando esto. Cataluña y el resto de España son como los Beatles: juntos, qué maravilla; por separado, qué bajón. Con todo el talento que tienen, no hay comparación.

-¿El nacionalismo es negativo para la economía?

-El nacionalismo siempre es malo para la economía. Ojo, no es lo mismo el patriotismo que el nacionalismo. El nacionalismo es excluyente, por ello no me parece lo mismo igualar nacionalismo español y catalán. Si vienes a Madrid, nadie te va a decir que no eres verdaderamente madrileño. Hay una razón para la que estamos dando más poder a organizaciones supranacionales sea FMI, OCDE u OTAN: y es que el bienestar común es mayor. Las fronteras destruyen la economía. Lo único para lo que sirve el nacionalismo es para preservar a una elite política que genere su reino de taifas. Como decía Thomas Sowell, la burocracia se da a luz a sí misma y exige baja por maternidad.

-¿Cree que la fuga de empresas de Cataluña puede ser definitiva?

-Yo nunca he visto una empresa que una vez decide cambiar de sede de marcha atrás. No existen las empresas catalanas: existen las empresas que invierten en Cataluña. Esas compañías son de sus accionistas y no tienen por qué invertir en un sitio.

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