La amenaza proteccionista mide la solidez de la edad de oro de la exportación española

La actividad exterior de nuestras empresas mantiene el pulso pese a la desaceleración del comercio global

MADRID Actualizado: Guardar
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Entre el convencimiento y la necesidad que generaba un mercado interno anémico, las empresas españolas iniciaron durante los años de la crisis un viaje hacia el exterior sin marcha atrás. Acumulando récord tras récord, las exportaciones españolas suman siete años consecutivos de subidas. En 2016, las ventas al exterior alcanzaron un nuevo techo, 254.000 millones en mercancías, un 1,7% más que el ejercicio anterior, un ritmo de crecimiento del que no pueden presumir potencias como Alemania (1,2), Francia (-0,9%), Reino Unido (-0,2%), EE.UU (-3,2%) y China (-6,4%). Y, de momento, la tendencia no conoce freno. Esta semana se confirmaba que las exportaciones crecieron en enero un 17,4% respecto al mismo mes del año anterior, hasta alcanzar un nuevo valor histórico de 21.440 millones.

Sin embargo, la edad de oro del sector exportador español se ve amenazada por el contexto global. Las cifras evidencian que el comercio mundial se ha ralentizado: su volumen aumentó un 1,7% en 2016, un ritmo más lento que el crecimiento del PIB (3,5%) por primera vez en tres lustros. En los años previos a la crisis, el comercio mundial se incrementaba a una tasa que doblaba a la del PIB. «Desde entonces no hemos conseguido que el comercio mundial crezca a ese ritmo», explica Alfredo Bonet, director Internacional de la Cámara de España. Una de las razones de esta ralentización es el freno económico que han vivido los países emergentes. «Muchos eran muy dependientes de las materias primas. Cuando estaban a precios altos, eso les generaba muchos ingresos y el volumen del comercio mundial crecía, pero con la caída de su precio, el comercio mundial se resintió en general», explica Bonet, quien añade otro factor: «En los años previos a la crisis hubo una expansión del comercio mundial de productos intermedios, causada por el gran desarrollo de las cadenas globales de valor y el hecho de que los productos se fabricaran en varios países en distintas fases de su proceso productivo. Ahora ese proceso ya no tiene esa velocidad».

El anunciado cambio de modelo de China, desde una economía exportadora a otra basada en el consumo doméstico, es otro de los factores que podrían ahondar la ralentización del comercio global. Pero la gran amenaza parece el proteccionismo vinculado a la oleada populista que sobrevuela medio planeta. De hecho, las barreras comerciales se han multiplicado. «En 2016 se aplicó una media mensual de 15 medidas restrictivas al mes, y de las nuevas 2.478 medidas restrictivas surgidas en el periodo 2009-2016, sólo se han eliminado 740. Por otro lado, la media anual de medidas restrictivas siempre supera a las nuevas medidas favorecedoras del comercio. Es una tendencia preocupante que no se logra revertir», explica Narciso Casado, director del Departamento de Relaciones Internacionales de CEOE.

El futuro

Si hay una palabra que define al actual contexto es incertidumbre, tanto política como geoestratégica. «Es un momento en el que es difícil pronosticar nada sobre la evolución del comercio, porque muchas amenazas aún no se han materializado. Estamos un poco a la espera de lo que finalmente pueda hacer Trump, de cómo se negociará el Brexit...», explica Rafael Pampillón, economista del IEBusiness School.

Jesús Centenera, director del Máster en Dirección de Comercio Internacional de ESIC, coincide en que «el proteccionismo sólo tiene impacto a largo plazo, así que aunque flote en el ambiente un aire pesimista y de posible endurecimiento de fronteras, no ha habido nada tangible en esa dirección. La excepción, que además afecta a España, sería Rusia, por los embargos a muchos productos europeos como resultado de las tensiones políticas por Ucrania, pero su peso en el comercio mundial es pequeño». Sin embargo, el calendario electoral europeo podría endurecer el contexto comercial. No serían buenas noticias para nuestras empresas. «Un creciente proteccionismo tendría efectos muy negativos para una economía de tamaño medio, como la española, cada vez más insertada en la economía global», reconoce Narciso Casado.

«La media anual de medidas restrictivas siempre supera a las nuevas medidas favorecedoras del comercio»

Sobre si Trump convertirá en hechos sus sonoras promesas protecionistas, los expertos tienen muchas dudas. «No creo que el Partido Republicano esté interesado en este tipo de restricciones al comercio, sería extraño que permitiera a Trump hacer este tipo de políticas», asegura el profesor Pampillón. «Debemos ser cautos y no sobrerreaccionar basándonos en declaraciones», coincide Narciso Casado. Si se concretaran las amenazas, el impacto en las exportaciones españolas sería visible, a pesar de que EE.UU. sea un destino comercial menor. «La historia nos demuestra que la aplicación de medidas proteccionistas por parte de un país con peso en la economía mundial provoca una concatenación de medidas que podrían tener efectos perniciosos» a nivel global, asegura Casado. «Al final no es solo el impacto directo, sino el indirecto. Es verdad que dos terceras partes de nuestras exportacions van a la UE, y casi la mitad a la zona euro, pero aunque EE.UU. represente una parte pequeña de nuestro comercio, el riesgo es que las restricciones que se puedan producir en una parte termine provocando respuestas o represalias en otras y se produzca una marcha atrás en el proceso de liberalización comercial», coincide Bonet.

Brexit incierto

Otra incógnita es el efecto del Brexit, pendiente del escenario final tras las negociaciones. «El Gobierno británico no tiene interés en proteger su mercado. Reino Unido siempre ha sido el país más liberal de Europa, pero la UE querrá dar una señal política en la negociación de que salir de Europa no es gratis», afirma Bonet. Casado cree que sea cual sea el desenlace, «el Brexit podría suponer el creciente alejamiento de las normativas y reglas del Reino Unido de las de la UE, lo que a medio y largo plazo podría traducirse en un creciente número de barreras no aracenlarias».

A pesar de todo este cúmulo de dudas, Jesús Centenera no ve motivos para la alarma. «En mi opinión, no solo va a haber una contracción del peso del comercio exterior, sino que seguirá creciendo en los próximos años, ya que nuestras empresas cada vez exportan a más áreas geográficas y cada vez hay empresas de menor tamaño haciendo esto». Narciso Casado coincide en que no hay marcha atrás en un proceso de internacionalización que ya no responde a situaciones coyunturales. «Ya antes de la crisis se ha constatado un creciente número de empresas que han apostado por la internacionalización porque es la única vía que garantiza un crecimiento equilibrado y sostenido. En este sentido, estimamos que en los últimos años se ha producido un cambio importante, ya que la exportación de bienes y servicios representa un 34% del PIB, lo que nos sitúa ya por delante de países como Reino Unido, Francia e Italia. Bonet también lanza un mensaje de tranquilidad: «Al final el comercio mundial depende mucho de la economía, no deja de ser una función del crecimiento. Es lógico pensar que cuando la economia mundial vuelva a crecer a mayor ritmo, lo hará también el comercio, porque el margen es enorme».

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