Sergio W. Smit - Poniendo la proa

Hinchando la burbuja crucerista

Las ciudades costeras se pelean por tener más cruceros en sus puertos, hinchando cifras y alardeando de infraestructuras

Sergio W. Smit
Dénia (Alicante) Actualizado: Guardar
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Hace unos meses, en esta misma columna exponía el potencial del sector de cruceros que era capaz de mover 37.000 millones de dólares al año.

Dentro de este apetitoso pastel, España es el segundo país europeo, por detrás de Italia, que más tráfico de cruceristas mueve al año, estimándose que para el 2016, casi nueve millones de cruceristas disfrutarán de unas vacaciones a bordo de un crucero que recale en alguno de los puertos de las costas españolas.

En un reciente vuelo entre las Canarias y la península, vi un documental que se titula “El síndrome de Venecia”, donde se relataba como esta ciudad italiana se está transformando en un parque temático de canales y góndolas.

"La burbuja crucerista ha tomado el relevo de la inmobiliaria y sin lugar a dudas explotará"
Sergio W. Smit

Sus políticos y su demente objetivo de exprimir a la vaca hasta la última gota sin preocuparle nada más, están permitiendo la memez de que Venecia se esté convirtiendo en un ir y venir de turistas, sin proteger a sus habitantes, que sin remedio se están viendo forzados a mudarse a “tierra firme”.

La razón, se están quedando sin servicios primarios, como correos, centros de salud, colegios, etc, imprescindibles para la viabilidad de una vida en esta maravillosa ciudad.

El tema es más peliagudo de lo que pensamos ya que aseguran que en 2030 ya no existirán residentes habituales en Venecia, el primer paso para que sea una ciudad sin alma.

¿Y a que viene todo esto? Sencillo. El causante principal de esta destrucción social son la cantidad desmesurada de cruceristas que desembarcan diariamente en su puerto, llegando a ser en estos momentos más de 30.000 los pasajeros que llegan a desembarcar por día, arrasando la ciudad como si de una plaga de cigarras se tratara. Y lo peor es que los dirigentes de la ciudad, orgullosos comentan alegremente que están haciendo ya las obras portuarias para que en breve puedan llegar a duplicar el tráfico de cruceros. Dementes.

Volviendo a España, es de todos sabido que una de las vías de expansión y por las que todas las ciudades costeras se pelean es por tener más y más cruceros en sus puertos, hinchando cifras y alardeando de infraestructuras para tener una mejor posición de negociación - ficticia - respecto a las navieras, que envían a los amos de sus sentinas, para chupar hasta la última gota de savia sin importarles poco más que su cuenta de explotación.

¿De verdad que queremos este modelo de negocio? La burbuja crucerista ha tomado el relevo de la inmobiliaria y sin lugar a dudas explotará.

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