Sergio W. Smit - Poniendo la proa

Amundsen y Kara, calentitos

Normalmente pasan alrededor de nueve meses, incluso más, completamente congelados, ahora están viviendo un momento muy “hot”

Sergio W. Smit
Dénia (Alicante) Actualizado: Guardar
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Es bastante probable que estos dos nombres no te suenen de nada. No te culpes, es bastante normal. No son las nuevas estrellas del mundo del futbol ni ocupan minutos en los telediarios de cualquier cadena, pero quedaros con estos nombres ya que son mucho más importantes de lo que nos gustaría.

Aunque parezca que no venga a cuento, sólo apuntar un dato. Escribo esto en manga corta y sin calefacción.

Amundsen y Kara son el nombre de dos mares, que están siendo los protagonistas de uno de los sucesos que más nos pueden impactar a lo largo de nuestras vidas.

El Mar de Amundsen se encuentra en la Antártida, a más de 1.500 millas del mítico Cabo de Hornos que navegantes oceánicos como Alex Pella, Armel Le Cleac`h o Thomas Coville, lucharán por pasar en las próximas semanas.

El Mar de Kara se encuentra en el Ártico, lindando con Siberia y agrupado dentro del Océano Glacial Ártico. Un mar que es el aire acondicionado de Europa.

"El Mar de Kara se ha sumado al este mosqueo de la tierra y ha llegado a incrementar su temperatura media en invierno hasta 4 grados centígrados"
Sergio W. Smit

Amundsen y Kara, que normalmente pasan alrededor de nueve meses al año, incluso más, completamente congelados, ahora están viviendo un momento muy “hot”.

Como en todo “calentón” las cosas no pueden ir más que a peor. Lo único que lo remedia es una buena sesión de frialdad para intentar que todo vuelva a la normalidad. El problema es que, por ejemplo, Amundsen lleva años calentito y sus efectos se empiezan a notar.

Debido al deshielo de sus glaciares el aumento del nivel del agua empieza a ser evidente en algunos paraísos como en el país polonésio de Tuvalu, que debido a está desdicha ya han llegado a un acuerdo con Nueva Zelanda para que acoja a sus habitantes cuando se hundan.

El Mar de Kara se ha sumado al este mosqueo de la tierra y ha llegado a incrementar su temperatura media en invierno hasta 4 grados centígrados, midiéndose niveles mínimos históricos de hielo.

Como dato, comentar que durante los inviernos árticos el grosor medio del hielo en el Mar de Kara es de 64 centímetros y durante el pasado invierno, esa medición descendió hasta los 10 centímetros.

La consecuencia es directa y sobrecogedora. El norte de Africa y el sur de Europa sufrirán cada vez más de un importante aumento de temperatura.

¿Realmente queremos fundir los fusibles de nuestro planeta, sabiendo que no hay recambios?

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