Sidney Hobart 2018

Matt Allen: «Ganar la Sidney Hobart, es un sueño hecho realidad»

El presidente de la Australian Sailing, la federación australiana de vela, cumplió su sueño de ganar la Rolex Sidney Hobart

Javier Sobrino

El presidente de la Australian Sailing, la federación australiana de vela, cumplió su sueño de ganar la Rolex Sidney Hobart, la regata oceánica más importante del Hemisferio Sur. Matt Allen ha tenido que competir en 28 ediciones para alzar la Tattersall Cup como armador de su «Ichi Ban» (número uno en japonés), un nuevo TP52 diseñado por Marcelino Botín que se impuso entre una flota de 102 barcos en la edición más rápida de los 73 años de historia de la regata.

Para ganar la regata de 628 millas entre Sídney y Hobart (Tasmania), Matt Allen y su tripulación tuvieron que navegar su TP52 a un ritmo nunca antes visto en un barco de quilla fija en las siete décadas de historia de la Rolex Sidney Hobart, celebrada ininterrumpidamente cada año desde 1945. Ichi Ban completó el recorrido con un sorprendente registro de 1 día, 19 horas, 10 minutos y 20 segundos a una media de más de 14,5 nudos, lejos del estratosférico récord absoluto establecido por el ganador en tiempo real, el supermaxi de 30,5 metros «Comanche» de Jim Cooney (1 día, 9 horas, 15 minutos y 24 segundos, a casi 19 nudos de media), pero suficiente para alzar uno de los trofeos más codiciados de la vela oceánica mundial y el cronógrafo Rolex grabado con su hazaña.

Allen, presidente de Australian Sailing y ex comodoro del Cruising Yacht Club of Australia (organizador de la regata junto al Royal Yacht Club of Tasmania y Rolex), ya lo había intentado antes con generaciones previas de su «Ichi Ban», incluyendo otro TP52, un Farr 52, un Jones 70 y un Carkeek 60. Como tripulante, ganó la edición de 1983 a bordo del «Sparkman & Stephens Challenge II» de Lou Abrahams, pero «esta vez ha sido especial, ganar con mi propio barco ha sido increíble» , confiesa.

— ¿Cuáles han sido las claves para la victoria en la Rolex Sidney Hobart 2017?

—En mi opinión la clave ha estado en contar con una tripulación muy experimentada (140 ediciones entre todos). La mayor parte de nosotros ya habíamos ganado la regata antes, y eso es un activo muy valioso. Por otra parte, ha influido mucho el contar con un barco construido con lo último en diseño y pensado para competición oceánica de media distancia. Por último, diría que resultó esencial haber tomado buenas decisiones en la elección de velas, lo que nos permitió lograr una buena ventaja respecto a nuestros inmediatos competidores durante la primera jornada de competición. Ese día era donde se iba a decidir la regata, y hubo un momento en el que simplemente nos dijimos: «olvidad las velas, seguid apretando. Si rompen, estamos fuera; si no apretamos, estamos fuera». Era todo o nada.

—¿Podría enumerar en qué porcentaje han intervenido barco, tripulación, condiciones y suerte?

—Yo atribuiría un 50% a la tripulación y el otro 50% al barco. Fuimos capaces de ganar la regata frente a los barcos similares en tamaño, y eso no es cuestión de suerte. Por otro lado, también es cierto que hay un factor suerte a la hora de imponerse a los barcos de mayor y menor eslora que el nuestro, pero a partir de ahí es todo tripulación y barco. Los de esloras similares a la nuestra fueron los más competitivos de toda la flota, y de no ser nosotros, el vencedor habría salido de ese rango de 45-55 pies (entre 13,7 y 16,7 metros). Las condiciones son las mejores que he visto en mis 28 participaciones, pero en esta ocasión les daría un cero por ciento.

— ¿Por qué eligió un diseño Botín?

—Para ganar la Rolex Sidney Hobart tienes que acertar en la elección de tripulación y de barco. Al finalizar la pasada edición, hablé con mi amigo Gordon Maguire la posibilidad de construir un nuevo casco de TP52 adaptado a navegación oceánica de media distancia, y especialmente a las características de la Rolex Sidney Hobart. Un barco que pudiera ser competitivo en diferentes condiciones. Tuvimos clara la elección del modelo, y me decanté por Botín sencillamente porque es el mejor diseñador de la clase TP52. Le incorporamos la jarcia de nuestro anterior TP52, y lo botamos en octubre.

—¿Por qué insiste en atribuir el mérito a su tripulación?

—No vas a ganar esta regata si no estás dispuesto a darlo todo en todo momento, y la tripulación realizó un trabajo sencillamente increíble. Cuando tuvimos que apretar fuerte, siempre se mostraron dispuestos para afrontar el reto y rendir al máximo. Ni mostraron cansancio, ni cometieron errores cuando tocó navegar en condiciones muy difíciles. Nunca he visto un grupo de personas trabajar tan duro por el barco y por el resto del equipo. Cualquiera de nosotros iría al fin del mundo por el resto.

—¿Qué significa para usted haber ganado la regata como australiano, como regatista y como presidente de Australian Sailing?

—Es hacer realidad el sueño de toda una vida. Desde que vi la regata por primera vez en 1976, la he seguido cada año. Hice mi primera Sidney Hobart en 1980, con sólo 17 años, y desde entonces he participado en 28 ediciones. Es simplemente magnífico seguir navegando siendo el presidente del deporte en mi país, y por encima de todo haber podido ganar la regata oceánica más importante del Hemisferio Sur.

—¿En qué secciones dividiría el recorrido de 628 millas entre Sídney y Hobart?

—En esta ocasión creo que ha habido seis secciones bien diferenciadas: La bahía de Sídney, donde tuvimos una salida lenta y se demostró que no es posible ganar la regata en ese tramo, ¡pero sí perderla!; la costa de Nueva Gales del Sur, donde tocó navegación de través y utilizamos un A3 frente al código cero que eligió la mayoría, lo que nos permitió navegar más rápido que nuestros rivales; el paso del Estrecho de Bass, con condiciones de popa dura que destrozaron nuestro spinnaker, haciendo que cediéramos terreno frente a nuestros rivales hasta que izamos nuestra siguiente vela; la costa de Tasmania, de popa hasta que llegamos al layline en Tasman Island, luego de través hasta Storm Bay con un perfecto layline y en el lado correcto de un buen role; el paso por Storm Bay, con un buen través en presión razonable; y por último remontar el río Derwent, donde una transición en la brisa nos dejó sin viento durante 25 minutos, provocando una tensa espera a que llegara la nueva brisa. A partir de que cruzamos la meta, muchos nervios confiando en tener todavía el tiempo suficiente frente a nuestros oponentes.

—¿Qué convierte a la Rolex Sidney Hobart en un icono de la vela?

—El desafío que supone navegar la costa este de Australia y competir contra la mejor flota posible. Y, por supuesto, el recibimiento en Hobart. Para conseguir mantenerse en la élite de la navegación oceánica mundial resultó crucial la entrada de Rolex como patrocinador oficial en 2002, lo que ha garantizado que la regata despierte interés internacional y atraiga a los mejores barcos y tripulaciones.

—¿Cómo ha sido la evolución de la vela desde su primera participación en 1980?

—Los barcos han evolucionado mucho y son muchísimo mejores en todos los sentidos. Es increíble lo rápido que puedes navegar hoy con un 52 pies. Durante mucho tiempo navegamos literalmente sumergidos, con agua por todas partes, pero el barco se comportó increíblemente bien. Lo que no ha cambiado es el concepto de camaradería y amistad, que sigue siendo idéntico.

—¿Se ve navegando con 88 años como lo hizo Syd Fischer en 2015?

—Fue increíble ver competir a Syd durante tanto tiempo. Espero llegar a eso, ¡pero Syd Fischer sólo hay uno!

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