Tenis

«Kyrgios necesita técnicas de autocontrol y castigos negativos»

El psicólogo del equipo olímpico español Pablo del Río considera proporcionada la sanción al tenista australiano

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El catálogo de improperios y exabruptos rebosa en un deporte tan aséptico como el tenis. Las pistas de tan señorial actividad llenan cualquier memoria de recuerdos imperecederos. El célebre «you cannot be serious» del iracundo John McEnroe desestabilizó a árbitros, jueces de línea y rivales, y luego se convirtió en un «best-seller» firmado por el genial y maleducado neoyorkino. El argentino Juan Martín del Potro lanzó un par de raquetas al público ofuscado por las inconveniencias de un partido. El chileno Fernando González machacó su herramienta de juego contra el suelo a medida que crecían los silbidos desde la grada. El ruso Mikhail Youzhny se abrió la frente con el mango hasta sangrar por un punto perdido. También Rafa Nadal las ha protagonizado pardas, en especial con su bestia arbitral, el brasileño Carlos Bernardes -«No juego más...

Estás diciendo una barbaridad, Carlos»-. Pero nada tiene comparación con la actitud soez, carente de educación o finura, y que traspasa los límites de lo antideportivo de Nick Kyrgios.

El terrible australiano avergonzó al tenis la semana pasada con la penúltima de su historial. Regaló varios puntos y se dejó ganar ante el alemán Zverev en Shanghái en una actitud bochornosa. Ante un comportamiento excepcional, la Asociación de Tenis Profesional (ATP) anunció ayer una sanción extraordinaria: 22.750 euros, tres semanas sin competir y la obligación de recibir ayuda de un psicólogo deportivo. Kyrgios ha elegido esta fórmula, ha pedido perdón y ha admitido sus problemas de carácter, al tiempo que esquiva un castigo más severo: no jugar hasta el 15 de enero si no pasa por el diván de un asesor.

Respuestas y frustración

La ATP emplaza al incontrolable australiano a calmarse «tanto dentro como fuera de las pistas», ya que su lengua es tan afilada como sus saques. «Si no te gusta, no te pedí que vinieras a verme, simplemente márchate. Si eres tan bueno dando consejos, ¿por qué no eres tan bueno como yo, por qué no estás en el circuito?», le soltó a un periodista.

Pablo del Río es un psicólogo español que imparte conocimientos en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) del Consejo Superior de Deportes de Madrid. Ha trabajado con Carolina Marín, Feliciano López, el equipo de gimnasia rítmica y los piragüistas de los Juegos Olímpicos. Y recibe la noticia con los brazos abiertos. «Me parece muy bien la sanción/recomendación de la ATP. Parece evidente que Kyrgios sufre una alteración de la conducta y ofrece respuestas inadaptadas ante la frustración», cuenta a ABC.

El tenis no es como el ciclismo, donde gana uno y pierden 197, sino un cara o cruz. Victoria y derrota se dan la mano, pero esto no justifica, en opinión de Pablo del Río, la actitud del australiano. «El problema es que el sujeto no acepte el no logro. En vez de una respuesta adaptada, da rienda suelta al descontrol. El tenis, como el deporte, es un ejercicio de ensayo y error. Se trata de aprender a convivir con la derrota, con situaciones no idílicas. Y esto no es un drama, sino el día a día de un deportista. Tal vez se impuso objetivos muy poco realistas. Hay que asumir que vas a cometer errores siempre. Es una cuestión de educación».

Según el psicólogo del CAR, el tenista australiano necesita «técnicas de autocontrol». «La psicología es un entrenamiento, no una patología. No tratamos a enfermos. Hay que reconocer las conductas positivas y valorarlas para que se mantengan. Pero cuando hay un error, como destrozar una raqueta en una pista o encararse con el público, conviene aplicar castigos negativos. Si al deportista le gusta jugar partidos o entrenar, ese día se le quita el partido o el entrenamiento, las cosas que le gusten. Consiste en retirar refuerzos positivos».

Pablo del Río, que conoce miedos y ansiedades en el deporte de alto nivel, no establece comparaciones entre Nick Kyrgios y John McEnroe, ya que, según él, no coinciden en la consecución de objetivos. «Kyrgios pierde el control y se va del partido. Se perjudica a sí mismo. McEnroe montaba el lío, pero los siguientes puntos eran para él. Incrementaba el nivel de activación por su tipo de juego, el saque y la volea, y obtenía un beneficio de los gritos. Algo parecido solía hacer Ilie Nastase. Paraba los partidos, montaba espectáculo y conseguía romper el ritmo del rival».

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