GP Japón

Marc Márquez, campeón del mundo

El piloto español consigue su tercera corona en MotoGP, después de ganar en Motegi y que Rossi y Lorenzo no terminaran la carrera

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Llegó a MotoGP para revolucionar la parrilla. Con su desparpajo, su agresividad, su inocencia aparente, su juventud descarada. Ningún debutante había conseguido ser campeón, hasta que llegó él. Fue en 2013, el más joven de la historia. Por si alguno se pensaba que había sido la suerte del principiante, Marc Márquez repitió título en 2014 con proezas para el recuerdo como las diez victorias consecutivas. La ambición del triplete le pasó factura en 2015, pero en este 2016 la mesura volvió a darle un impulso tremendo para, con calma y paciencia, proclamarse campeón del mundo por tercera vez. Con 23 años. La historia vuelve a ser suya.

Quería apaciguar los ánimos. Hace dos años se proclamó campeón del mundo en el Gran Premio de Japón y regresaba al circuito de Motegi con opciones para repetir experiencia, aunque la carambola fuera algo lejana: él debía ganar, Rossi no tenía que puntuar y Lorenzo sin hacer podio.

Además, el trazado no se le diera demasiado bien, pues nunca ha ganado. Pero este Marc Márquez no es aquel, sino uno mucho más maduro y paciente. Después de aquel curso con diez carreras ganadas consecutivas, pasó un 2015 con seis ceros en su casillero debido a su precipitación. Y si en el medio está la virtud, la temporada 2016 es la que le ha dado al piloto español la sabiduría. No hacía falta ganar todas las carreras, sino consolidar poco a poco la distancia con sus perseguidores. Por eso llegó a Japón con 52 puntos de ventaja, con 100 puntos todavía por disputarse. Por eso aceptaba que no habría celebración samurái como hace dos años. Por eso aseguraba que sería muy difícil repetir la gesta. «No quiero arriesgar», repetía poco antes de que se apagara el semáforo.

No lo hizo cuando arrancó. Él solo se preocuparía de lo que estuviera en su mano. La primera premisa: perder los menos puntos posibles. Custodiado por Jorge Lorenzo y Valentino Rossi, el hombre de la pole y el que lo persigue en la clasificación en la pista y fuera de ella, permitió que el balear cogiera la cabeza de la carrera. Al menos hasta la tercera vuelta, cuando vio que aguantaba bien los intentos de adelantamiento de Rossi y tenía mejor ritmo que Lorenzo. Para el título necesitaba ganar, que el actual campeón no subiera al podio y que el italiano fuera decimoquinto o peor. Demasiado complicado. Pero él hizo su trabajo cuando se vio cómodo. Subió el ritmo porque él podía hacer menos tiempo que el 1.46 que marcaba Lorenzo y trató de zafarse de las dos Yamaha, que comenzaron a pelear entre ellos. Para alivio y primera alegría de Márquez.

«No, el título no será en Japón», repetía Márquez después de ganar en Aragón. Solo Rossi podía arrebatarle la corona. Y este lo intentó, desde la pista y fuera de ella, a través de las cámaras de televisión, en un regreso desesperado a la estrategia de los ataques verbales y el recuerdo del final del año pasado. Solo el italiano podía arrebatar el título a Márquez. Pero la ambición que apaciguó el español la recogió Rossi y a falta de 18 vueltas se cayó solo, sin opción de levantarse. Una caída sin consecuencias para su cuerpo, pero catastróficas para sus intereses de lograr su décima corona: el cuarto cero de la temporada le supone un adiós casi definitivo al título. Segunda alegría para Márquez.

La carambola para ser campeón en Japón era complicada, pero se veía cada vez más cerca. Solo faltaba una opción: que Lorenzo no subiera al podio. Por eso la sonrisa de Márquez se hizo un poco más amplia cuando vio que el balear no podía seguir su ritmo y que Dovizioso, vuelta a vuelta se acercaba al balear para meterle presión. Por detrás aparecieron Espargaró y Viñales para pelear ese tercer cajón del podio. A falta de siete vueltas, las opciones de título de Márquez estaban en manos del balear y del italiano.

Y a falta de cuatro, la alegría definitiva: Lorenzo también notaba la presión y se iba al suelo sin poder recuperarse. Sin perder la cabeza al ver lo que había pasado por detrás de él, Márquez continuó en cabeza los últimos kilómetros. Solo al final, muy al final, se permitió levantar la pierna bajo la bandera a cuadros para celebrar lo que no creía conseguir tan pronto. «No, no será en Japón», fueron sus palabras. Pero sí, sí fue en Japón, debido a los errores de sus rivales, pero gracias sobre todo a su cordura sobre la moto, a sus lecciones aprendidas y su madurez. Tercera corona de MotoGP, en cuatro temporadas. Suya es la historia de nuevo.

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