RÍO2016Juegos Olímpicos

Figuras Históricas

Zatopek logra una gesta irrepetible

El atleta checoslovaco gana la medalla de oro en unos mismos Juegos en 5.000, 10.000 y maratón

Emil Zatopek logró una gesta irrepetible.
Emil Zatopek logró una gesta irrepetible. - Ap

Alain Mimoun es un desconocido para el gran público. Muy pocos saben de la existencia de este atleta que logró la nada despreciable cantidad de cuatro medallas olímpicas. Los pocos que han conocido su historia lo señalan como la 'Sombra de Zatopek'. Pues el insigne fondista checoslovaco evitó que el francés de origen argelino ocupara un lugar más destacado en la historia. Zatopek lo fagocitó. Primero en los Juegos de Londres (oro en 10.000 y plata en 5.000), pero, sobre todo, en los de Helsinki, donde se hizo un hueco en el Olimpo del deporte al conquistar el título olímpico en las tres pruebas de fondo: 5.000, 10.000 y maratón. Una gesta sin réplica.

Sus inicios fueron más bien perezosos. Emil Zatopek trabajaba en Buta, una fábrica de calzado que organizó una carrera en la que esperaba ver a sus empleados. El hombre que con el tiempo sería conocido como 'La Locomotora Humana' intentó escaquearse, pero el médico no vio motivo y le obligó a correr. Zatopek terminó segundo y los aplausos que le premiaron le gustaron tanto que ya no dejó de correr. En 1945, con 23 años, dejó Buta e ingresó en el Ejército, donde salía a rodar por todo tipo de terrenos, ayudado a veces por una linterna si estaba muy oscuro. Zatopek fue el único atleta de su país que participó en un campeonato organizado por los aliados al final de la segunda Guerra Mundial. Allí, más que aplausos, recibió bromas y burlas sobre su pobre equipación. El público no sabía que estaba delante del hombre que iba a protagonizar uno de los grandes hitos de la historia del deporte, el atleta de las tres medallas en pruebas de fondo en unos mismos Juegos Olímpicos, el corredor de los 18 récords mundiales y 69 victorias seguidas en diferentes pruebas.

La historia de Zatopek es también una historia de amor. De amor, pura devoción, por Dana, su mujer, eterna fuente de inspiración. El tosco fondista checoslovaco, que ya había ganado un oro y una plata en Londres (1948), arrasó en Helsinki. Primero fueron los 10.000. Luego, los 5.000. Tras su segundo triunfo, Zatopek metió la medalla en la bolsa de su esposa. Dana Zatopkova, unos minutos después, batió el récord olímpico y se colgó la presea dorada. Tres días más tarde, Zatopek, que nunca había corrido un maratón, decidió tomar la salida. Su estilo agónico, tan poco económico, no era el ideal para los 42,195 kilómetros. Zatopek, un tipo jovial y extravertido, buscó a Jim Peters, el plusmarquista mundial, y se presentó. La respuesta de Peters fue un ritmo muy elevado (15.43 en el kilómetro 10 y 31.55 en el 15). Entonces, el checo le preguntó: "¿Este ritmo es bueno?". El británico se marcó un farol. "Demasiado lento". Pero la carrera puso a cada uno en su sitio. Peters se desfondó y acabó sentado, bajo una manta, en el autobús de la prensa. Zatopek entró como un ídolo en un estadio que le vio ganar en tres carreras diferentes.

Cuatro años después, Zatopek regresó a los Juegos. En Melbourne sólo participó en el maratón. Cuando el checo, ya con 34 años, llegó al estadio en sexta posición se encontró en la meta a un Alain Mimoun extasiado. El francés, un año mayor, que había quedado tres veces segundo tras Zatopek, se acababa de proclamar campeón olímpico y corrió a decírselo a su rival y viejo amigo. "¿Por qué no me abrazas? Soy el campeón olímpico", exclamó satisfecho, ganador al fin. "Siempre me decían que era la sombra de Zatopek. Ese día yo fui el sol".

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