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Missy Franklin, la reina contra las cuerdas

La nadadora afirma que tras los seis oros del Mundial de Barcelona la presión sobre ella y sus logros ha sido máxima pero que ha sabido reponerse de los malos resultados y está preparada para disfrutar en los Juegos de Rio 2016

Missy Franklin, comenzando su carrera a espalda.
Missy Franklin, comenzando su carrera a espalda. - afp

Lo que cambian las cosas en cuatro años. En 2012 Missy Franklin confirmó en las clasificatorias de natación estadounidenses los buenos augurios que había despertado en el Mundial de Shanghái del año anterior, donde logró cinco medallas con apenas 16 años. Obtuvo plaza para siete disciplinas olímpicas en Londres y corroboró las altas expectativas al lograr allí cinco preseas (cuatro de ellas de oro). El calificativo de “Reina de los Juegos” le llegó por añadidura y su vida a partir de entonces se transformó en un sueño. Hasta las últimas fechas.

En 2013 alcanzó su cima de rendimiento (seis oros en el Mundial de Barcelona), pero en el siguiente campeonato universal (Kazán 2015) empezó a declinar: solo obtuvo un premio individual (bronce en 200 libres). Quizá agobiada por esa falta de “punch”, en los “Trials” de hace unos días la californiana sufrió como no lo había hecho nunca: solo pudo lograr el pasaporte olímpico para tres pruebas… y de aquella manera. No ganó ninguna de las carreras (fue segunda en 200 libres y 200 espalda, con cuatro segundos más que la marca londinense) y, lo que es peor, quedó eliminada en 100 espalda, donde es la actual recordwoman olímpica y mundial.

Evidentemente, la presión pudo con ella. Pero, lejos de venirse abajo, vio la nueva oportunidad que se le abría. “Quizá todo el mundo esperaba que repitiese los logros de antaño y eso era imposible; no es lo mismo ser una niña de 17 años que una adulta de 21 -reconoció con cierta decepción-, mas estoy satisfecha porque he sido capaz de sacar lo mejor de mí y podré estar en Río, que era mi objetivo real”.

La sonriente Missy sigue siendo un ídolo para sus compatriotas (“esperaba con horror que no hubiera niños pidiéndome autógrafos después de mis últimas malas carreras y afortunadamente no fue así”, reconoció) y es que ha hecho mucho por la natación estadounidense en su breve carrera. Lo primero fue elegirla para competir internacionalmente, pues sus padres son canadienses y podía haber optado por defender a sus vecinos. Pero tiene la doble nacionalidad y se considera estadounidense por los cuatro costados (está muy integrada en Colorado, donde reside desde los 12 años). Luego,renunció a contratos millonarios para vivir de la piscina a la vuelta de Londres por mantenerse fiel a su estatus amateur y poder defender así a su universidad hasta el año pasado.

Ahora, aunque únicamente va a poder competir tres veces en Río (los dos 200 mencionados más el relevo de esa distancia en libres), tiene entre ceja y ceja volver a llevarse metales de vuelta a casa. “Es cierto que acusé la presión y que no competí bien los primeros días, pero me quedo con mi capacidad de reacción y lo que hice para recuperarme al final –comentó con orgullo-. Estaba tan preocupada por quedar bien con todos y repetir los éxitos anteriores que sentí miedo y no estuve bien. Pero lo importante era clasificarme para los Juegos y allí voy a estar finalmente. Una vez allí, ya solo queda disfrutar”. Sus 26 medallas internacionales ya le permiten ver la vida de otra manera.

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