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Chris Froome, el emigrante salvaje

La azarosa y nómada vida de Chris Froome se ha estabilizado gracias al ciclismo y el Tour. Quiere ganar la crono y la ruta en Río

Chris Froome, durante una prueba ciclista.
Chris Froome, durante una prueba ciclista. - reuters

Cuenta Chris Froome en uno de sus pasajes autobiográficos que el ciclismo no es más que una panda de muchachos en bici que van a toda velocidad. Casi como si fuese una excursión veraniega en cualquier pueblo de vacaciones, a Froome le seduce ese aroma de libertad que impregna el ciclismo. La sostenibilidad, el aire libre, los colores del campo y el deporte de puertas afuera… Un estilo de vida que tiene algo que ver con su curriculum vitae: un emigrante que se crió salvaje gracias al ciclismo.

El padre de Froome era un jugador británico de hockey acostumbrado a viajar y a rodar por los aeropuertos del mundo. Su madre encontró trabajo como fisioterapeuta en Nairobi. Y en la capital de Kenia nació el pequeño Chris, un nómada educado en un colegio de postín en Sudáfrica. Allí su padre comenzó a organizar eventos deportivos cuando abandonó su carrera profesional en el hockey. Froome encontró la libertad en la bicicleta, primero en el mountain bike, luego en la carretera.

«Estoy orgulloso de mi vínculo con África», ha declarado más de una vez este prodigio del mestizaje que se mostró al mundo en la Vuelta a España de 2011, aquella que ganó el desaparecido Juanjo Cobo, el Bisonte.

Froome empezó su andadura en equipos de Sudáfrica, Minolta, Barloworld, con los que compitió en carreras de segundo orden hasta que se consumó su fichaje por el Sky, el poderoso transatlántico de Murdoch. Ya pudo ganar el Tour de 2012, aquel en el que frenaba en cada cuesta para evitar el «sorpasso» a su jefe de filas, el también inglés Bradley Wiggins.

Por la evidente superioridad de Froome, Wiggins renunció a liderar el Sky y se hizo a un lado. Dejó paso al educado potro que reclamaba su lugar en la historia. Froome dio la razón a los especialistas y ganó el Tour de 2013, antes de convertirse en el favorito perpetuo de la Grande Boucle en este tramo de la historia.

De los Juegos le seduce la prueba en línea y también la contrarreloj. Sus ambiciones son superlativas. Vencer en los 256 kilómetros y 5.000 de desnivel de la carrera de fondo y también en los 59,6 kilómetros de la contrarreloj. Un hito que nadie ha alcanzado en la historia.

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