La ciudad de Tokio acogerá los Juegos Olímpicos de 2020
La ciudad de Tokio acogerá los Juegos Olímpicos de 2020 - EFE

Juegos Olímpicos Tokio 2020Tokio prepara los Juegos más futuristas

Japón promete deslumbrar al mundo con robots y estadios de ciencia ficción

Corresponsal en Asia Actualizado: Guardar
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Una vez acabados los Juegos de Río de Janeiro, Tokio ya ha recogido el testigo para deslumbrar al planeta dentro de cuatro años. Y lo ha hecho con fuerza. Como anticipo de lo que se prepara, el primer ministro nipón, Shinzo Abe, sorprendió a todo el mundo apareciendo en la clausura celebrada el domingo en Maracaná disfrazado de Super Mario, el legendario personaje de videojuegos creado por Nintendo. Una auténtica declaración de intenciones porque Japón pretende organizar los Juegos más futuristas de la historia.

Aprovechando su fama como superpotencia tecnológica, Tokio 2020 incorporará a sus voluntarios robots de todos los tipos y tamaños, desde los que den la bienvenida a los turistas en aeropuertos y hoteles hasta los que hagan de acomodadores en los estadios.

Además, la empresa Robot Taxi ya está haciendo pruebas en coches sin conductor humano para llevar a los visitantes por la ciudad, cuya área metropolitana llega hasta el puerto de Yokohama y es la más poblada del mundo con 35 millones de habitantes. A través de aplicaciones en el móvil, los turistas tendrán traducción simultánea y, en lugar de fuegos artificiales, la organización quiere iluminar la apertura con una lluvia de falsos meteoritos.

Con todos estos adelantos, más propios de la ciencia ficción, el gobierno nipón se ha propuesto triplicar el valor de la industria robótica hasta 19.000 millones de euros. «Vamos a celebrar los Juegos más innovadores de la historia», aseguraba a la CNN el director de Comunicación de Tokio 2020, Hidetoshi Fujisawa.

A prueba de bombas

Tras los Juegos de Brasil, deslucidos por alguna chapuza y algún que otro tiroteo, Tokio promete la habitual eficiencia nipona y una seguridad, nunca mejor dicho, a prueba de bombas. Gracias a su cuidado urbanismo, su refinada oferta de ocio y gastronómica y su red de transportes públicos, la capital japonesa fue elegida el año pasado la mejor ciudad del mundo por la revista Monocle. A todo ello se suman la perfección nipona hasta el último detalle y su extraordinario civismo.

Pero en esta carrera hacia 2020 también han surgido algunos obstáculos que han empañado la imagen de Japón, hasta ahora modélica. Al dispararse su coste por encima de los 2.000 millones de euros, las autoridades desecharon el verano pasado el proyecto original del estadio olímpico ideado por la prestigiosa arquitecta angloiraquí Zaha Hadid, ya fallecida. Como dicha idea había sido criticada hasta el infinito en las redes, en su lugar se levantará un recinto más pequeño, pero con un diseño igualmente espectacular, concebido por el local Kengo Kuma.

Más bochornosa aún fue la polémica sobre el logotipo de Tokio 2020, obra de Kenjiro Sano. Su esbelta «T» con un círculo rojo, que representaba al imperio del Sol Naciente, se parecía demasiado al emblema del Teatro de Lieja creado por el diseñador belga Olivier Debie, quien acusó a Sano de plagio. Aunque este negó hasta el final que hubiera copiado su obra, finalmente acató la orden del Comité Organizador de retirar su logo muy afectado por las críticas. Con un nuevo emblema ya elegido, la capital nipona espera hacer olvidar estos fiascos.

Al igual que ya hiciera con los Juegos de Tokio 1964, que demostraron su auge como nueva potencia y su reconstrucción tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial, Japón aspira a su recuperación tras dos décadas de estancamiento. Además, en 2011 sufrió un devastador tsunami que arrasó su costa nororiental y causó el accidente nuclear de Fukushima, el más grave de la historia junto al de Chernóbil y cuya descontaminación aún durará décadas.

Revitalizar la ciudad

Aunque Japón sigue siendo la tercera economía mundial y una de las naciones más desarrolladas, en los últimos años se ha visto eclipsada por el ascenso de China. Con el fin de superar los Juegos de Pekín, el presupuesto de Tokio se ha disparado de los 2.650 millones de euros inicialmente previstos a los casi 16.000 que calculan algunos expertos. El objetivo es que la llegada de visitantes y la repercusión internacional del evento revitalicen la ciudad e impulsen la economía, pero la inversión estatal agravará la deuda pública, que ya es más del doble del PIB. A pesar de todos estos problemas, y como si fuera a bordo de uno de sus famosos trenes bala, Japón ya ha empezado su carrera olímpica al futuro: Tokio 2020.

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